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PEÑALOSA EL BULDOZER

4 de mayo de 1998

En sus 100 días de gestión, y a pesar de los conflictos, el alcalde de Bogotá mantiene su pulso firme. Enrique Peñalosa cumplió 100 días al frente de la Alcaldía Mayor de Bogotá, el segundo cargo más importante del país, y el balance hasta el momento es favorable. Aunque tres meses son poco tiempo para medir su desempeño sí sirven como indicador del derrotero de su administración. Y en este sentido hay consenso de que el Alcalde va por buen camino. Peñalosa llegó al despacho del Palacio Liévano en enero con un perfil más gerencial que político y con dos grandes compromisos por delante: responder al respaldo que los bogotanos le dieron en las urnas _más de 600.000 votos_ y superar los resultados de sus antecesores, Antanas Mockus y Paul Bromberg. Peñalosa tiene claro que esta pareja dejó el punto muy alto y que en lo sucesivo quien dirija los destinos de la capital no podrá centrar su gestión sólo en tapar huecos o hacer puentes. Por eso él tiene planes más ambiciosos: "En los últimos 50 años la ciudad construyó lo elemental para sobrevivir. En los próximos 50 años la prioridad debe ser aprender a vivir. Vamos a competir con Suiza y Alemania en calidad de vida". Aunque esto suena utópico el Alcalde no está solo en su empeño y espera que los ciudadanos le ayuden a lograrlo. Además de su hermano Guillermo, confidente y mano derecha, cuenta con un equipo que ha merecido elogios hasta de los funcionarios de la administración Mockus, como la ex secretaria de Gobierno Alicia Eugenia Silva, para quien "Peñalosa está mucho mejor rodeado hoy que si hubiera sido alcalde hace tres años". Diciendo y haciendoPara su plan de cambiarle la cara a Bogotá quiere meterse a fondo en el mejoramiento de la estructura física y administrativa de la ciudad. De acuerdo con el Plan de Desarrollo que presentó al Consejo Nacional Territorial la idea es recuperar el espacio público, construir ciclorrutas y parques, impulsar el desarrollo de los barrios marginales, poner en marcha las líneas de solobús y las troncales y crear un banco de tierras, entre otros proyectos. Pero el financiamiento del 25 por ciento de los proyectos depende de que el Concejo apruebe la venta de la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB), aprobación que ha negado varias veces en años anteriores. Peñalosa sostiene que la situación no da espera y por eso trabaja marcando hombre a hombre a los concejales, con quienes intenta limar asperezas: "Es el momento de hacer cosas que van a cambiar la ciudad para siempre. Cosas que si no se hacen ahora no podrán hacerse nunca", dijo a SEMANA. Gran parte del énfasis de su administración está puesto en el espacio público. Por eso entró como un buldózer y sus medidas para desalojar a los vendedores ambulantes terminaron en enfrentamientos con la policía. Los vendedores han protestado alegando que el Alcalde olvida el problema social y que les está quitando su medio de vida en una ciudad con más del 10 por ciento de desempleo. Y también hay críticos dentro de la propia administración: "El Alcalde tiene una obsesión marcada, exagerada para la realidad de la ciudad, por el espacio público. Es como un decorador de exteriores. Al comienzo él reunía un equipo interdisciplinario todos los lunes por la mañana para diseñar una política agresiva en este campo. Para desarrollar acciones contundentes. Este es un problema importante pero no debería estar por encima de otros", dijo un funcionario. Pero al Alcalde esto lo tiene sin cuidado. No piensa dar marcha atrás y, después de sacar a los vendedores de la 10ª, hará lo mismo con los de la Plaza de San Victorino para reubicarlos en un lote de la calle 13 con carrera 31. La seguridad es otro objetivo y por eso reforzó la presencia policial en la zona comprendida entre las calles 6ª y la 26 y carrera 7ª y Avenida Caracas. Con esto se redujo en 27 por ciento la criminalidad del sector. También se instalaron bombillas nuevas y se dispuso que el servicio de aseo funcione las 24 horas del día. Con estas acciones se busca beneficiar a 500.000 personas que se movilizan o viven en el centro y perfeccionar un plan para ser aplicado al resto de la ciudad. La pelea con los vendedores ambulantes es la más sonada, pero no ha sido la única. Su decisión de quitar de las manos de las alcaldías locales los contratos de obras para entregarlos a la administración central no fue bien recibida por algunos ediles. Pero esto también tiene sin cuidado a Peñalosa, que quiere acabar con la corrupción que desangra al Distrito en sumas que oscilan entre 15.000 y 20.000 millones de pesos. Aunque sus críticos aseguran que es echar para atrás en materia de descentralización municipal, el Alcalde piensa lo contrario. Asegura que como los alcaldes menores no tendrán que dedicar el 80 por ciento del tiempo a hacer contratos podrán gobernar. Tal como pintan las cosas es probable que Peñalosa no sea un alcalde popular. Tiene una faceta de autoritarismo en su personalidad y es de los que por donde mete la cabeza la saca. Así que es seguro que sus medidas no tendrán mucho en cuenta lo que le gusta a la gente sino lo que él cree que necesita. "Los reconocimientos _dice_ vendrán después. De nuestros hijos y nuestros nietos. Ellos agradecerán lo que hagamos ahora por recuperar la dignidad de la ciudad".