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| Foto: AFP

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El Brexit tumbó a Cameron, ¿y en Colombia?

El jefe del equipo negociador puso su cargo en manos del presidente Santos tras la derrota en el plebiscito. ¿Será apenas el primero en renunciar?

3 de octubre de 2016

El espejo del Brexit tomó renovada validez para el caso colombiano después de que el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, presentó su renuncia protocolaria la mañana de este lunes. Esto, luego de conocerse el triunfo del No en el plebiscito que debería haber refrendado lo acordado en cuatro años de negociaciones en La Habana.

En una de las primeras reacciones, y aún sin conocerse la respuesta del presidente Juan Manuel Santos, el exprocurador Alejandro Ordóñez, que hizo campaña por el No, le dijo a Semana.com que todos deberían renunciar.

Algo similar ocurrió luego de la consulta sobre la continuidad de Gran Bretaña dentro de la Unión Europea, que se saldó en junio con el sorpresivo triunfo de la opción por abandonar el bloque.

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El entonces primer ministro, David Cameron, no estaba obligado a realizar esa consulta, que de hecho ni siquiera era vinculante. Pero la prometió para solucionar problemas internos el Partido Conservador.  

Durante la campaña, muchos observadores consideraron a Cameron, de pasado euroescéptico, como  el principal lastre de la opción por permanecer en la UE, y la oposición lo retrató como un líder en el que no se podía confiar. Después del batatazo, se vio obligado a renunciar.

El desordenado proceso de sucesión, que incluyó una lucha fratricida entre los abanderados del Brexit dentro del propio Partido Conservador, terminó con el ascenso al poder Theresa May, la encargada de supervisar el complejo y dilatado proceso de salida del bloque continental.

Vale la pena recordar que en el caso británico, el inesperado desenlace de la consulta no sólo provocó la caída del primer ministro, también la renuncia de los propios promotores del Brexit, como el conservador exalcalde de Londres Boris Johnson y el dirigente del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) Nigel Farage. Los abanderados de la salida  se fueron en desbandada al ser incapaces de demostrar las dudosas y populistas cifras y argumentos con los que convencieron a los votantes.

En el caso colombiano, el presidente Santos tampoco estaba obligado a aprobar en un plebiscito lo acordado con las FARC, pero tomó la decisión política de someter a las urnas el acuerdo final para darle legitimidad. Su intención podía ser buena, pero representaba un riesgo innecesario que muchos advirtieron desde el primer momento. Más aun al considerar sus bajos niveles de popularidad derivados, en gran medida, de la propia negociación de La Habana. La oposición, como ocurrió en el caso británico, consiguió instalar la idea de que es un líder en el que no se puede confiar.

Cuando el país apenas comienza a digerir las consecuencias de la votación del domingo, muchos ya comienzan a especular con la dimisión del equipo negociador, con una crisis de gabinete e incluso con que el propio presidente Santos dé un paso al costado. Varios voceros del Centro Democrático habían ventilado esa opción en caso de resultar ganadores antes de que se conocieran los resultados.

El mismo presidente alimentó las especulaciones en noviembre del año pasado, cuando admitió en una comentada entrevista con la BBC que estaría en serias dificultades si perdía el plebiscito, e incluso insinuó en una respuesta la posibilidad de marcharse.  

Sin embargo, las diferencias con Gran Bretaña también son notables, especialmente por el sistema parlamentario de las islas que favorece los cambios ordenados de Gobierno sin necesidad de ir a elecciones, frente al presidencialismo colombiano.

Una eventual renuncia del presidente quedó descartada con sus palabras del domingo, cuando prometió seguir persiguiendo la paz “hasta el último minuto de mi mandato”. Pero la sacudida de su equipo de Gobierno puede ser otra historia completamente distinta, como muestra la renuncia protocolaria de De la Calle.

En la otra orilla, también están por verse la respuesta de los promotores del No cuando deban explicar la manera como quieren cumplir su promesa de renegociar los acuerdos.