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“Este proceso le interesa al resto del mundo casi tanto como a los colombianos. Y no sería exagerado decir que para la comunidad internacional la paz se ve con mejores ojos que dentro de la propia colombia” Rodrigo Pardo, Director Editorial de Semana. | Foto: Daniel Reina

INTERNACIONAL

Colombia en el mundo

En 2016 el proceso de paz será el eje articulador de las relaciones internacionales del país.

30 de enero de 2016

El año que comienza llega cargado, para la política exterior colombiana, de desafíos d e gran envergadura. Estos tienen que ver con la inestabilidad mundial, por un lado, y el papel de Colombia en este contexto, por el otro.

Que el entorno global está atravesando por un profundo momento de inestabilidad es algo que se evidencia en los titulares de todos los periódicos: la incertidumbre económica ligada al desplome de los precios del petróleo, y la película de las amenazas terroristas en la que Estado Islámico es protagonista, llenan de sombras los escenarios de la política mundial.

En el Foro Colombia 2016 Rodrigo Pardo argumentó que la inestabilidad universal, sostenida también por otras realidades mundiales, obliga a repensar las formas de articular a Colombia con el planeta.

Primero, si bien Estados Unidos sigue siendo líder entre las naciones, tiene cada vez más competidores en materia económica, financiera, y tecnológica, lo cual hace que los países emergentes no lo vean como el principal referente para tomar decisiones internas. Por cuenta de ello, países como Colombia dejaron de considerar a Estados Unidos el aliado exclusivo e imprescindible.

Segundo, y a nivel regional, América Latina atraviesa un periodo de falta de consensos e incertidumbre institucional. No hay claridad del papel que hoy en día tienen la OEA, Unasur y el Alba, ni la manera como se pueden complementar sin pisarse los talones. Si bien en los últimos diez años el mundo vio a América Latina como la región de la esperanza, hoy cayó en la irrelevancia: México y Brasil, líderes tradicionales del subcontinente, pasan por duras crisis, y la guerra fría, que aún tenía vestigios en la zona, dejó de existir con la liberalización de Cuba y el inminente fin del conflicto con las Farc en Colombia.

En este escenario, Colombia se vuelve invisible y tiene poco que hacer en los grandes temas mundiales. Ni siquiera es ya un gran generador de problemas. Incluso, en materia de narcotráfico, México le robó ese deshonroso protagonismo.

En el nuevo contexto, el país debe concentrar esfuerzos diplomáticos en temas políticos ligados al proceso de paz, vista en algunos casos con más entusiasmo desde el extranjero, que desde el ámbito nacional. Así, por ejemplo, y como lo señaló el exministro Fernando Cepeda, es fundamental desarrollar aproximaciones políticas para mantener el apoyo de demócratas y republicanos al proceso de paz, en el marco de las elecciones de Estados Unidos,.

Hasta ahora, el proceso de paz no ha tenido un componente internacional destacado. En sus comienzos el presidente Santos limitó la participación internacional a Cuba, Noruega, Chile y Venezuela, países que han ejercido de garantes. Y, posteriormente, el presidente Obama, Naciones Unidas y Alemania enviaron observadores que, más que protagonistas, se han limitado a estar enterados.

En los últimos meses, las necesidades de internacionalización aumentaron al punto que el Consejo de Seguridad de la ONU participará activamente en el posconflicto. Pero esos esfuerzos diplomáticos, si bien son invaluables, requieren de un impulso político adicional que permita aprovechar los aprendizajes de la OEA en la resolución de conflictos, y conseguir más recursos económicos para la etapa posterior a la firma, entre otros. La diplomacia alrededor de la paz también será fundamental, porque la firma de un acuerdo, como señaló en el foro José Manuel Restrepo, no solo es un paso hacia la reconciliación. También es una instancia para atraer capitales extranjeros y cambiarle la cara al país.