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Enrique Peñalosa, Lucho Garzón, Sergio Fajardo y Antanas Mockus son los líderes que decidirán el futuro del partido. Todos buscan crear una organización democrática en la que la política limpia sea una prioridad.

POLÍTICA

Partido en construcción

Los verdes tienen el reto de consolidarse como una importante fuerza en el país y demostrar que sus más de tres millones de votos se pueden convertir en una plataforma política sólida.

10 de julio de 2010

Los más de tres millones y medio de votos que sacó Antanas Mockus el 20 de junio no fueron el resultado de una operación estratégica del Partido Verde. De hecho, algunos de sus dirigentes comparten con analistas y asesores políticos la idea de que el partido tuvo fallas para transformar su mensaje en votos, y dificultades para canalizar el entusiasmo ciudadano que en un momento equiparó las posibilidades electorales de su candidato con las de Juan Manuel Santos.

En plata blanca, el resultado electoral de los verdes en la segunda vuelta evidenció dos cosas. La primera, que el espíritu ciudadano que llenó de fuerza a la ola verde no fue recogido del todo por la naciente estructura del partido. Y la segunda, que en un país acostumbrado a la intermediación de ediles, concejales, diputados y congresistas, ganar las elecciones exclusivamente a punta de voto de opinión es prácticamente imposible.

Las cuatro cabezas del Partido Verde, Antanas Mockus, Enrique Peñalosa, Lucho Garzón y Sergio Fajardo, no son sordos a estas circunstancias. Y saben que la juventud de su movimiento no podrá ser una excusa de cara a las elecciones regionales y locales de 2011. "En seis meses, pasamos de ser la alternativa de los 'tres tenores', que incluso fueron vistos como los 'tres chiflados', a ser opción de poder. Esos tres millones seiscientos mil votos no deben ser vistos como un punto de llegada, sino como uno de partida", dice Alfonso Prada, representante a la Cámara por los verdes.

Los tres ex alcaldes de Bogotá, así como Fajardo, no se sienten del todo cómodos con que en el mundo político se les vea como los responsables de hacerle contrapeso al gobierno de unidad nacional, que empieza su periodo con un poder casi irrestricto. Tienen claro que quieren apoyar al gobierno de Santos en los aspectos en que encuentren identidad programática, quedarse en el centro y no atizar la oposición en un país que cada vez más tira hacia la derecha. Además, insisten en seguir trabajando juntos con las banderas de renovación y legalidad que les permitieron cautivar la cuarta parte de los electores de la segunda vuelta. "Para ningún partido como para el Verde hacer política limpia es una prioridad", dice Peñalosa.

Pero la voluntad no lo es todo, y el camino que tienen hacia adelante no es fácil. Su fuerza en sectores urbanos quedó revaluada después de que Santos les ganó en la mayoría de ciudades, incluidas Medellín y Bogotá, los supuestos bastiones electorales de los exitosos ex alcaldes. Además, en las elecciones al Congreso los verdes solo obtuvieron cinco curules al Senado y tres a la Cámara, mientras que la U, los conservadores y los liberales lograron las mayorías. Y en Colombia, los congresistas son quienes apadrinan a los candidatos locales y determinan cuáles de ellos tienen más posibilidades de ser elegidos.

Por eso, en este momento los verdes se enfrentan a una disyuntiva crucial: de cómo se preparen desde ya dependerá si su impulso político se diluye o si sobrevive para convertirse en una voz capaz de romper la historia bipartidista. Excepto la U, encarnada por Álvaro Uribe y con la reelección de por medio, en Colombia la historia de los outsiders ha sido esporádica y no ha generado estructuras partidistas duraderas. Solo una vez en su carrera política Luis Carlos Galán logró una candidatura presidencial por el Nuevo Liberalismo, en 1982, cuatro años antes de apostarle a la unidad liberal. La fuerza que Noemí Sanín obtuvo en 1998 con Sí Colombia se desdibujó cuatro años después y en las últimas elecciones se diluyó aún más al integrarse al Partido Conservador. Por eso, de lo que hagan los verdes este año dependerán sus posibilidades de seguir siendo una fuerza electoralmente importante y capaz de aprovechar en el largo plazo el aparente hastío ciudadano con los partidos y la política tradicionales.

Lo primero que deben hacer es idear una estrategia que permita articular el trabajo de sus líderes y mantenerlos en sintonía con su idea de que "la unión hace la fuerza". Y en eso han demostrado seriedad y capacidad de negociación. Desde octubre de 2009, cuando se formalizó la creación del Partido Verde, los equipos de Garzón y Peñalosa trabajaron de la mano. Nunca nadie volvió a hablar del 'luchismo' o del 'peñalosismo'. Y aunque el movimiento Visionarios de Mockus conservó alguna independencia, sus dirigentes lideraron la construcción política y programática del nuevo partido y ofrecieron su casa como sede. En abril se sumó Fajardo, quien dejó de hablar de su movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia -que levantó a punta de firmas- y se puso la camiseta verde. "Aquí todos nos desmovilizamos para pensarnos como verdes", dice un antiguo dirigente de Opción Centro.

Sin embargo, el partido fundado el año pasado es diferente al que se necesita hoy. Hace siete meses, la llegada de los ex alcaldes supuso un esquema directivo colegiado en el cual Mockus, Peñalosa y Garzón cuentan cada uno con el 20 por ciento de la membresía de la Dirección Nacional, y el antiguo Opción Centro tiene el 40 por ciento restante. Ahora, después de tener un encuentro con Compromiso Ciudadano el 24 de julio, Fajardo prepara su fusión fo rmal a los verdes. Pero ya ha hecho declaraciones: "Vamos a estructurar al Partido Verde para Colombia, para luchar por el poder en 2011", dice en su Twitter. Ese movimiento, sumado al hecho de que los verdes ya tienen su propia bancada en el Congreso, obliga a redefinir la distribución armónica del poder entre sus liderazgos. "Llegaremos, pero como iguales", afirma un colaborador del ex alcalde de Medellín.

Adicionalmente, de ahora en adelante el partido debe ser visto por los ciudadanos y por los políticos como mucho más que un movimiento de cuatro ex alcaldes. Formar cuadros regionales y locales articulados a los ocho congresistas es imprescindible para su supervivencia. Y en eso avanza un comité en el que están trabajando la ex candidata a la Cámara Angélica Lozano, el abogado Enrique Borda, la ex gerente del Acueducto bogotano Astrid Álvarez y la mano derecha de Mockus, Liliana Caballero.

En cuanto a temas específicos, muchos esperan que en el congreso del partido, que se hará en agosto, se decidan, entre otros, los mecanismos para escoger los candidatos a alcaldías, concejos, asambleas y gobernaciones. ¿Cuáles serán las políticas de alianzas? ¿Podrá el Partido Verde hacer coaliciones con otras fuerzas o movimientos? ¿Participará en consultas interpartidistas? Estas son algunas de las preguntas que deberán responderse. Más aún cuando el ideal que impera es construir un partido de forma democrática.

Pero el tiempo no da tregua y desde ya empiezan a sonar algunas candidaturas puntuales. En el caso de la Alcaldía de Bogotá, desde el año pasado hubo una especie de acuerdo tácito en el que el candidato verde podría ser Enrique Peñalosa. De hecho, se dijo que las tendencias adentro indicaban que Mockus prefería el escenario nacional, Peñalosa el local y Lucho se acomodaría a lo que más conviniera al partido. Pero después de la campaña presidencial, un grupo de Visionarios puso a sonar el nombre de Adriana Córdoba, la esposa de Mockus, para competir por el Palacio Liévano.

En el Partido Verde ya existe el precedente de las consultas abiertas; falta ver si este esquema se define como el apropiado para escoger a los candidatos de 2011, si estos se nombran por una dirección colegiada o si se determina otro mecanismo para entregar avales y recibir adhesiones. "Muchos políticos que ofrecen alternativas de renovación quieren estar en nuestras filas. Eso lo sabemos desde ya", afirma Prada, mientras insiste en que el Partido Verde tiene una especial afinidad por los espacios de interés local. De hecho, ya empezaron a sonar los nombres de algunas figuras que podrían fortalecer el partido, como Judith Pinedo y Jorge Iván Ospina cuando dejen las alcaldías de Cartagena y de Cali, respectivamente.
 
Hoy en día el Partido Verde cuenta con los 200 concejales y las 25 alcaldías locales que logró elegir Opción Centro en 2007. A este número se suman una pequeña pero sólida bancada parlamentaria y los más de 4.000 líderes que se incorporaron a la campaña de Antanas Mockus. Con esta estructura, el Partido Verde tiene el reto de arrancar. Pero sobre todo, de demostrar si el 20 de junio fue una fecha en la que más de tres millones y medio de electores representaron el fin de una ola entusiasta o el comienzo de un partido que dejará una impronta en la democracia colombiana.