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PELIGRO EN LA VIA

El gerente de la General Motors estuvo a punto de morir baleado en un retén militar en la carretera entre Girardot y Bogotá. ¿Qué fue lo que pasó?

12 de febrero de 1996


LA VISITA ESTABA PLENAmente justificada. El comandante del Ejército Nacional, general Harold Bedoya Pizarro visitó el miércoles pasado al gerente de la General Motors Colmotores al sur de Bogotá, Eduardo Bayón Montaña. En una corta conversación Bedoya le ofreció disculpas por el confuso incidente del día anterior en un retén militar ubicado en el kilómetro cuatro de la vía panamericana que conduce a Carmen de Apicalá Cundinamarca, en el cual fue baleada la caravana en la que se movilizaba el alto funcionario de la multinacional estadounidense.
Los hechos sucedieron minutos antes de las seis de la madrugada del pasado martes 9 de enero. La Décima Brigada del Ejército había recibido días antes una llamada anónima en la que informaban que un grupo de hombres armados que se hospedaba en el Hotel Ski Chicalá y que se movilizaba en dos vehiculos, pretendía secuestrar al dueño de ese hotel. Ante esta advertencia el comando de esa guarnición militar ordenó instalar un puesto de control sobre la via. Hasta ahí todo iba bien. Pero los problemas comenzaron cuando el grupo de uniformados se trasladó hasta el lugar y olvidó llevar los elementos reglamentarios de señalización que debe utilizar el Ejército cuando realiza un retén.
Cuando advirtieron que no tenian dichos materiales, los soldados decidieron que una buena forma de señalizar su puesto de control era colocando piedras sobre la carretera. Mientras los uniformados se las arreglaban para tratar de reparar su olvido, el gerente de la General Motors y su esposa, Dora Pardo de Bayón, salian del hotel Ski Chicalá con rumbo hacia Bogotá. Si no se presentaba ningún contratiempo, Bayón y su esposa estarían en Bogotá a eso de la 7:30 de la mañana. Pero no fue así. Pocos minutos después de salir, el conductor de la camioneta Trooper blindada de placas BDZ 703 en la que se desplazaba el gerente, alcanzó a ver algunas piedras en el camino que parecían ubicadas allí con el propósito de obstaculizar la via. Pocos metros antes del obstáculo el chofer decidió disminuir la velocidad, pero al ver que no aparecía nadie y que sólo alcanzaba a ver a unos hombres armados, decidió apretar el acelerador. Lo mismo hizo la camioneta de los escoltas. Por su parte los uniformados, al creer que se trataba de los hombres armados que habían sido anunciados en la llamada anónima, abrieron fuego contra los vehiculos. El suceso terminó con un saldo de cuatro heridos: la esposa de Bayón y tres escoltas.
Afortunadamente el confuso incidente no terminó en nada grave. Las heridas fueron leves y a las pocas horas de ingresar al hospital regional San Rafael de Girardot, los cuatro pacientes fueron dados de alta. Pero más allá de que el hecho no terminó en algo irreparable y de que el comandante del Ejército ofreció disculpas al gerente de la General Motors Colmotores y esclareció las causas del lamentable suceso, esas explicaciones no son justificaciones válidas. Es reprochable que el Ejército ubique un retén en una zona guerrillera, donde opera el frente 22 de las Farc, sin ningún tipo de señalización e información que advierta a los conductores que se trata de un puesto de control de organismos de seguridad del Estado.
En momentos en que a Imagen internacional del pais está deteriorada, es reprobable que una patrulla militar haya estado a punto de hacerle daño al gerente de una multinacional. Si no se evitan estos incidentes, los inversionistas extranjeros en el pais podrian pensar que Colombia ya no es un lugar interesante para invertir, por el simple hecho de que no es seguro para sus empleados.