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| Foto: Montaje SEMANA

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Cumbre Uribe-Santos: ¿Será algo más que una foto?

Ha generado gran expectativa, sin embargo, las declaraciones tanto de las FARC como del Centro Democrático no invitan al optimismo.

5 de octubre de 2016

En términos de coyuntura política, el expresidente Álvaro Uribe está en el mejor de los mundos. Uno en el que hasta hace poco ni él mismo se habría imaginado. Que el resultado del plebiscito obligue a que sus demandas deban ser tenidas en cuenta en un proceso de paz con las FARC es un éxito rotundo para alguien que ha hecho de la lucha contra la guerrilla su caballo de batalla.

Uribe se encontró un tesoro en medio de la nada, en palabras de alguien cercano a los dirigentes del Centro Democrático que estuvo Llanogrande, Antioquia, en el momento en el que se conocieron los resultados del plebiscito. Pero se trata de algo más que una metáfora. “Hacía mucho tiempo no veía al expresidente de tan buen humor. Es la calma que sólo da saber que tiene el sartén por el mango”, sostuvo.

Para que se concrete el fin del conflicto con las FARC, las circunstancias obligan a que el Gobierno, el uribismo e incluso otros sectores lleguen a consensos. Y eso tiene una etapa fácil y una difícil. La fácil es que las partes declararon públicamente estar dispuestas a hablar.

Desde su esquina, Santos delegó para las conversaciones a tres de sus funcionarios con más talante diplomático: el jefe del equipo negociador, Humberto de la Calle; la canciller, María Ángela Holguín, y el ministro de defensa, Luis Carlos Villegas. El presidente Uribe también encomendó para los diálogos a tres de sus hombres de confianza, los precandidatos presidenciales del Centro Democrático: Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo y el senador Iván Duque.

Esa reunión de delegados no se alcanzó a cristalizar como Santos deseaba. Y finalmente, sucedió lo impensado: Uribe aceptó reunirse con el presidente. Ese acto que en cualquier escenario sería una formalidad, en el país se convirtió en el hecho político más esperado en mucho tiempo. Ambos altos dignatarios no se veían en privado desde el 7 de agosto de 2010, cuando Santos reemplazó a Uribe.

La cita se concretó en los términos más inesperados. Uribe pidió la reunión desde el noticiero RCN. Luego llamó él mismo a la Casa de Nariño, frente a todas las cámaras de los medios, para concretar ese momento. “Le llegó a las 11:30 presidente”, dijo. Uribe invitó a Ordóñez y Santos hizo lo propio. Se sabe que a la Casa de Nariño llegarán también los generales Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo, al igual que a Frank Pearl y Gonzalo Restrepo, miembros todos del equipo negociador que estuvo en La Habana.

La reunión se podría convertir en una torre de Babel, pues ambas partes tienen libretos tan distintos como antagónicos. En lo único que hay coincidencias hasta ahora es en la propuesta de Uribe de indultar a los guerrilleros rasos y de que se garantice la protección a todos los miembros de las FARC, que ya estaban incluidos en el acuerdo rechazado en las urnas. Pero hay puntos en los que seguramente no cederá ninguno, como la cárcel para la guerrilla y la participación en política.

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Lo que viene es complejo y enrevesado. Y por eso, muchos se preguntan si esta cumbre podrá ser algo más que una foto. La reunión produce ilusión, pero no hay muchos motivos para la esperanza. Las FARC ya mostraron su escepticismo y se fueron lanza en ristre contra el expresidente. “Si dejamos la paz en manos de Uribe, al país se lo lleva el diablo", dijeron en un trino. 

Iván Márquez fue el más duro: “Es cierto, el país atraviesa una zona gris riesgosa, un limbo peligroso, pero estará peor si ponemos la paz en manos de Uribe y de Pastrana”, escribió retomando las declaraciones de Santos. “Si Uribe se bajó del bus de la Constituyente, Chao, que le vaya bien. Ella es el camino para adecuar las instituciones a los retos de la paz”, agregó.

La canciller María Ángela Holguín tampoco se sumó al bus del optimismo. “Si las FARC no abren el acuerdo, no hay nada que hacer… no es una decisión del Gobierno, es una decisión de las FARC”, advirtió.

El uribismo no se ha quedado atrás. José Obdulio Gaviria fue uno de los más duros. Aseguró que "las 297 páginas del Acuerdo Final están muertas". Calificó el acuerdo como un documento lleno de "sandeces, de absurdos, que conducían a Colombia a un escenario más parecido al de Venezuela". Agregó que con las votaciones del domingo era claro que los beneficios que recibirán las FARC ya no podrán suceder. 

La comunidad internacional, que tanto ha apostado por sacar adelante el acuerdo, intenta apoyar cualquier avance en el nuevo escenario. Luego de conocer el triunfo del No, el secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, envió a La Habana, de manera urgente, a su representante especial, Jean Arnault. Y el secretario de Estado de EE. UU., John Kerry, llamó por teléfono al presidente Santos para reafirmar el respaldo de Washington y anunciar la visita a la isla de Bernie Aronson, el enviado especial del presidente Barack Obama.

Uribe, con el sartén por el mango, no es fácil que ceda. Ya dejó claro que no irá a negociar a La Habana pues aseguró que eso le corresponde es al Gobierno. Y a eso se suma que el mismo Santos ya le puso plazo a todo lo que pueda lograr con su exjefe. Decretó que el cese al fuego se prolonga hasta el 31 de octubre. Ante la noticia, las FARC hicieron un llamado a replegarse.

Otro de los puntos que hacen pensar que las conversaciones entre el uribismo y el Gobierno se podrían dilatar en el tiempo, son las 68 observaciones que el Centro Democrático había hecho sobre los acuerdos. Discutir cada punto, en sesiones en las que Uribe ha convocado a otras voces como la del expresidente Andrés Pastrana o la del excalcalde Jaime Castro, hará que haya casi que pensar en otro acuerdo con las FARC. Y eso sería perder cuatro años de esfuerzos maratónicos y titánicos. Henry Acosta, facilitador clave entre el Gobierno y las FARC, le dijo a Semana.com que para reestructurar los acuerdos no se tiene que comenzar de cero. “Se necesita mucha sensatez y pensar en el país. Hay que retomar el acuerdo y encontrar ajustes con mucha filigrana, casi con pinzas, para llegar a un final feliz”, dijo.

Sin contar que en esas discusiones no estarán los jefes de la guerrilla, lo que implica volver a pactar con ellos lo que se haya acordado con los representantes del No. Si en algo se esmeró Uribe en su entrevista en La W, fue en dejar claro que la función de su colectividad no será la de negociar con la guerrilla, pues ese -dijo- es un mandato y una responsabilidad del Gobierno. “Nosotros no tenemos esa potestad de negociar con las FARC. Estaríamos violando la Constitución si lo hiciéramos”, dijo.

Todos los intentos históricos de hacer la paz con las FARC han tenido como factor determinante el tiempo y los plazos. Sin embargo, con la implementación de los acuerdos en estado de parálisis, con los guerrilleros en el limbo, cada minuto, cada hora, pueden ser una eternidad.