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La bancada uribista fue esquiva, pero, como siempre, el gobierno supo aceitar la maquinaria

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Pasó el año

Terminó la legislatura en medio del controvertido clima de la para-política. La estrategia del gobierno funcionó y obtuvo casi todo lo que quería.

16 de junio de 2007

Fueron cuatro meses de angustias en el Palacio de Nariño, pero al final llegó la recompensa. El Congreso y su coalición lograron cumplirle al gobierno y aprobaron las leyes que más necesitaba el Presidente, como la de las transferencias y el TLC. Esto no sería extraño, pues casi todos los finales de legislatura son iguales, si no fuera porque nunca antes en el Parlamento se había vivido un escándalo de tan grandes proporciones como el de la para-política, que llevó a 13 congresistas a la cárcel.

El balance es bueno para todos. Los partidos de oposición hicieron debates de control político que captaron la atención de la gente, lanzaron argumentos, estuvieron en la primera línea de la confrontación política, lo que les dio visibilidad y protagonismo. Sin embargo, sus iniciativas no encontraron eco. Ninguna se convirtió en ley.

Por momentos la bancada uribista fue esquiva, pero al final funcionó para lo que se necesitaba. Salvó al ministro de defensa, Juan Manuel Santos, de una moción de censura; votó el TLC, y sucumbió ante la presión para las transferencias, que era la más sesuda preocupación de Uribe. Y también aprobó reformas a la justicia.

Dilian Francisca Toro, la vistosa presidenta del Senado, terminó también con una buena nota. A pesar de los impasses del arranque, hoy sus compañeros le reconocen que aprendió rápido y supo echarse al hombro el peso del desprestigio que caía sobre la corporación para demostrar, como tanto lo anunció, que la mejor defensa del Congreso era la eficiencia en el trabajo.

A Alfredo Cuello Baute, el joven conservador que estuvo al frente de la Cámara de Representantes, no lo detuvo la vinculación a las investigaciones de la para-política ni la tempestad desatada en su departamento, para terminar la presidencia con una nota aceptable. Su relación con el gobierno se deterioró a partir de un escándalo sobre la gestión de su hermano en la superintendencia de notariado y registro, sin embargo, el jueves pasado mantuvo el quórum hasta casi las 2 de la mañana para cumplir con las votaciones.

Pero aunque la fiesta haya terminado bien y los anfitriones hayan quedado satisfechos, conseguir este resultado no fue fácil. Desde el mismísimo despacho presidencial se craneó una estrategia de mantenimiento a la coalición y de defensa de la oposición.

Empezó temprano. A los congresistas les tocó trabajar desde febrero, convocados a extras por el gobierno. Para madrugarle al TLC se hicieron audiencias públicas como preámbulo de los 19 debates que en total tomó la aprobación de este tratado, que pareció una pelea contra la corriente debido al ambiente adverso en el Congreso de Estados Unidos y en el país.

Otro protagonista de las 'extras' fue el plan de desarrollo, que no era cualquier cosa. Se trataba del programa de gobierno del segundo período de un Presidente reelegido, y por lo tanto significaba la continuidad y la coherencia de un proyecto político. A este plan de desarrollo, que hace énfasis en la erradicación de la pobreza extrema, todo el mundo le metió la mano. Los congresistas a último momento le metieron más de 406 proyectos regionales, por lo que fue llamado por algunos economistas como una 'piñata de improvisaciones'.

Mientras en el país la para-política se robaba el show, el presidente Uribe, haciendo de tripas corazón, impulsaba sus temas para que sobrepasaran la crisis. Con su intenso estilo de trabajo, le puso a cada uno de los ministros tareas específicas para sacar adelante los proyectos de ley. A Luis Guillermo Plata, Ministro de Comercio, le tocó cargar con el TLC. Carolina Rentería, directora de Planeación, debutó con plan de desarrollo, y ante el apremiante riesgo de caída de la ley de transferencias, llegaron como refuerzos todos los ministros en gavilla. Sacar adelante este proyecto fue un trabajo de equipo que funcionó hasta la noche del jueves.

El ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, tuvo en sus manos la ley de tierras y no le fue nada fácil sostenerla a flote. El miércoles 13 fue aprobada en medio de agudas críticas sobre sus alcances, ya que para muchos no evita que tierras adquiridas ilícitamente sean legalizadas. El Ministro tiene el reto de despejar las dudas sobre esta ley antes de la conciliación pendiente para esta semana.

Carlos Holguín se lleva una buena tajada del triunfo. El Ministro del Interior sacó sus uñas de viejo político y condujo a los partidos uribistas hacia la disciplina. Ahora respira tranquilo con sus viceministros que, como fieles escuderos, capotearon las dificultades. Guillermo Reyes, el 'vice' de justicia, se echó encima sacar adelante la oralidad para la jurisdicción laboral, y María Isabel Nieto, 'vice' del Interior, tuvo a su cargo conseguir que se aprobara la ley de convivencia y seguridad ciudadana, a la que por poco le cuelgan el orangután de cambiar el delito de concierto para delinquir por el de sedición.

Holguín no desconoce la gravedad de los hechos de la para-política, pero cree que el resultado de la legislatura demuestra que el Congreso entendió que debía cumplir con su tarea para salvaguardar y fortalecer la institucionalidad. "La Corte Suprema de Justicia hace lo suyo; el gobierno, lo que le corresponde, y el Congreso no podía quedarse atrás", dice, y acepta que el gobierno subestimó el poder de los sindicatos que se oponían a la ley de transferencias y que convocaron marchas multitudinarias que enturbiaron el ambiente. De la misma forma, Holguín elogia a la oposición porque cree que hizo el papel que le corresponde, "uno puede no estar de acuerdo, pero fueron serios e hicieron un papel que le sirve a la democracia", concluye.

Pero el éxito en el Congreso no le salió gratis al gobierno en materia burocrática. Según los cálculos más tímidos, Palacio repartió más de 23 puestos en las últimas semanas, a cambio de que las leyes fueran aprobadas. "Esta legislatura fue un chorizo. Parece muy bueno por fuera, pero es mejor no saber cómo se hizo", asegura el senador liberal Camilo Sánchez. En la Presidencia no lo niegan y, por el contrario, reiteran que habrían pagado un precio más alto si se hubieran hundido las iniciativas. Se habla de consulados, direcciones del Icbf, el Invima y algunos otros nombramientos más que desde hoy engordan las cuotas políticas de los partidos de gobierno.

Los congresistas y los ministros descansarán del trajín del Congreso por un mes. El 20 de julio asumirán nuevos presidentes de cada Cámara que ya están acordados. Si todo sale como está previsto, en el Senado, Cambio Radical llega con Nancy Patricia Gutiérrez, y en la Cámara, Alas Equipo Colombia tendrá a Óscar Arboleda.

La pausa en los agites de leyes, 'micos' y pupitrazos, y debates de gobierno y oposición, no significa que la política entre a vacaciones. Para los congresistas se vienen las campañas políticas de las regiones, y para el gobierno, todo esto es sólo el inicio de su segundo gobierno.