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POR EL CENTRO... DE LA CALLE

El vicepresidente se estrenó como mediador de conflictos internos en el gobierno en el caso de las cooperativas de seguridad. Pero, ¿qué tan buena fue la fórmula negociada?

16 de enero de 1995

EL PRESIDENTE ERNESTO Samper andaba muy molesto y no lo ocultaba. El agudo enfrentamiento público entre sus ministros de Defensa, Fernando Botero, y de Gobierno, Horacio Serpa, en torno de la propuesta del primero de crear cooperativas rurales de seguridad, había puesto al mandatario en la más incómoda de las situaciones, pues no sólo confirmaba la idea de que, en contra de las afirmaciones del propio Samper, en su gobierno sí había dos líneas, sino que ponía en evidencia los problemas del jefe del Estado para conciliarlas.
A mediados de la semana antepasada algunos de sus consejeros lo habían instado a buscar una rápida solución, convencidos como estaban del inmenso daño que el episodio le estaba causando a la administración. "Para el Presidente era muy difícil interceder, pues él le había dado a Botero la autorización de plantear el asunto de las cooperativas ante los ganaderos, y si bien Botero se habla extralimitado al presentar como una decisión lo que no era más que una idea en evaluación, para el Presidente no era fácil desautorizarlo de un tajo", le explicó a SEMANA una alta fuente de la Presidencia. Fue entonces cuando, según la misma fuente, surgió la idea de pedirle al vicepresidente que actuara como intermediario. "De la Calle parecía tener unas ideas equilibradas sobre el asunto y su posición ideológica resultaba equidistante de las de Botero y Serpa. Pero, además, si su mediación fallaba, eso preservaba al Presidente como instancia final", agregó la fuente. "De paso -anotó uno de los funcionarios de la Presidencia- era una buena ocasión para encontrarle un oficio al vicepresidente y presentarlo integrado al equipo de gobierno, algo por lo que Samper venía preocupado hacia rato ".
El jueves 15 Samper le pidió a De la Calle su opinión sobre las cooperativas. El vicepresidente le envió horas después un memorando en el que Samper creyó encontrar algunas de las claves de una posible conciliación. El viernes, en la sesión de clausura de la cumbre de gobernadores en Bucaramanga, De la Calle conversó con Serpa y le propuso realizar una reunión el lunes en la mañana con Botero en la vicepresidencia. Serpa le explicó que esa noche, en Bucaramanga iba a comer con Botero para buscar algunos puntos de acuerdo, pero que tanto él como el ministro de Defensa sabían que no sería fácil. De la Calle sugirió invitar también al alto comisionado de Paz, Carlos Holmes Trujillo, a la reunión del lunes, pues aunque con la prudencia que tantas veces se le ha elogiado, se había abstenido de hacer declaraciones públicas sobre el tema, todos en el gobierno sabían que se oponía rotundamente a la iniciativa. Serpa estuvo de acuerdo, pues horas antes había conversado con Trujillo y había escuchado de él algunas formulas de solución que parecían interesantes.

LAS POSICIONES
Como lo preveía el ministro de Gobierno, la cena en Bucaramanga con Botero, aparte de cordial, significó pocos avances. De modo que el lunes temprano, cuando todos se encontraban en el despacho del vicepresidente, las posiciones que mantenían eran bastante distantes.
El primero en explicar sus ideas fue el Alto Comisionado, quien aclaró que creía haber contribuído bastante a la unidad del gobierno con su silencio público, pero agregó que se oponía rotundamente a las cooperativas tal y como las había propuesto Botero. Para el Comisionado, si bien había que reconocer que existían graves problemas de seguridad en el campo que requerían de una respuesta, ésta debía ser institucional y no privada, incluso si se daba en el marco de una cooperación de las fuerzas del Estado con la comunidad. Para Trujillo era simple y llanamente un desatino aunar y uniformar civiles con el objetivo de que enfrentasen a la guerrilla, pues eso no lo iba a controlar nadie. Finalmente, el Comisionado insistió en que cualquier decisión que se tomara debía preservar el buen clima que en su opinión se había ido alcanzando para una posible negociación con la guerrilla.
Botero, por su parte, se mantuvo firme en la idea de las cooperativas y reiteró su argumento de que éstas se estaban formando de hecho en varias regiones y que era mejor que el Estado asumiera su control. Además, agregó Botero, este mecanismo permitiría derribar el muro que siempre ha existido entre civiles y militares en amplias zonas rurales afectadas por la violencia. "Podemos lograr una verdadera integración de las Fuerzas Armadas con la comunidad, algo que siempre hemos soñado", anotó.
La posición de Serpa resultó más conciliadora. Aunque el Ministro de Gobierno insistió en que le parecía mala la propuesta de las cooperativas porque terminaría abriéndole las puertas a la justicia privada y al sicariato rural, dejó en claro que "la unidad del gobierno está de por medio y por eso estoy dispuesto a buscar alternativas".
La intervención de Serpa dio pie para que De la Calle expusiera un primer borrador de fórmula, que consistía en condicionar la creación de las cooperativas a tres puntos: que se establecieran controles estatales y de la comunidad sobre la tarea de las cooperativas; que en un principio tuvieran un carácter experimental limitado a determinadas regiones, y que en un plazo de algunos meses se evaluaran sus efectos para decidir el paso por seguir. Botero y el Alto Comisionado plantearon algunas inquietudes, pero hubo un principio de acuerdo. Los cuatro funcionarios convinieron en volverse a reunir hacia las tres de la tarde, una hora antes del Consejo de Seguridad convocado por Samper para tomar una decisión final.
Antes de separarse decidieron atravesar la carrera octava y entrar a la Casa de Nariño para un breve encuentro con el Presidente. Samper agregó nuevas inquietudes a la idea e instó a sus subalternos a precisar varios puntos. "El Presidente -le explicó a SEMANA uno de sus colaboradores-se hallaba muy preocupado por la forma como los medios de comunicación estaban estigmatizando la idea de las cooperativas, como verdaderos ejércitos privados con modernas armas largas y clara capacidad ofensiva, y quería que esa imagen fuera borrada en el nuevo esquema ".
Durante este encuentro, y a pesar de que todo parecía caminar hacia una solución, se presentaron algunos de los rifi-rafes verbales más agudos de toda esta historia. El primer mandatario volvió a regañar a Serpa y a Botero por la situación en la que lo habían colocado: "Ustedes se están tirando al gobierno". En un momento dado le dijo al Ministro de Defensa: "Fernando, usted cree que está ganando muchos puntos en la opinión por cuenta de su propuesta, pero a la larga, al igual que a las cooperativas, a usted lo van a estigmatizar y entonces le va a tocar irse". Finalmente aseguró que por momentos se sentía tentado a enterrar de un solo tajo la idea de las cooperativas y dejar en el olvido el penoso episodio.
El severo tono de Samper sirvió, sobre todo, para que ninguno de los asistentes quedara con ganas de seguir debatiendo, lo que le permitió a De la Calle exponer integralmente la fórmula acordada, asegurándole de entrada al Presidente que no era necesario enterrar la idea y que, por el contrario, era posible darle forma a algo que por un lado respondiera a la explicable inquietud de los ganaderos en materia de seguridad y por el otro espantara el fantasma. Con la instrucción del Presidente de precisar con mavor claridad algunos puntos de la fórmula, los funcionarios se despidieron de él y se mantuvieron en contacto el resto de la mañana. A las tres de la tarde la fórmula estuvo lista y fue objeto sólo de pequeños ajustes antes de su aprobación, bastante rápida por cierto, en el Consejo de Seguridad.


LA FORMULA
Pero, ¿en qué consistía la salida encontrada? A primera vista, parecía no tener mayores diferencias con la idea original propuesta por Botero y limitarse a un cambio de nombre de 'cooperativas de seguridad' por 'asociaciones de vigilancia'. Pero una comparación más detallada entre la iniciativa del Ministro de Defensa y el documento divulgado la semana pasada por el gobierno no deja dudas sobre los profundos cambios que sufrió la idea (ver cuadro). El planteamiento original del Ministerio de Defensa hablaba de cooperativas integradas por civiles uniformados que portarían armas de uso privativo de las FF.AA., serían entrenados por el Ejército y recibirían una remuneración mensual a cargo del erario público. La propuesta resultante del proceso de conciliación es muy distinta: las asociaciones serán grupos de civiles sin uniforme -y sólo en casos excepcionales armados- que basarán su colaboración con la fuerza pública en redes de comunicación para alertar a ésta y permitirle responder de manera rápida cuando la guerrilla o cualquier otro grupo armado actúe en la zona.
Es difícil predecir cuál será el verdadero alcance de las asociaciones y del conjunto de propuestas expuestas la semana pasada en rueda de prensa conjunta de De la Calle, Serpa, Botero y Trujillo. Por ahora lo único que hay es un documento descriptivo de un 'Plan de Seguridad Rural' cuyos resultados sólo podrán medirse en el largo plazo. Muestra de la confusión que subsiste en torno del asunto es que mientras los ganaderos, ante quienes inicialmente Botero expuso su propuesta, se declararon satisfechos con la fórmula, los agricultores -agremiados en la SAC- expresaron, por boca de su presidente, César de Hart, cierta desilusión "porque las asociaciones no podrán actuar directamente contra los violentos que asuelan los campos de Colombia ".
Esta declaración confirma que, con lo sucedido, el gobierno puede haber dado la impresión de un reversazo como resultado del debate en contra de las cooperativas, pero ese costo es insignificante al lado del hecho mismo de haber logrado salir más o menos airoso de una situación que amenazaba la propia estabilidad del gabinete. No es que el enfrentamiento entre Serpa y Botero no haya dejado heridas, pero al menos el asunto se dio por terminado con una salida en la que todos los involucrados lograron salvar la cara y en la cual, de paso, se comenzó a superar la idea de que el vicepresidente era una rueda suelta en el gobierno.

CUALES FUERON LOS CAMBIOS

Propuesta de Botero Fórmula de acuerdo

Las cooperativas iban a estar Las asociaciones
integradas por civiles armados, estarán integradas
uniformados y a sueldo del Estado. por civiles sin
uniforme que sólo
podrán andar armados
en casos
escepcionales.


Las cooperativas iban a ayudar Las asociaciones
a montar redes de inteligencia basarán su labor
para que el Ejército desarrollará en una red de
operativos contra la guerrilla. comunicaciones para
Iban a colaborar con la fuerza alertar a la fuerza
pública para repeler a la guerrilla. pública sobre la
presencia o accionar
no sólo de la
guerrilla sino de
cualquier grupo
delicuencial.


Los empleados de las cooperativas Los miembros de las
iban a portar armas de uso asociaciones solo
privativo de las Fuerzas Militares. podrán poseer armas
en casos
excepcionales, previo
concepto del Comando
de Fuerzas Militares.
Las armas serán
exclusivamente de
tipo defensivo.


El eje de la propuesta eran las El eje de la
cooperativas. propuesta no son las
asociaciones sino un
plan de seguridad
rural con la
participación del
DAS, la Policía, los
grupos Unase rurales,
así como de los
comandos operativos
con personal de la
fuerza pública, que
deberán responder de
manera rápida al
llamado de las
asociaciones.


El Ministro de Defensa hablaba de El goberno habla
reconocer el derecho de la gente ahora de que su
en el campo a armarse para objetivo a mediano
defenderse. plazo sigue siendo el
del desarme al máximo
de los particulares.