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PERICOS, AREPA Y RECONCILIACION

Más ruido por los ausentes que por los presentes en el desayuno de los empresarios en Palacio.

5 de noviembre de 1984

El ambiente era pesado. La mayoría de los asistentes llegó prevenida dado el distanciamiento que existía directamente entre el Presidente Betancur y algunos gremios económicos e indirectamente entre él y la empresa privada, como consecuencia de la acusación de instigadores que Betancur le había hecho a sus más vehementes críticos, muchos de los cuales se encontraban esa mañana en Palacio.
El saludo del presidente de la Andi, Fabio Echeverri, con el primer mandatario fue frío. Uno a uno, los 63 empresarios, varios de ellos ojerozos por la madrugada, se fueron sentando a la mesa donde les serían servidos huevos pericos con la inevitable arepa. Minutos después, el Presidente comenzaba a leer su discurso. Fue una exposición más bien rutinaria, con uno que otro lugar común, que llamó la atención no tanto por su contenido como por dos mensajes "cifrados" de carácter anecdótico: el primero de ellos pretendía justificar la no invitación de algunos dirigentes gremiales, con el argumento de que las invitaciones se habían hecho a título personal; el segundo era un minidardo contra las aspiraciones de la empresa de hamburguesas McDonald de implantarse en Colombia, cuando hablando de la inversión extranjera, subrayó con el mejor acento belisarista que ésta tendría que ser "uuútil".
Después de estas palabras, que no cambiaron mucho las cosas, el Presidente, haciendo las veces de moderador, le cedió la palabra al ministro de Gobierno Jaime Castro. Según todos los presentes, Castro salvó la tarde, o mejor dicho, la mañana. En una intervención improvisada superior a su alocución televisiva de dos días antes, el Ministro logro decir exactamente lo que su auditorio quería oír. Lo hizo combinando planteamientos serios con un tono coloquial que dejo la impresión de una persona realista que le estaba diciendo "al pan, pan, y al vino, vino". Castro explico en cinco puntos la política gubernamental sobre la paz.
Básicamente, el Ministro expuso que las reformas de tipo económico, social y político promovidas en las cámaras como respaldo al proceso de paz "no tienen ningun carácter revolucionario, ni son anti-sistema". Dijo, además, que la razón de haber iniciado el Plan Nacional de Rehabilitación era que la guerrilla se estaba adueñando de algunas zonas olvidadas del territorio nacional "donde se mueve como pez en el agua ...hace justicia... da de baja a los malhechores... y entra a reemplazar al Estado". Una de las frases de su intervención que más gustó a los invitados fue aquella en la cual aseguró que no había que preocuparse demasiado por el despliegue dado por los medios a la guerrilla "ya que sus líderes, como buenos políticos viven con un deseo de figuración incontenible" y "es preferible que los tenga uno en las emisoras así sea desfogándose y no en el monte hablando el lenguaje de los fusiles". En otra frase, que llamó la atención, Castro dijo que en lo referente a las personas que se apartaran del proceso de paz recurriendo a la violencia, la orden del Presidente era la de "disparar con buen tino".
Luego, el Presidente volvio a intervenir como moderador y con frases como "a ver, allá al final de la mesa, el doctor Espinosa" fue concediendo la palabra a los empresarios. Entre éstos, se destacaron las intervenciones de Carlos Pacheco Devia, presidente de Colpatria; Ramón de la Torre, representante de Exxon en Colombia y Jan Carendi, de Seguros Skandia. Pacheco alcanzo a sorprender a algunos de los invitados con una propuesta sobre la necesidad de implantar en Colombia un seguro de desempleo. De la Torre expuso la preocupación de los inversionistas extranjeros frente al problema de la inseguridad, la extorsión y el secuestro y Carendi manifestó que las multinacionales debían tener "conciencia social". Estos y los demás participantes hablaron en un tono de respeto y repaldo al gobierno sin dejar de expresar su preocupación por el auge del secuestro.
A este ambiente de distensión contribuyeron luego las exposiciones de los ministros de Hacienda, Roberto Junguito, y Desarrollo, Iván Duque, que aunque resultaron más bien discretas y circunscritas al campo de cada una de estas carteras, fueron en general bien recibidas entre los empresarios.
Lo que si no contribuyó en nada al ánimo conciliador que se estableció con el desayuno en Palacio, fue el aspecto anecdótico de la no invitación a Juan Martín Caicedo, de Fenalco, y Tulio Echeverri, de Camacol. El efecto logrado por la reunión se distrajo y los medios de comunicación especularon sobre las razones que podían haber llevado a los organizadores del acto a no incluir a estos dirigentes gremiales en la lista de invitados. La verdadera razón, aunque hubo intentos por disimularla atribuyendo la responsabilidad a terceros, fue que el Presidente Betancur pidio que ni Caicedo. ni Echeverri fueran invitados.
Aparte de esto, es innegable que el desayuno y las reuniones que se han anunciado para el futuro tienen un gran valor simbólico para un grupo de industriales y empresarios que estaban sintiendo desde hace tiempos que a ellos se les ponía menos atención que a los artistas y a los guerrilleros.