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Apolinar Salcedo goza de una buena imagen entre los caleños y algunas de sus medidas auguran éxito, pero otras muchas preocupan.

4 de abril de 2004

Contrario a lo que muchos podrían pensar, la ceguera del alcalde caleño, Apolinar Salcedo, no es su mayor impedimento para sacar la ciudad adelante.

Si bien consiguió armar una coalición mayoritaria en el Concejo, con 14 de los 21 miembros, y nombrar sus fichas en la Contraloría y la Personería, ha dado bandazos que tienen a más de uno desorientado. ¿La razón? Muchos atribuyen sus cambios súbitos de política a los compromisos que hizo en su campaña con algunos intereses económicos, en especial con los transportadores y los dueños de bares y discotecas. Así por ejemplo, con el ánimo de bajar los índices de violencia decretó ley seca de noche en algunas comunas, pero cuando los afectados salieron a protestar, levantó la norma. Sus críticos dicen que no sabe decir no, sus seguidores dicen que tiene un ánimo conciliador.

Gracias a los consejos comunitarios semanales, Salcedo sigue siendo popular. Le dicen "el alcalde de los pobres", pero vive entre una nube de asesores y muchos aseguran que ellos no lo dejan conocer de cerca los problemas. Tiene dos tipos de asesores: unos son cuotas que entregó a quienes le apoyaron en su campaña y los otros, sus amigos cercanos. Estos dos grupos se pelean por estar más cerca de Salcedo para tener más poder, como lo denunció el El País. Por eso el Alcalde explicó en una entrevista con el diario que esto sucede por la superprotección que cada uno de sus asesores cree necesario brindarle debido a su condición de ciego.

Otra crítica que se le ha hecho a Salcedo es la configuración de su gabinete, pues lo conformó con una distribución milimétrica de cuotas políticas. Las secretarías de Gobierno y Salud, por ejemplo, fueron entregadas a Miguel Yusty y Alejandro Baena, quienes competían por la Alcaldía pero que adhirieron a su campaña a última hora. Aunque Apolinar explicó en su momento que se realizaron unos acuerdos programáticos, nadie en la ciudad los conoce y la sensación es que fueron pactos burocráticos.

Cali tiene múltiples desafíos y Salcedo ha empezado a capotearlos con mejor desempeño en unas tareas que en otras. El sistema masivo de transporte de Cali, bautizado MIO, es el asunto que más ha empujado Salcedo. Logró sacar adelante la licitación para el primer tramo. El ganador fue Conalvías, una empresa que no tuvo problemas en Bogotá con las troncales de TransMilenio. Además, estableció un cronograma de trabajo que deberá concluir en enero de 2006, cuando entrará en funcionamiento el primer corredor del sistema. El nuevo mandatario local deberá garantizar transparencia en la inversión de los 345 millones de dólares para los buses articulados y para adjudicar las rutas del sistema.

En el tema de Emcali, Salcedo se raja. Le ha faltado liderazgo para resolver la situación crítica de las empresas públicas mediante acuerdos con sus trabajadores y ha dejado demasiado en manos de la Superintendencia de Servicios Públicos. Aunque el gobierno otorgó otro plazo para la decisión de liquidar Emcali, será a finales de abril cuando los caleños tendrán que lamentarse o celebrar lo conseguido por su Alcalde. Aun si salva la empresa, no le será fácil administrarla. Deberá cumplir con los nuevos acuerdos de pago de créditos y, además, hacer un plan de inversión para recuperar las redes de los servicios públicos, en gran parte obsoletas.

No ha podido resolver tampoco el lío del relleno sanitario. Aunque era prioritario conseguir el lote para construir el primer relleno de Cali, hasta ahora no hay noticias positivas y aunque la CVC le dio un nuevo plazo, no se ve un futuro claro para el tema. Además, Salcedo tiene la misión de definir si el municipio construye el relleno asumiendo los costos o establece una alianza con el sector privado en un proyecto que puede costar cerca de 17.000 millones de pesos.

La inversión social sigue a la deriva pues escasean los recursos. El secretario de Gobierno, Miguel Yusty, lleva 15 días viajando por Europa tratando de conseguir donaciones para invertir en planes de seguridad social y convivencia.

Aunque a Salcedo se le reconoce la intención de comenzar la recuperación de las vías principales, el problema sigue siendo de plata. Se deberán buscar nuevas fuentes de ingresos para arreglar los cerca de 150.000 baches que hay en la ciudad, obra que se calcula tiene un costo de 450.000 millones de pesos.