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| Foto: SEMANA

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La “guerra verbal” de La Habana

De la Calle criticó las afirmaciones de las FARC y dijo que la guerrilla no era un juez para sancionar a las FF. MM.

6 de marzo de 2014

“En vez de crear un ambiente favorable a la paz, las FARC con su lenguaje desmedido están minando la confianza y creando obstáculos para el buen suceso y trabajo de la mesa de conversaciones”. Así comenzó la declaración del jefe del equipo negociador del gobierno en La Habana, Humberto de la Calle, en respuesta a las afirmaciones de la guerrilla sobre el ministro de defensa, Juan Carlos Pinzón. 

Al final del más reciente ciclo de conversaciones del proceso de paz, las FARC dijeron que Pinzón, el “lacayo” de la CIA, debe responderle al país por las revelaciones de corrupción en las fuerzas militares “de las cuales no está exento, y hablarle también de sus propios escándalos relacionados con negociados que favorecen a proveedores del Ministerio de Defensa de los cuales recibe prebendas, dotes, gangas y canonjías, apartamentos y gomina”.

De la Calle fue enfático en defender la posición de las instituciones, al decir que las FARC no pueden pretender ser los jueces de los funcionarios. “Si las FARC lo que pretenden es participar en debate público, lo que deben hacer es menos declaraciones y más acuerdos”, apuntó el jefe negociador. 

Además de ir contra el ministro de Defensa, en otra ocasión las FARC aseguraron que las fuerzas militares, la Policía y de los servicios de inteligencia tienen nexos estructurales con el paramilitarismo y el narcotráfico. 

Los delegados del gobierno están cansados de lo que consideran la “guerra verbal” del grupo armado, como lo expresó De la Calle. Él mismo aseguró que esos “infortunados pronunciamientos” hacen que el cese al conflicto que se busca en La Habana esté cada vez más lejos.

“La delegación del gobierno no caerá en el juego que pretenden montarnos las FARC de convertir la Mesa de Conversaciones en un ring de boxeo”, apuntó De la Calle.

Esta es una de las pocas veces que el gobierno responde directamente los señalamientos hechos por las FARC desde Cuba. En la mayoría de las ocasiones, la delegación prefiere el silencio ante los medios pues considera que la agenda del proceso de paz está definida y otros temas que corresponden a la coyuntura nacional no deben hablarse en La Habana.