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Yo sería partidaria de abrir el debate de la legalización de la droga. ¿Por qué no somos capaces de darlo? Démoslo

Al paredón con María Isabel

¿Por qué la cara de tristeza el día de la reelección del Presidente?

Lina Moreno de Uribe le contesta a María Isabel Rueda.

17 de junio de 2006

Hace dos años, Lina Moreno me prometió, ante una petición de entrevista que le hice, que me la daría la semana siguiente a las elecciones presidenciales. Me incumplió. Pero sólo por dos semanas. Y por fin aquí la tengo enfrente, tomando té y comiendo pandeyucas en mi casa, como si nos acabáramos de ver la semana pasada y estuviéramos retomando una conversación. Me cuenta que acaba de llegar de Manizales, y que salía directo para mi casa, cuando el Presidente, su esposo, la hizo cambiar de vestido y maquillar un poquito, porque si la iban a retratar, “era mejor que la foto saliera bien”. Seguramente iba a llegar de jeans y mochila, pero en cambio llegó vestida con un elegante sastre blanco.

Muy pocas entrevistas ha dado Lina Moreno durante estos cuatro años. No le gustan. No sé si es por tímida o por evitar un protagonismo que definitivamente no va con su personalidad. Pero cuando ya uno la tiene sentada al frente se habla muy fácilmente con ella sobre cualquier cosa, no mide mucho las palabras y se le adivina una gran voluntad de decir lo que piensa. Hasta donde puede, se entiende.

En esta entrevista no oculta que estos cuatro años han sido difíciles. Ha mantenido intacta su personalidad, pero también ha intentado adaptarse a un ambiente en el que se pierde totalmente la privacidad, se debe controlar la espontaneidad y los problemas de uno pasan a ser los que tiene todo el país.

Pero, precisamente por ser tan reservada, por eludir hasta donde puede la exposición ante los medios, el misterio sobre su personalidad aumenta. ¿Cómo es realmente ella, la esposa del Presidente, que desde el primer día se negó rotundamente a que la llamaran Primera dama? Pues es Lina Moreno. Nada más, pero nada menos.

M.I.R.: Todo el mundo se quedó preocupado por la foto que le tomaron el día de las elecciones. Parecía que estaba muy triste con los resultados…

L.M. de U.: Sí. Hubo muchos comentarios en ese sentido. Que estaba muy triste, que estaba deprimida, que iba a dejar a Uribe… Lo que sucedió es que mi hijo Jero me estaba contemplando, me estaba acariciando el brazo. Yo me recosté en su hombro, y ahí disparó el fotógrafo. Pero no le voy a negar que antes de las elecciones sí viví un proceso medio duro.

M.I.R.: ¿Qué sintió cuando votó ese domingo?

L.M. de U.: Me quedé mirando el certificado de votación y le dije a Uribe: “Este certificado define mi vida. Si merco para Rionegro, o merco para la Casa de Nariño otros cuatro años”. Pero como con el certificado le daban a uno en muchos almacenes el 5 por ciento de descuento, me hice la ilusión de comprarme una nevera nueva. Uribe me dijo que no, y entonces yo le contesté: “Vea Uribe, hay tres elementos en la casa que llevan 28 años viviendo con usted. La nevera, la lavadora y yo. Lo dejo con la nevera, ponga a trabajar la lavadora y yo me voy de esta casa”. (Risas).

M.I.R.: ¿Usted habría preferido que no hubiera habido reelección?

L.M. de U.: Yo estoy de acuerdo con la reelección. Me parece interesante. Y aunque suene a frase de cajón, es una forma de medir la madurez de nuestros países, pero eso es en el aspecto público. Porque para mí, para mi vida personal, habría preferido hablar otros lenguajes, empezar a mirar otras cosas distintas.

M.I.R.: Se llegó a decir que usted había anunciado que si reelegían a su marido, usted saldría con sus maletas por la puerta de atrás de Palacio…

L.M. de U.: No he podido saber cuál es la puerta de atrás de Palacio. (Risas). Ni siquiera he podido saber si el frente del Palacio es mirando al Ministerio de Hacienda, o mirando al Senado, o mirando a la séptima. Cuando lo descubra, salgo. (Risas).

M.I.R.: Pero ya enfrentados los resultados, no hubo dolores. Supongo que hubo satisfacciones…

L.M. de U.: Muchas. Y miro estos cuatro años que se vienen con alegría y con gusto. No con la supuesta depresión que dicen que tengo.

M.I.R.: ¿Cómo es el cuento de que usted se casó con Álvaro Uribe engañada?

L.M. de U.: Pues sí. Yo empecé a salir con un ganadero y terminé casada con un político. ¿En qué momento me voltearon la torta?

M.I.R.: Y qué es más fácil: ¿vivir con el ganadero o con el político?

L.M. de U.: Indudablemente es más fácil vivir con el ganadero. Eso no es sino contar vacas y estar en un establo y ya.

M.I.R.: ¿Y en qué momento se le volvió político?

L.M. de U.: Al día siguiente de mi matrimonio fuimos a la plaza de La Ceja a comprar unos terneros. Terminó saludando a toda la plaza. Yo pensé que era de querido, pero era de político. (Risas).

M.I.R.: Lo que sí es verdad es que a usted le hace mucha falta su privacidad, ser Lina Moreno a secas, o la Lina Moreno de Uribe que era antes. Ahora está tan vigilada, tan llena de focos, que a veces se ‘vuela’ por ahí a un restaurante, o a un cine sola…

L.M. de U.: Eso es cierto. Es que yo toda la vida he sido Lina Moreno, y es por cuenta de un imaginario que hay por ahí que la gente supone que cuando usted llega a la Presidencia a acompañar a su esposo, inmediatamente tiene que cambiar. Que usted tiene que acomodarse a ese paradigma de ‘Primera dama’. Eso no existe, yo soy Lina Moreno.

M.I.R.: Le ha costado trabajo…

L.M. de U.: Sí. Cuando llevaba una semana en la Casa de Nariño llamé a una sociedad que hay en La Candelaria, que se llama la ‘Sociedad de los sueños’, que hace tours. Simplemente le dije a la persona que me contestó que me acababa de mudar al barrio, y que una amiga (María Victoria de Santos, la esposa del Vicepresidente) y yo queríamos saber lo básico: dónde está la tienda, la peluquería, el sastre… El sábado a las 9 de la mañana llegamos a la cita, y cuando la persona nos vio llegar, casi se cae. Desde luego nos hizo un tour completo. Gracias a eso descubrí una tiendita donde venden las mejores arepas, y un sastre que me arregla la ropa.

M.I.R.: ¿Y es cierto que usted a veces contesta directamente el teléfono de Palacio?

L.M. de U.: A veces. El otro día me pasó que les dije a mis secretarias que se fueran temprano, y llamó un señor a ofrecer una donación para hacer una campaña sobre los valores entre los niños. “¿Con quién hablo?”. Dijo. Le contesté que con Lina María Moreno. “Bueno, Lina María, no se te olvide, mija, mañana a primera hora le dices a la Primera dama que me dé una llamadita”. Y colgó. Ahí es cuando uno se pregunta qué es ser ‘Primera dama’.

M.I.R.: ¿Y cómo es el cuento, un clásico total, que le pasó en el almacén Home Center?

L.M. de U.: Fui con una amiga a conocer. Y nos dio por sacar la tarjeta del almacén. La señorita comenzó a llenar el formulario y me preguntó: “¿Nombre?”. Lina María Moreno. “¿Cédula?”. Tal. “¿Es casada?”. Sí. “¿Trabaja?”. No. Soy ama de casa .”¿Dirección de la residencia?”. Carrera octava, #17-16. “¿Qué barrio?”.Candelaria. “¿Estrato?”. Me quedé pensando: Ponga pues amiguita que estrato 3. “¿Casa propia o alquilada?”. Prestada. “¿Cómo así señora?”. Es que la casa no es mía. “Ah, entonces es alquilada. ¿Cuánto paga?”. Yo no pago, porque es prestada... “!Pero es que tengo que poner algo!”. Pensé por un momento: si es estrato 3… Ponga que 300.000 pesos. “¿Tiene carro propio?”. Actualmente, no. “¿Cuál es el nombre de su esposo?”. Álvaro Uribe Vélez. “¿Y en qué trabaja?”. El trabaja en la Presidencia. “¿Y qué cargo tiene?”. Amiguita, él es el Presidente. Me miró, salió corriendo para una oficina, y al rato salió y me dijo: “Señora, en 10 minutos tiene su tarjeta”. (Risas). Mi amiga le dijo que ella también quería llenar el formulario, y la señorita le dijo: “No se preocupe que no hay necesidad. A usted también le sale en 10 minutos”.

M.I.R.: ¿Cómo ha sido con los hijos este proceso? Porque es un sacrificio familiar, en todo caso…

L.M. de U.: Eso quedó establecido al principio muy claramente. Ellos entendieron que de ahí en adelante, cada cosa que hicieran la iban a magnificar. Si se tomaron una cerveza, se emborracharon. Si abrazaron una mujer, la manosearon. Si soltaron una carcajada, hicieron un escándalo. De hecho, hay historias que me llegan a mí y que son así. Alguna vez alguien me preguntó: “¿Qué hay de sus hijitos rumberitos?”. Y yo le contesté: ¿Usted tiene hijos? “Sí”. ¿De qué edades? “16 y 17”.¿De pronto se toman un traguito? “Sí”. Entonces son tan rumberitos como los míos. La diferencia es que cuando sus hijos entran a una discoteca, nadie sabe quiénes son. Pero cuando los míos entran, todo el mundo dice: “Ahí van los hijos del Presidente”. Pero yo creo que ellos ya se adaptaron a eso y están viviendo la vida muy tranquilos.

M.I.R.: Cuando al Presidente Uribe se le ocurrió lo de la reelección, ¿usted estaba preparada para eso?

L.M. de U.: No. Yo ahí tengo un bache grande. Un día empezaron a hablar de la reelección y yo dije: ¿qué es esto? ¿Cómo así que reelección? ¿A cuenta de qué? Fue un tema que yo nunca hablé con Uribe y que él no habló conmigo. No tengo ni idea qué pasó ahí. Si él lo promovió, si no fue él, si fue iniciativa de él o de otro…

M.I.R.: Cuando usted se dio cuenta, ya estaba montada en ese potro…

L.M. de U.: Así fue. A veces pienso que de pronto son mecanismos de defensa. Encerrarse uno y no querer oír. Cuando aprueban la reelección y Uribe resuelve que se va a presentar, ese fue el momento en particular que me dio muy duro. Independientemente de pensar que podía ganar o perder, tenía claras dos cosas: que esta campaña iba a ser salvaje y que yo ya estaba montada en eso. Ese momento me zarandeó mucho.

M.I.R.: Durante la campaña, ¿cuál fue el momento más difícil?

L.M. de U.: Yo no participé en esta campaña. Me mantuve al margen de las cosas públicas. No es que no comentara u opinara, porque sí lo hice, pero en lo público no. Fue también un mecanismo de defensa, como la jirafa de la camiseta que yo llevaba puesta el día de las elecciones, que dio mucho qué hablar.

M.I.R.: ¿Qué hace Lina Moreno todos los días?

L.M. de U.: Me levanto temprano, recibo unas clases de tai chi. Pero no hay una agenda rutinaria. Salgo muchas veces a los municipios cuando me invitan, y eso es muy grato. Nunca voy a donde no me invitan. Tiene que haber una agenda clara, a qué voy a ir. No acepto invitaciones por ir a visitar porque sí, sino que tiene que haber un motivo útil para el viaje.

M.I.R.: ¿Qué ha cambiado desde que Lina Moreno es la esposa del Presidente colombiano?

L.M. de U.: Cambiar cambiar, nada.

M.I.R.: ¿Pero qué ha hecho que sirva para decir “por aquí pasó Lina Moreno”?

L.M. de U.: Esa misma pregunta me la hago yo. Lo que quiero es que pueda llegar el día en que la gente sienta un fresquito en su vida, que sienta que las cosas le mejoraron un poco, así no sepa de dónde viene ese fresquito. No se trata de que quede grabado eso de “por aquí pasó Lina Moreno”. Cambiar, no sé que haya cambiado. No sé si ha cambiado el lenguaje con la gente, las relaciones, la forma como uno se aproxima a la gente…

M.I.R.: ¿Cuáles son sus principales obras?

L.M. de U.: No las llamaría obras. Los llamaría frentes de trabajo. Por ejemplo, la prevención de embarazos en niñas y adolescentes y la promoción de derechos de salud sexual y reproductiva de la mujer. Está el frente de los discapacitados, que no consiste simplemente en repartir sillas de ruedas, sino en trabajar en la rehabilitación con base en acciones, tecnologías y procedimientos realizados con el discapacitado, con su familia y con su comunidad, para disminuir las limitaciones de su vida diaria. Está el frente de la infraestructura escolar, que venía antes de Nohra Puyana. Pero eso tampoco es construir escuelas indiscriminadamente, sino construir ambientes para el desarrollo humano que aporten a la protección y la garantía de los derechos de los niños colombianos. También le pongo mucho entusiasmo al Plan Nacional de Lectura y bibliotecas, para promover la lectura entre los niños y los jóvenes, mejorando el acceso y estimulando el interés hacia los libros.

M.I.R.: ¿Cuántas cartas le llegan al día?

L.M. de U.: Alrededor de 90.

M.I.R.: ¿Las contesta todas?

L.M. de U.: Buena parte a mano. Otras en formato.

M.I.R.: ¿Una que la haya conmovido especialmente?

L.M. de U.: Llegan unas dolorosísimas, pero recientemente me conmovió la de las capitas. Me la escribió una niña que vive en Boyacá y que dice que cuando ella y sus compañeros van al colegio, se mojan mucho. Y me pide unas capitas como las de Caperucita roja, con dibujo y todo. Un empresario me regaló el plástico y otras personas en Medellín las cosieron. Pero nadie tiene que dar las gracias por cosas como esas: porque los gobiernos no hacen favores.

M.I.R.: Uno siente que hay mucha presencia suya en la vida de Álvaro Uribe. Se dice que en la campaña le decía, para controlarle el carácter: “Uribe, como obispo, como obispo…”.

L.M. de U.: Sí, yo muchas veces le digo: Uribe, con calma, con serenidad… Pero eso es como tratar de tapar un volcán con una mano. El sí es muy ‘voladito’. Yo no voy a negar que es ofuscado y que es bravo, pero tiene una cualidad: se le baja el ofusque y no sigue rumiando su rabia y su rencor.

M.I.R.: ¿Usted influye en un nombramiento?

L.M. de U.: Si me lo consulta, sí. Pero de ahí a ser impositiva, nunca.

M.I.R.: De los adversarios del Presidente en esta campaña¿ a quién salvaría?

L.M. de U.: Por ejemplo a Antonio Navarro. El país, todos tenemos una deuda con él, que no hemos saldado. Para mí, si alguien le ha enseñado al país sobre reconciliación y perdón, es él. Y curiosamente seguimos patinando en el argumento de que fue guerrillero, de que tiene las manos manchadas de sangre… Si todavía estamos en eso, ¿cuál es la viabilidad de este país? Él representa lo que es la reconciliación. De la campaña también salvaría a Patricia Lara, pero es que yo por ella tengo un afecto personal y un respeto profundo.

M.I.R.: ¿Y por los lados de Serpa?

L.M. de U.: De esa campaña conocía a muy poquitos.

M.I.R.: ¿Tiene algún sentimiento hacia César Gaviria?

L.M. de U.: Ninguno. No tengo rencor por nadie, ni rabia, ni amargura.

M.I.R.: ¿Y agradecimiento por alguien?

L.M. de U.: Pues si quiere, por ellos mismos. Porque sin quererlo, le enseñan a uno lo que no se debe hacer en política.

M.I.R.: ¿Y qué no se debe hacer en política?

L.M. de U.: Ataques personales. Eso tampoco nos deja avanzar. No deberíamos seguir patinando ahí. Tampoco se debe hacer política con base en chismes y rumores. Eso crea confusión y la empequeñece. La política hay que hacerla con argumentos, para subirle el tono y ayudar a la formación política del país.

M.I.R.: Si usted pudiera aconsejarle al Presidente algo para corregir el rumbo del gobierno en estos segundos cuatro años, ¿qué le aconsejaría?

L.M. de U.: El discurso de seguridad democrática es importante, es efectivo, pero lo enfocaría más hacia el derecho a la vida. No se trata de cancelar el discurso, sino de preguntarnos: seguridad, ¿para qué? Y la respuesta no es una simple cuestión de cifras. De cuántas vidas hemos salvado, de cuántos secuestros hemos evitado. La seguridad ha influido en muchos derechos de los ciudadanos, y no hemos sabido promoverlos. Y además le sugeriría mucho más énfasis en el tema de la infancia, sobre todo en el rango de 0 a 7 años, que es el más desprotegido.

M.I.R.: ¿Lina Moreno opina sobre los ministros?

L.M. de U.: Yo sí opino. Creo que en este primer gobierno ha habido varios buenos. Y sin descalificar a los otros, debo decir que Carolina Barco ha hecho muy buen papel. Lo mismo Cecilia María Vélez. En el Ministerio de Defensa miraría a los tres ministros que han pasado por esa cartera, porque todos tuvieron el buen tino de continuar una tarea en la parte administrativa y de organización del Ministerio. Incluso Camilo Ospina, que tiene un perfil tan bajo, cuando habla es contundente y es claro.

M.I.R.: El problema es que nunca habla... ¿Y el nuevo Ministro de Defensa cómo le parece?

L.M. de U.: Creo que va a ser bueno. Es que tiene la obligación de serlo. En Juan Manuel Santos es un imperativo serlo.

M.I.R.: ¿Opinión sobre el Ministro del Interior actual?

L.M. de U.: ¿De Sabas? Ninguna.

M.I.R.: ¿Y del nuevo, Carlos Holguín?

L.M. de U.: Lo conozco muy poco, pero pienso que es una persona ponderada.

M.I.R.: Entre Juan Manuel Santos y Germán Vargas como sucesor de Uribe, ¿quién?

L.M. de U.: No, no me meta en esos temas.

M.I.R.: Usted salió muy francamente a defender el derecho del aborto en los tres casos que aprobó la Corte. Ahora hay sectores de la Iglesia que quieren someter el tema a un referendo… ¿Está de acuerdo?

L.M. de U.: Depende de en qué términos se haga la pregunta. Si se va a preguntar si se le considera un derecho, es legítimo que la Iglesia lo haga. Pero si la pregunta va en términos de masacre o de asesinato, no le va a aportar nada ni al debate, ni al país.

M.I.R.: ¿Los derechos de los gays?

L.M. de U.: Estoy totalmente de acuerdo con que tengan sus derechos, como lo plantea una ley que se acaba de presentar.

M.I.R.: ¿Sobre eso tiene discusiones con el Presidente en la privacidad?

L.M. de U.: Sí.

M.I.R.: Entonces le hago otra pregunta: ¿usted está de acuerdo con la dosis personal?

L.M. de U.: No tengo claridad sobre eso. Uribe no está de acuerdo con ella. Igual que con el aborto, uno se pregunta desde dónde se debe abordar este debate. ¿Desde la moral? Es un tema en el que es muy fácil aplicar la ética frente al otro, pero en el que se es moralista frente a los hijos de uno. Se le puede decir al otro: le respeto ese derecho. Pero muy difícil decirles lo mismo a mis hijos. Ahora: la dosis personal no es obligatoria, es una opción que usted toma.

M.I.R.: ¿Cree que algún día llegaremos al tema de la legalización de la droga? Hay mucha gente que cree que estamos perdiendo esta maldita lucha contra el narcotráfico…

L.M. de U.: Sería partidaria de abrir el debate. De ahí a que se gane la tesis hay un trecho, pero por lo menos tenemos que abrir el debate. ¿Por qué no somos capaces de darlo? Démoslo…

M.I.R.: ¿Qué siente ante nombres como estos: Íngrid Betancourt, Clara Rojas, Fernando Araújo, Luis Eladio Pérez?

L.M. de U.: Dolor. Mucho dolor.

M.I.R.: ¿Discute a veces sobre el tema del canje con el Presidente?

L.M. de U:. A mí me llama muchísimo la atención que la posición de Álvaro sobre el tema ha venido cambiando. Desde la posición radical inicial de no hacerlo, hasta la de ahora, en la que está mucho más abierto.

M.I.R.: ¿Influido por usted?

L.M. de U.: Yo nunca me he hecho la pregunta de cuánto influyo en Álvaro. Yo le digo las cosas, estemos de acuerdo o en desacuerdo, sea dura o suave la forma en que lo hago. Siempre le digo lo que yo creo. Pero de ahí a pensar cuánto influyo en él, nunca me lo he preguntado. Esto no es como marcando goles. En última instancia es él, y no yo, el que toma las decisiones de gobierno.

M.I.R.: Viajes internacionales: ¿Qué personaje que haya conocido la ha impactado?

L.M. de U.: Curiosamente sólo he viajado al exterior unas dos veces con Uribe.

M.I.R.: Al presidente Chávez lo conoce?

L.M. de U.: No he pasado del saludo. Es una persona muy especial. No me ponga a comentar más. Pero tal vez el Rey de España me ha impactado, porque en él hay una familiaridad, una frescura…

M.I.R.: ¿Cómo es la señora del presidente Bush?

L.M. de U.: Amable, muy amable. El día en el que estuvimos allá en el rancho ella se portó como toda una ama de casa, (porque me mostró su casa), y yo no me podía quedar atrás. Entonces vi una mata que me gustó mucho y le pedí unos piecitos. Las dos estuvimos a la altura. (Risas).

M.I.R.: Pero ella también influye mucho en su esposo. Le debe decir: Bush, Bushicito, como obispo…

L.M. de U.: (Risas). Sí. Es indudable que ella tiene una fuerza propia, una personalidad muy marcada.

M.I.R.: ¿Cuál fue el momento más difícil de estos cuatro años?

L.M. de U.: El Nogal, la muerte de Juan Luis Londoño y el asesinato de Guillermo Gaviria y de Gilberto Echeverry, con quien me unía una amistad de mucho tiempo. Yo tengo una interpretación muy romántica del voto. No es solamente una papeleta que se deposita en una caja, sino que el voto lleva implícitos sus expectativas, lo que quiere para usted, para su familia, para sus hijos, para su país, sus sueños, sus proyectos. Cuando lo de El Nogal, sentía que tenía que mirar a la gente a los ojos y decirle: Fallamos. Y cuando lo de Gilberto y Guillermo, sentía que no podía mirar a su familia a los ojos con el mismo sentimiento: el de que habíamos fallado.

M.I.R.: ¿Y cuando los ‘rockets’ del día de la posesión?

L.M. de U.: También fue terrible. Yo me pregunté: “¿En qué nos metiste, Uribe?”.

M.I.R.: ¿Ya se le quitó el miedo a la entrevista? Ya vamos a acabar. ¿Vio que no era tan difícil?

L.M. de U.: Es que uno tiene que guardar una compostura. Por respeto a Uribe hay unos temas que públicamente no puedo o no debo tocar.

M.I.R.:¿ Es que están en desacuerdo en muchos temas?

L.M. de U.: En muchos. Muchísimos. Inclusive en unos de la seguridad democrática. Somos distintos, pero no distantes.

M.I.R.:¿Como en cuáles?

L.M.de U.: Para mí, como le decía atrás, en los próximos cuatro años debe cambiar el discurso de la seguridad democrática definitivamente. Que la gente siga sintiéndose protegida, pero que empiece a evolucionar hacia otras cosas. Ya no debe ser un tema únicamente militar, sino de cuidar la vida, de proteger la vida, de darle valor a la vida.

M.I.R.: ¿Tiene tiempo para hablarse con el Presidente durante el día?

L.M. de U.: Él procura pasar mucho por mi oficina.

M.I.R.: ¿Y usted duerme tan poquito como el Presidente?

L.M. de U.: Sí. Yo me acuesto entre 10 y 10:30. Once por tarde. Me levanto entre 4 y 4:30.

M.I.R.: Le voy a hacer una pregunta medio íntima: ¿Duermen en el mismo cuarto, o en cuartos separados?

L.M. de U.: En el mismo cuarto y en la misma cama.

M.I.R.: Eso me hace acordar inevitablemente del cuento del ‘gustico’. ¿Es cierto que usted no estuvo de acuerdo cuando el Presidente les recomendó a los jóvenes que dejaran el ‘gustico’ para cuando se casaran?

L.M. de U.: Ni siquiera estuve de acuerdo con la palabra. No sé de dónde salió Uribe con ese cuento. “Viejita, ¿pero qué otra palabra usaba? ¿Cómo iba a usar la palabra sexo?”. Y yo le dije: “¿Pero para qué fue a meterse en ese tema? Ese no es un tema suyo, usted no es el papá del país. Por lo menos debería haber usado la palabra que tocaba. De lo contrario, quédese callado”. Uribe es un personaje muy extraño. Uno de los más extraños que haya conocido en la vida.