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¿POR QUE ENTRO LA PLATA?

Esta es la historia desconocida detrás de los 5.000 millones de pesos de los Rodriguez Orejuela.

8 de enero de 1996

AUNQUE TODOS LOS COlombianos saben que el cartel de Cali financió la segunda vuelta de la campaña presidencial de Ernesto Samper, pocos saben qué objetivo perseguían con esa ayuda. En todo caso no parecía tener muy buena presentación esa manguala entre los que, según el gobierno de Estados Unidos, son los criminales más peligrosos del planeta y el candidato oficial del glorioso Partido Liberal.
En el fondo la motivación de todo el asunto era sana. Para los Rodríguez Orejuela, y las otras cabezas del cartel, se trataba de desmontar el cartel de Cali en forma oficial, retirarse del negocio, obtener una pena benigna y luego descansar al lado de sus nietos a paz y salvo con la justicia. No había ni complicidad delincuencial de por medio ni solicitud de amnistía. Se buscaba simplemente un arreglo político para que el final del cartel de Cali no fuera como el que tuvo el de Medellín.
Existe un testimonio desconocido hasta la fecha en el cual la historia de esta negociación fue contada a la Fiscalía: el del ex cónsul en Miami, Andrés Talero. Este era simultáneamente amigo personal de Santiago Medina -con quien había trabajado cuando era gerente de la revista Aló- y de Alfonso Valdivieso, por sus vínculos con el Nuevo Liberalismo, movimiento en el cual militaban los dos. En marzo de este año había tenido lugar una comida de media docena de personas a la cual asistieron Talero y Medina. Tres días después Talero le relató al Fiscal lo que había escuchado en esa reunión, y esto le pareció del mayor interés a Alfonso Valdivieso, quien le dijo que le parecía importante que lo declarara oficialmente ante la Fiscalía. Esto ocurrió el 20 de julio pasado y esta declaración fue considerada clave por la Fiscalía para desenredar definitivamente el proceso 8.000.
De acuerdo con el relato de Talero, Medina habría sorprendido a los invitados a la comida señalando que los nexos económicos entre la campaña de Samper y el cartel de Cali obedecían a que de tiempo atrás las dos partes habían llegado a un pacto de entrega. Los hermanos Rodríguez Orejuela deseaban saldar sus cuentas con la justicia y lo único que estaban esperando era la desaparición de Pablo Escobar. Tan pronto éste fue dado de baja por una alianza entre el DAS, la Policía y el cartel de Cali, esperaban beneficiarse de la gratitud del Estado por haberle colaborado decididamente en esta guerra. Ya eran suficientemente ricos y les interesaba más blanquear sus fortunas que seguir aumentándolas en forma vertiginosa a través del narcotráfico.
En ese momento el fiscal era Gustavo De Greiff, quien había sido testigo del apoyo logístico que los de Cali le habían brindado a las autoridades para acabar con el jefe del cartel de Medellín. De Greiff les gustaba como interlocutor, pues lo consideraban un hombre pragmático que entendía las realidades del mundo del narcotráfico y en él se podía confiar. El Fiscal, por su parte, quien creía que la única manera seria de combatir el tráfico de estupefacientes era mediante su legalización, era de la opinión de que mientras ésta no fuera posible era mejor tener pájaro en mano que ciento volando. En otras palabras, si los Rodríguez Orejuela y sus socios tenían intenciones de entregarse y desmontar su negocio, era más conveniente facilitar este proceso que obstaculizarlo.
Gustavo de Greiff y los representantes de los Rodríguez Orejuela se reunieron en la casa de Alberto Giraldo y rápidamente llegaron a algunos acuerdos. Sobre los detalles de estos ha habido mucha controversia. Pero, en términos generales, la realidad era que el Fiscal, convencido de que valía la pena hacer el experimento, se mostró dispuesto a darles un tratamiento benévolo ajustado a la ley.
Todo este proyecto fue saboteado por César Gaviria. El entonces presidente se opuso ferozmente a la Fiscalía con el argumento de que se estaba excediendo en concesiones. De Greiff le respondió que no creía en la sinceridad del presidente, quien tenía interés en impresionar al gobierno de Estados Unidos para que lo respaldara en su aspiración de ser secretario general de la OEA.
Las dos partes se radicalizaron y el resultado de esto fue el estancamiento de las negociaciones para la entrega del cartel de Cali. Cuando esto sucedió Gustavo de Greiff les hizo saber a los apoderados de los Rodríguez que el proceso de negociación tenía que suspenderse y que su reanudación quedaría en manos de Ernesto Samper cuando este fuera elegido presidente de la República. De Greiff y Samper, quienes eran amigos cercanos, habían tenido la oportunidad de conversar sobre el asunto y estaban de acuerdo en la conveniencia de la entrega del cartel.
Como se suponía que el entonces fiscal continuaría en el gobierno de Ernesto Samper, todas las esperanzas de los Rodríguez y los otros cabecillas del cartel de Cali se centraron en que el candidato liberal fuera presidente. Por su parte, a Samper le interesaba empezar su gobierno con algo tan impactante como la entrega masiva de la organización delictiva tal vez más grande del mundo. Según le dijo Talero a la Fiscalía, Medina habría dicho en la comida que todas las cosas estaban cuadradas y que pocos días después de la posesión de Samper unos 180 narcotraficantes pensaban someterse a la justicia y entregarían pistas, laboratorios y propiedades. De esta manera, según Medina "nos quitaríamos de encima de una vez por todas el problema del narcotráfico, nos quitaríamos a los gringos de encima y el gobierno podría trabajar en otros temas importantes para el país".
Para que lo anterior se cumpliera el único requisito era que ganara Ernesto Samper, pues los Rodríguez no tenían contacto con Andrés Pastrana, ni éste con Gustavo de Greiff. Por esto ofrecieron colaboración financiera en la campaña liberal a través de varios emisarios. La consigna en todas las conversaciones telefónicas entre narcotraficantes era la de apoyar al candidato liberal. Estas conversaciones fueron interceptadas por los organismos de seguridad en múltiples ocasiones. La ayuda fue rechazada inicialmente, pues Samper estaba convencido de que iba a ganar en la primera vuelta y era consciente de las implicaciones de recibir dineros calientes.
El cuasi empate con Andrés Pastrana en la primera vuelta produjo pánico en las huestes de la campaña. Con solo 16.000 votos de diferencia, a favor de Samper, el triunfo en la segunda vuelta no estaba asegurado. La única forma de enderezar esta tendencia era con mucho dinero. El resto de esta historia ya se sabe...