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| Foto: Jorge Restrepo

POLÍTICA

Plebiscito para la paz: se encienden los motores

El país está a punto de entrar en una campaña tan peleada como una elección presidencial. Así arrancan la carrera los equipos a favor y en contra del proceso de paz.

16 de enero de 2016

Los amigos y enemigos del plebiscito sobre los acuerdos entre el gobierno y las Farc ya empezaron a mover sus fichas. Si todo sale como espera el gobierno, y la paz se firma el 23 de marzo, comienza el conteo regresivo para saber si los colombianos están o no con el proceso de La Habana. Mientras llega la fecha, ya se empezaron a formar los equipos promotores de un lado y otro y se conoce por los laditos cuál será el mensaje de cada orilla para lograr los más de 4 millones de votos necesarios para alcanzar el umbral. Así arranca esta carrera.

LOS DEL SÍ

El gobierno ya comenzó una campaña de expectativa sobre la divulgación de los acuerdos. Para ello creó la página web La Conversación más Grande del Mundo en la que busca que todos los sectores, desde los más decididos hasta los más incrédulos, intercambien opiniones y preguntas sobre lo que se viene para el país en caso de que se firme la paz. El equipo de comunicaciones de palacio, con el apoyo de la agencia de publicidad JWT, elaboró la estrategia publicitaria, que concentrará esfuerzos de comunicación 30 días antes de la fecha de votación, cuando el gobierno tenga que divulgar el acuerdo final y explicar al país punto por punto lo acordado.

La fundación Todos por la Paz, dirigida por el expresidente de Avianca Fabio Villegas, liderará la campaña por el Sí en coordinación con la Casa de Nariño, pero con forma de organización social. Por cuenta de su trayectoria y reconocimiento en el sector privado, Villegas buscará que empresarios, elites regionales y organizaciones sociales se monten al bus de la paz. Su coequipero es el estratega Miguel Silva, quien de tiempo atrás ha asesorado al presidente Santos en materia de comunicaciones sobre el proceso de paz.

La fundación también busca ser un paraguas para que algunos líderes del estilo de los senadores Antonio Navarro o Claudia López puedan unirse a la campaña. Todos por la Paz va a funcionar como una empresa, tendrá oficinas por todo el país y ya tiene varios adeptos.

Los expertos todavía están trabajando en los mensajes de campaña. Mientras algunos creen que la paz se debe vender como una realidad que beneficia a todos los colombianos, otros consideran que este mensaje no calaría en la Colombia urbana y que es mejor invitar abiertamente a las mayorías a tragarse algunos sapos de la historia en aras de ponerle fin al conflicto.

Los miembros de la izquierda radical, como los senadores Jorge Enrique Robledo o Iván Cepeda, o la propia Piedad Córdoba, seguramente harán campaña por el Sí por su cuenta. Por un lado, porque algunos de ellos, como Robledo, ven en la fundación de Villegas el comienzo de una precandidatura presidencial de Humberto de la Calle. Por otro, porque consideran que apoyar la paz desde una fundación cercana al gobierno los puede hacer aparecer como miembros activos de la Unidad Nacional.

A nivel regional, se prevé que decenas de organizaciones sociales y comités municipales, más de base, harán su propio trabajo de pedagogía y campaña por el Sí. No obstante, aunque el discurso de la paz esté presente en todas las voces a favor del plebiscito, no será fácil lograr la cohesión estratégica de quienes lo respaldan. Históricamente, en Colombia los egos políticos han estado por encima de las causas comunes y, desde diferentes sectores, la palabra paz se entiende de diferentes maneras. El riesgo de no querer ser asociados con el santismo llevará a muchos a defender el Sí por su propia cuenta.

LOS DEL NO

Entre quienes se oponen a que el país estrene la figura del plebiscito para validar la firma de la paz están los uribistas, un buen número de empresarios que sienten que el statu quo está amenazado y el eterno enemigo del proceso: el procurador Alejandro Ordóñez. A este no le gusta el plebiscito porque considera el proceso de paz un ‘acuerdo de impunidad’ que no garantiza justicia para las víctimas. Lo más probable es que termine por defender la abstención, para debilitar la legitimidad del proceso y reclamar que la mayoría abstencionista se manifestó contra los acuerdos con las Farc.

Si bien coinciden en los mismos argumentos para oponerse, los uribistas están en una encrucijada. Cuando se reunieron a finales del año pasado en un foro ideológico no llegaron a un acuerdo sobre la fórmula más conveniente para atacar el plebiscito. La senadora Paloma Valencia les hizo una larga presentación de por qué resultaría más estratégico promover la abstención, mientras su colega Iván Duque insistió en que que es mejor confiar en que la Corte Constitucional tumbe la posibilidad de hacer la elección o, en caso de que esto no suceda, promover el voto por el No.

Lo que ha puesto al senador Álvaro Uribe y sus principales alfiles a dudar entre la abstención y el No, es que creen que al hacer campaña por el voto negativo estarían legitimando el plebiscito, un mecanismo de refrendación que han criticado desde el principio. Adicionalmente, el expresidente y senador sabe que si gana el No, el costo político de haberle cerrado la puerta a la paz puede ser muy alto.

Pero apostarle a la abstención tampoco es una salida estratégica del todo fácil. Al promoverla, los uribistas pueden dejar que el Sí gane terreno al convencer de no votar a quienes creen en el No, mientras que los del Sí, así sean pocos, podrían ser suficientes para cumplir con el bajo umbral electoral que se requiere para la refrendación (4.396.625 votos que corresponden al 13 por ciento del censo electoral).

¿Y LAS FARC?

La guerrilla no va a salir a hacer campaña por el Sí, ya que sus líderes han argumentado que el plebiscito no se discutió en la mesa. Pero, como a la larga entiende que si gana el No se acaba el proceso, el grupo se mantendrá al margen de la discusión.

Por ahora, el aporte de las Farc será cumplir el plazo del 23 de marzo, contribuir a que la divulgación de los acuerdos sea efectiva y prepararse para entregar las armas.

Si el plebiscito pasa la prueba de la Corte Constitucional, el país entrará en una de las campañas políticas más álgidas y polarizadas de los últimos tiempos. Los motores ya se encendieron. Falta ver cuál de los dos equipos le meterá más acelerador para saber si Colombia le apuesta a esta salida por la paz.