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PASOS DE ANIMAL GRANDE

El día de su posesión, tanto Juan Martin Caicedo como sus seguidores tenían los ojos puestos no tanto en la alcaldía de Bogotá como en la Presidencia de la República.

2 de julio de 1990

El viernes pasado, al terminar su período como alcalde popular de la capital de la República y abandonar el edificio Liévano, Andrés Pastrana dirigió su mirada hacia el Palacio de Nariño, dos cuadras al sur de la alcaldía, como diciendo "allá voy". Pastrana dejó su cargo rodeado de un aura de eficiencia y un innegable nivel de popularidad que, hasta la derrota de su padre la semana pasada, hacían que se hablara de él como uno de los precandidatos mas opcionados de su partido para 1994.
Paradójicamente, uno de sus rivales de mayor peso, por el lado del partido liberal, puede ser precisamente la persona que lo reemplazó como burgo maestre de la capital: Juan Martín Caicedo Ferrer. Al igual que a Pastrana, los sorprendentes resultados electorales del 27 de mayo han convertido a Caicedo en una figura de alcance nacional. El economista caleño logró, el 11 de marzo, una votación superior en casi 100 mil sufragios a la que puso en la capital César Gaviria, el nuevo Presidente de los colombianos.
Caicedo no ha ocultado nunca sus aspiraciones. Y posee condiciones para ser un buen político: tiene una gran facilidad de palabra, es ambicioso, y amigo de la figuración y de los grandes auditorios. La modestia no es la nota predominante de su personalidad. Sus diez años como presidente de Fenalco y su paso por el ministerio de Trabajo lo convierten en un hombre toreado en varias plazas. Pocas personas como él han sacado tan buen partido, desde el punto de vista de su imagen, de una presidencia gremial.
Solo un político lo emula en ese sentido: Ernesto Samper. A este último la presidecia de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, Anif, le sirvió también de trampolín para lanzarse con éxito en el intrincado mundo de la política. El delicado manejo de los múltiples intereses que se mueven alrededor de un gremio, la necesidad de proyectar adecuadamente la imagen de sus asociados para permanecer en el cargo y la importancia de contar para ello con el respaldo de los medios de comunicación, les dieron a los dos jóvenes políticos habilidad para el manejo de la opinión. Y todo parece indicar que les ha llegado la hora de medir fuerzas.
Samper será, sin duda, el rival más importante que tendrá que enfrentar Caicedo en 1994. Aunque muchos observadores consideran que el expresidente de Anif tiene mucha más cancha y apoyo que el recién estrenado político vallecaucano, los seguidores de Cai cedo piensan que la ideología de centro derecha de su jefe le podría servir más al país en los tiempos que corren que las tendencias izquierdizantes de Samper.
Más importante, sin embargo, puede ser el desempeño de Caicedo en la alcaldía de Bogotá. Tanto, que muchos consideran que esa será la verdadera campaña del nuevo alcalde en pos de la Presidencia. El, por supuesto, lo niega: "No hubiera sido honesto pedirle a los bogotanos que votaran por mí, como lo hicieron, si no fuera pensando seriamente en servir a los intereses de la capital". Pero la realidad es que ambas cosas no se oponen. Un buen servicio a Bogota puede ser una excelente carta de presentación para llegar al palacio de Nariño, como se demostró en el caso de Virgilio Barco.
Políticamente, además, Caicedo está jugando sus cartas con un enorme tacto. Para no crear resistencias, y aprovechando el despretigio al que condujo la administración actual a los llamados gobiernos de partido, Caicedo ha conformado un equipo multipartidista, con participación de todas las fuerzas que lograron figuración en las últimas elecciones, incluido el M-19. "A nivel municipal- asegura para justificar su posición- es cada vez más cierto aquello del fin de las ideologías; la gente ve los problemas con un enfoque cívico, y con dicho enfoque pretende que se los resuelvan" .
Para el nuevo alcalde de Bogotá, la concertación es un instrumento necesario para resolver los grandes males de la capital. "La inseguridad, por ejemplo, no se puede remediar sin el concurso de todas las fuerzas sociales", sostiene de manera categórica.
Otro campo en el cual ha sabido combinar los extremos, buscando consenso en torno de su nombre, es en el de la relación entre la técnica y la política. Por un lado, ha buscado capitalizar la imagen de persona eficiente y ejecutiva que logró en la presidencia de Fenalco, afirmando que su gobierno será una verdadera "gerencia" para la capital. Por el otro, ha logrado conseguir un importante respaldo popular, anunciando que dará prioridad en sus programas a la solución de los grandes problemas sociales de la ciudad. "De nada sirve construir grandes puentes -dice echándole puyas a su antecesor- si por ellos han de seguir transitando los problemas sociales de Bogotá" .
En casi todas sus intervenciones, antes y después de su elección, Caicedo ha insistido en la necesidad de incrementar los gastos en vivienda, salud y educación, con el fin de mejorar la situación de los sectores marginados de la capital."Es necesario formalizar a los informales", dice recordando sus épocas de dirigente gremial, cuando la informalidad se convirtió para él en casi una obsesión.
Advierte, sin embargo, que su preocupacíon por los problemas sociales no tiene ningún contenido populista.
"Hemos diseñado- asegura- instrumentos concretos para lograr los objetivos propuestos: vamos a conseguir más recursos, sin necesidad de imponer nuevos impuestos, y vamos a reordenar las entidades que atienden al sector social. Bogotá es una de las ciudades con mejor infraestructura social en América Latina, pero es a la vez una de las más deficientes en la prestación de los servicios. El problema no es politico, es de administracion".
Todo lo anterior se resume para Juan Martín en una sola palabra: politécnico. Ella define perfectamente, para él, su posición: "Voy a hacer un gobierno con una clara concepción política, pero con un enfoque gerencial". Esa es su carta. Y con ella piensa escalar un peldaño más hacia su gran objetivo: la Presidencia de la República.
Nacido el mismo día, mes y año que Luis Carlos Galán, Caicedo debe llevar en su cabeza la idea de que los astros no se pueden equivocar. Si confluyeron el 29 de septiembre de 1943 para presenciar el nacimiento de quien -de no ser por la tragedia- hubiera sido el nuevo Presidente, la del 94 puede ser su gran oportunidad. Tal era, por lo menos, la idea que parecía rondar el viernes en las cabezas de todos sus seguidores.