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PESCA SANGRIENTA

De no ser por dos sobrevivientes, el asesinato de 14 pescadores venezolanos hubiera pasado por operativo militar.

5 de diciembre de 1988

Lo que para 16 pescadores y campesinos de la localidad de El Amparo (Venezuela) debía ser un agradable sancocho, termino en matanza. Al mediodía del pasado 29 de octubre, los pescadores llegaron a bordo de un bote hasta un brazo del río Arauca, para celebrar la temporada de pesca que se lleva a cabo por estos días. No habían acabado de descender de la embarcación cuando, sin mediar palabra, sin ninguna provocación y sin previo aviso, miembros del Comando Específico José Antonio Páez (grupo de antiguerrilla), al mando del general Humberto Camejo, abrieron fuego y asesinaron a 14 de los 16 hombres, a los que en un comienzo identificaron como miembros del ELN.
No es la primera vez que se conoce de arbitrariedades cometidas por la Guardia Nacional de Venezuela, tanto en su territorio como en Colombia. La incursión en el vecino país de grupos guerrilleros colombianos, el secuestro de ganaderos venezolanos y los ya tradicionales problemas fronterizos, han hecho que las Fuerzas Armadas de ese país realicen continuas acciones a lo largo de la frontera, que en más de una ocasión se han convertido en verdaderos atropellos. Sin embargo, lo ocurrido el pasado sábado 29 de octubre rebasa cualquier límite.
Las primeras versiones oficiales dieron cuenta de 16 guerrilleros colombianos muertos, tras 40 minutos de combate. Pero, con lo que no contaban los militares era con que dos de los supuestos guerrilleros lograran escapar con vida atravesando el río Arauca y fueran los encargados de denunciar el hecho. Según las declaraciones de los sobrevivientes, José Aquileo Arias y Wilmer Gregorio Pinilla, los pescadores fueron atacados sorpresivamente por la patrulla en un brazo del Arauca, en el sitio conocido como Carlo Colorado, a sabiendas de que se trataba de personas inocentes y desarmadas. Una vez consumado el crimen, los integrantes de la patrulla procedieron a ponerle a los cadáveres ropas e insignias del ELN, además de armas automáticas, granadas y explosivos. Uno de los muertos era un ciudadano colombiano que hacia más de 10 años se había radicado en Venezuela.
Al comenzar la semana pasada, la versión de los sobrevivientes, corroborada por las declaraciones de la prefecto de El Amparo, Grimelda de Márquez, quien afirmo que los asesinados eran personas honorables y conocidas de la población, levantaron roncha. El malestar se acresentó cuando se supo que los pobladores de El Amparo debieron sublevarse para evitar que miembros de la patrulla que cometió el crimen, sacaran a los sobrevivientes de los cuarteles de la población con el fin de evitar que difundieran la noticia. Ante la evidencia, el gobierno se apresuro a aceptar el hecho como un "error fatal", aunque el presidente Lusinchi, en alocución televisada el pasado jueves, aseguro que los hechos no eran como los habían contado los sobrevivientes, pero sin revelar la versión a la que se refirió. De nada sirvió que prometiera juicios y castigos a los culpables, pues hasta ahora ninguno de los miembros de la patrulla ha sido detenido y lo ánimos están bastante caldeados.
Lo cierto es que, a un mes de las elecciones presidenciales, Lusinchi enfrenta uno de los momentos más tensos de su gobierno, en especial a lo que a las Fuerzas Armadas se refiere.
Desde hace varios días se ha vivido en Venezuela un tenso ambiente debido a que miembros de las diferentes armas han venido presionando al gobierno para que aumente salarios.
También hay inconformidad por algunos movimientos dentro de la alta cúpula militar, como consecuencia de ascensos exagerados y bajas imprevistas. Tal situación tuvo su punto critico el pasado 26 de octubre, mientras Lusinchi estaba en Punta del Este y el ministro del Interior -Simón Alberto Consalvi- estaba encargado del gobierno, cuando después de mucho tiempo los tanques de guerra salieron a las calles de Caracas y llegaron hasta el Ministerio del Interior, antes de regresar a sus bases.Y, como para no dejar dudas de su intención, el pasado lunes 31, dos aviones F:16 de la Fuerza Aérea sobrevolaron la capital con la disculpa de que problemas atmosféricos los obligaron a desviarse.
En cuanto a la masacre, la noticia desató una ola de protestas estudiantiles en Caracas, Merida, Valencia, Maracay y Maracaibo que el miércoles pasado se cerraron con un saldo de varios heridos a bala. A lo anterior se sumó, durante jueves y viernes, un paro generalizado de los maestros de primaria y secundaria con sus respectivos desórdenes.
Por ahora, oficialmente las investigaciones no han llevado a nada. Extraoficialmente se afirma que no se trata de la primera matanza cometida por las fuerzas militares venezolanas, aunque si es la primera en la que quedan sobrevivientes para contar el cuento. De otro lado, en baja voz se comenta que la matanza de El Amparo puede ser la retaliación por un hecho ocurrido hace algunas semanas, cuando el helicóptero que conducía al general Lopez Cisco, jefe de la Disip -Policía Política- cayó en cercanías de esa población. Las versiones afirmaron que se trato de un accidente, pero no se descarta que haya sido un atentado guerrillero y que López haya ordenado el operativo del sábado 29. A estas alturas el partido de oposición, Copey, tampoco ha levantado su voz de protesta ya que al parecer durante sus gobiernos se han realizado atropellos similares y, como lo dijera a SEMANA un periodista radicado en Venezuela,"todos se arropan con la misma cobija".