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A PESAR DE TODO

La Convención Liberal tuvo mayor éxito del esperado, pero los problemas del partido continúan vigentes.

10 de enero de 1983

Era muy poco lo que se esperaba de la convención liberal del sábado pasado. La mayoría de los observadores políticos, gran parte de la prensa, e inclusive del sector "legitimista", anticipaban que la caída del partido liberal se sentiría más en la convención que en la propia noche del 30 de mayo. El comentario más benévolo era en el sentido de que escasamente llegaría a lograrse el quórum.
En medio de este lánguido ambiente, no fue poca la sorpresa cuando el salón elíptico del capitolio nacional se fue llenando gradualmente, hasta atiborrarse, como no se había visto en ninguna de las últimas convenciones.
De los 576 delegados con derecho a asistir, se presentaron alrededor de 450, incluyendo algunos de los que habían firmado el día anterior una declaración anunciando su no asistencia. El recinto estaba sobriamente decorado con retratos de los expresidentes liberales y al fondo se asomaba una tímida bandera roja. El agudo parlamentario antioqueño César Pérez, al tomar nota de la galería de fotografías, comentó con ironía a SEMANA: "Si éstos son los expresidentes liberales, dónde está Belisario?" En un toque novedoso, los convencionistas ostentaban claveles rojos que atractivas jovencitas habían colocado en sus solapas. Entre los asistentes se destacó la presencia de la delegación de la ANUC, otra de los indígenas, así como la numerosa representación de las centrales obreras. También se notó la presencia de las hijas del expresidente Turbay Ayala quien, días antes, había enviado una carta al director de El Tiempo, Hernando Santos Castillo, apoyando la convención y solicitando nuevamente un replanteamiento de las relaciones entre el partido liberal con el gobierno.
López y su esposa llegaron a las 11:30 acompañados por el presidente del congreso, Bernardo Guerra; el vicepresidente de la cámara de Representantes, Emilio Lébolo, Ernesto Samper Pizano y el periodista Juan Guillermo Ríos. Después del medio día, cuando ya se había verificado el quórum, el expresidente tomó la palabra. El discurso empezó lento. Era un extenso documento de 29 cuartillas, cuya lectura habría de durar una hora y 15 minutos.
El discurso tuvo tres elementos sobresalientes: su renuncia a la jefatura del partido; enjuiciamiento a la política económica y social del gobierno; y un llamado al partido a recordar que había perdido la unidad pero no las mayorías. Luego de una buena dosis de autocrítica no sólo en relación con la situación general del partido, sino con la suya propia, López invitó al partido a la unidad en torno no sólo a una renovación ideológica, sino al respeto a las mayorías en las próximas elecciones de mitaca. En relacion con este segundo aspecto anotó: "Nosotros no hemos perdido nuestras mayorías, sino nuestra unidad. De nosotros, los liberales de las distintas tendencias, depende recuperarla. Es la meta que dejo a quien o a quienes hayan de sucederme en la conducción del liberalismo. Quiéranlo o no las directivas, las elecciones de mitaca, que habrán de celebrarse dentro de 20 meses, van a constituir un plebiscito para la confrontación entre los grupos. Del liberalismo depende que este episodio ahonde la división ya existente o que, acogiéndose al resultado de las urnas, el partido adopte la regla de acatar las mayorías, dentro de unos parámetros que impidan que la reagrupación se traduzca en rendición incondicional de los vencidos".
Posteriormente, el expresidente hizo un llamado al partido para que hiciera una oposición constructiva señalando que: "Desistira nombre del patriotismo, sería consagrar el principio de que los partidos políticos son antinacionales y que lo único patriótico es apoyar al gobierno de turno. "Como para no retrasar la puesta en práctica de esta máxima, López procedió, después de algunos elogios personales al presidente Betancur y de un reconocimiento a su gestion por la paz, a criticar en términos severos la política económica del gobierno. Alegando una contradicción entre dos corrientes antagónicas, la una realista y la otra obsoleta, el expresidente López aprovechó la oportunidad para lanzarle puyas a las orientaciones de inspiración llerista del equipo económico.
López termino reiterando su renuncia a la jefatura del partido y manifestó su disponibilidad de servirle como consejero dentro de la nueva organización del mismo en la proxima etapa. Una prolongada ovación que emocionó visiblemente a López siguió a su intervención. Una interminable lista de oradores prolongó la sesion siete horas más. De éstas la que más llamó la atención fue la del exministro Abdón Espinosa Valderrama quien criticó frontalmente el tono del discurso y el ambiente de la convención como "de división y no de unidad".
A medida que la convención avanzaba se fueron presentando ciertos cambios en relación con acuerdos informales previos. Se había abierto paso la idea de aprobar una proposición según la cual no se aceptaría la renuncia y se ratificaría a López en la jefatura del partido con plenos poderes para nombrar la dirección alterna. Esta propuesta, sin embargo, no fue aceptada por el expresidente quien, después de clarificar su posición, manifestó que estaría dispuesto a continuar como jefe único del partido durante dos o tres meses más, tiempo durante el cual deberá reunirse la junta de parlamentarios encargada de nombrar la comisión política central. Tal pronto ésta sea escogida, López pasará a ejercer las funciones de consejero, de acuerdo con los esquemas de la nueva organización, y la comisión ejercerá la dirección del partido. Esta fórmula, redactada por el delagado del Cauca, Guillermo Alberto González, constituía una salida de transacción que fue aprobada por unanimidad.
Auncuando el evento aisladamente podría ser considerado un éxito, la realidad es que el partido liberal atraviesa por una de sus más serias crisis. Para comenzar, no sólo esta dividido en dos vertientes, sino en tres, puesto que en el propio sector "legitimista" hay quienes, como el senador Alberto Santofimio, quieren hacer tolda aparte. Por otra parte, su espacio político ha sido hábilmente ocupado por el presidente Betancur quien, en cierta forma, le ha ido quitando al partido sus banderas. Lo que se vio en la convención podría ser considerado como una prueba del instinto de conservación del partido. Este seguramente se traducirá en el ejercicio de la oposición al gobierno. No obstante el relativo optimismo con el cual terminó la convención, el hecho real es que aún falta mucho trayecto por recorrer para recuperar el poder.--