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En la operación Irán-Contras, la cia compraba cocaína colombiana para comprar armas. Eso creó la concepción de que se puede exportar droga si es para matar comunistas

Al paredón con María Isabel

¿Por qué apoyaría usted una negociación con el narcotráfico?

El senador Gustavo Petro le contesta a María Isabel Rueda.

9 de septiembre de 2006

M.I.R.: Le luce mucho la corbata, doctor Petro…

G.P.: (Risas).

M.I.R.: Lo meto ya en la discusión nacional: ¿es posible establecer una frontera entre el paramilitarismo y el narcotráfico?

G.P.: Excepcionalmente sí. Generalmente no.

M.I.R.: Deme nombres de los que excepcionalmente sí….

G.P.: Por lo que he podido estudiar de ellos, hay unos grupos, como el de Ramón Isaza, y uno pequeño que se fundó en Ortega, que vienen, como la guerrilla, antes de la irrupción del narcotráfico.

M.I.R.: ¿O sea que en el proceso con los paramilitares, inevitablemente hay que negociar con los narcotraficantes?

G.P.: Así se construyó desde el principio. Pero yo no le veo problema a que el Estado negocie con el narcotráfico. De hecho, Estados Unidos lo hace todos los días. En Colombia hubo unos escarceos políticos en el gobierno de Betancur a través de López Michelsen para construir una política sobre el narcotráfico, pero fue en el gobierno de César Gaviria cuando se intentó construir una más sólida calcada de la de Estados Unidos: el Estado recibe dinero, mucho, del narcotraficante, como una especie de indemnización, y fundamentalmente, al lado del dinero, recibe la información plena y veraz. A cambio, ese señor recibe beneficios jurídicos. Incluso residencia en Miami, que se ha llenado de ese tipo de personas. A César Gaviria le fracasó esa política por la debilidad institucional del país y porque el poder judicial, en tiempos de Gaviria, ya estaba permeado por el narcotráfico. Y Escobar se le voló.

M.I.R.: ¿Entonces a usted no lo escandaliza para nada que en el proceso con el paramilitarismo haya dizque ‘narcos puros’ metidos?

G.P.: No entiendo qué es narco puro y narco impuro.

M.I.R.: Nadie lo entiende. ¿Un narco puro no es menos peligroso que un narco impuro?

G.P.: Pues según la definición del gobierno, un narco puro mata menos que un narco impuro…

M.I.R.: En su opinión, ¿hay que dejar la hipocresía y admitir que en un proceso de paz con paramilitares es imposible no negociar paralelamente con los narcotraficantes?

G.P.: Yo diría que con un sector del narcotráfico. El paramilitarismo contemporáneo lo fundó la familia Ochoa con el MAS y empezó su estrellato matándonos al M-19 unos 200 militantes.

M.I.R.: Por cuenta de que ustedes les secuestraron a Marta Nieves Ochoa…

G.P.: Sí, pero ahí se comienza a desenvolver la historia. El paramilitarismo comenzó siendo un producto del narcotráfico y cuidando los bienes del narcotráfico. Después viene un capítulo poco conocido en Colombia. En la operación Irán-Contras, la CIA compraba cocaína colombiana y con el producto de esa venta, se adquirían armas para la Contra nicaragüense en tiempos de la revolución sandinista. El lado colombiano de esta historia es lo que sucedió para que los carteles de aquí pudieran venderle droga a la CIA, con la intención de matar comunistas en Nicaragua. Eso tuvo unos procedimientos, unas reuniones, unos protagonistas y creó una concepción que entendió la mafia colombiana porque se la inculcó la CIA: se puede exportar droga a Estados Unidos si es para matar comunistas. Y como ya existía el MAS, fue fácil entrenarlo militarmente con Yair Klein y unos mercenarios ingleses y surafricanos. Esa fue la articulación ideológica de la mafia colombiana por cuenta de la Guerra Fría. Y eso fue lo que generó realmente el paramilitarismo en Colombia.

M.I.R.: ¿Cómo vaticina que terminará este proceso?

G.P.: Creo que terminan extraditados por una razón: hay elecciones en Estados Unidos y el partido demócrata va a intentar cobrarle a Bush una enorme contradicción en su política antiterrorista de no negociación y guerra frente al paramilitarismo colombiano, que allá es considerado terrorista, y por eso piden a sus miembros en extradición. ¿Y por qué el gobierno Bush no ha exigido que los extraditen? Por una concesión a Uribe. Pero el partido demócrata puede perfectamente presionar al gobierno de Bush para lograr la extradición de estas personas.

M.I.R.: A eso Uribe se está resistiendo, ustedes que lo consideran tan imperialista…

G.P.: Sí, se está resistiendo, pero a favor del paramilitarismo.

M.I.R.: Cambio abruptamente de tema, porque no puedo terminar esta entrevista sin preguntarle si ya expulsaron al alcalde Garzón del Polo…

G.P.: Él era el candidato presidencial del Partido Comunista cuando una serie de grupos independientes lo apoyamos unilateralmente, sin negociación de por medio. De esa coalición surgió el Polo. Yo propuse que Lucho se lanzara a la Alcaldía de Bogotá y la idea funcionó. El problema comienza después. El Polo podía haberle presentado al país una agenda en la que por primera vez se pudiera hablar de un partido de gobierno sin transacciones clientelistas sino programáticas, pero el Polo no pudo construir un espacio de discusión programática con la Alcaldía, porque el alcalde Garzón no lo quiso.

M.I.R.: ¿Y por qué no iba a querer, si es su partido?

G.P.: Eso tiene que preguntárselo a él. Pero lo cierto es que no lo quiso. Y ante la ausencia de ese espacio institucional de entendimiento, diversos sectores del Polo han terminado haciendo relaciones de otro tipo con la Alcaldía.

M.I.R.: ¿Qué quiere decir “de otro tipo”?

G.P.: Pues apoyos emocionales, o leales…

M.I.R.: ¿Y burocráticos?

G.P.: Sí, burocráticos. Pero cada vez menos los burocráticos.

M.I.R.: ¿El Polo se divide entre los que están con Lucho y los que están contra él?

G.P.: No, porque el Polo no tiene a Lucho como el eje de sus decisiones políticas.

M.I.R.: ¿Cómo así que la Alcaldía de Bogotá, considerado el segundo puesto más importante del país después de la Presidencia de la República, no es eje político del Polo?

G.P.: El Polo está hoy obsesionado, no sé si con razón o sin razón, con una propuesta nacional.

M.I.R.: O sea una candidatura presidencial…

G.P.: Sí. Vamos tras el gobierno.

M.I.R.: ¿Y en ese aspecto Lucho está descartado?

G.P.: No. Si él quiere jugar, juega.

M.I.R.: Para ser alternativa política nacional hay que superar la prueba de la política local. ¿Cree que Lucho está pasando la prueba?

G.P.: No. Yo esperaba muchísimo más. Tanto de Lucho como persona como de su proyecto político como administración.

M.I.R.: Oyéndolo hablar así, no veo a Lucho volviendo al Polo después de la Alcaldía como alternativa de poder para 2010…

G.P.: Cuando la AD-M-19 tenía las mayorías en la Constituyente se pudo hacer más. En ese momento yo no era consciente de eso. Pero 15 años después, pienso que hubo un error estratégico cuyo responsable es Navarro. La Constituyente pudo arrojarnos a la construcción de una verdadera república democrática, y no logramos que así sucediera. La diferencia entre Navarro y Lucho es que Navarro admite que se equivocó.

M.I.R.: ¿Usted cree que Lucho le ha restado al Polo vocación de poder?

G.P.: Sí. Lucho mantiene una tesis anacrónica, y es que se puede hacer política sin partido. Yo la he hecho también, porque me tocó. Pero para construir un proyecto político no se puede hacer política sin partido.

M.I.R.: ¿El hecho de haber sido Alcalde de Bogotá no se lo va a reconocer el Polo a Garzón como puente para la candidatura presidencial? ¿Le va a tocar volver a meter los pies entre el barrro? ¿Entrar en una competencia, inclusive contra usted?

G.P.: El Polo ha perdido su ingenuidad. En los próximos espacios de gobierno que se tengan, las oportunidades de discusión programática entre partido y candidato no se pueden perder.

M.I.R.: ¿Debo entender que Lucho queda desahuciado después de esta entrevista?
G.P.: No. Navarro no quedó desahuciado con la Constituyente. Lucho es un candidato y en el Polo tiene amigos y un espacio de opinión dentro y fuera del Polo. No sé si lo suficiente para que en una competencia interna gane, eso lo dirán los ciudadanos en su momento, si es que quiere hacer esa carrera interna dentro del Polo. Ese es problema de él.