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Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, deposita en el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, el acuerdo final de paz con las FARC | Foto: SIG

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El acuerdo de paz por el que se la jugó Ban Ki-moon

El presidente Juan Manuel Santos entregó, en Nueva York, el acuerdo final a su primer aliado en el proceso de paz con las FARC. Para el secretario general de la ONU también es uno de los logros de su mandato.

19 de septiembre de 2016

El surcoreano Ban Ki-moon (Eumseong, 13 de junio de 1944) ha sido uno de los aliados clave que el presidente Juan Manuel Santos ha tenido para legitimar el proceso de paz con las FARC. La trascendencia y la jerarquía de su cargo, secretario general de las Naciones Unidas, han sido bastante útiles para el gobierno colombiano a la hora de inyectar un ambiente favorable a la negociación con un grupo armado ilegal, que en América, Europa y el mundo entero seguía figurando en el listado negro de organizaciones terroristas.

Sin el carisma de su antecesor, el ghanés Kofi Annan, y con tantos asuntos en su agenda, Ban (ese es su apellido) fue la primera celebridad de la política internacional en montarse al tren de la paz. Mucho antes, incluso, de que las FARC y los negociadores del Gobierno instalaran la Mesa de La Habana, y por supuesto antes de que las potencias de Europa se comprometieran con recursos para apoyar el desafío de la reconciliación en Colombia. Se podría decir que el surcoreano fue la punta de lanza de la diplomacia colombiana en torno al proceso de paz.

Tanto así que la imagen de Ban ya se ha convertido en familiar para los colombianos. Nunca antes en la historia del país un secretario general de la ONU había sancionado una ley expedida por el Congreso. La llamada Ley de víctimas y restitución de tierras, la misma que el presidente Santos radicó en persona en el Congreso y por la que dijo que valía la pena ser presidente, lleva la firma del diplomático surcoreano.  Eso sucedió el 10 de junio del 2011, cuando nadie se imaginaba que delegados del Gobierno se reunían de forma clandestina y discreta para acordar una agenda de negociación.

Es probable que Ban Ki-moon conociera esas intenciones. Aquel día, incluso, calificó la ley de víctimas como “un paso fundamental para resolver el conflicto que ha padecido Colombia durante décadas”.

Este lunes, cinco años y tres meses después de aquel acto, Ban recibió de manos del presidente Santos las 297 páginas del Acuerdo Final para la terminación del conflicto, suscrito entre los negociadores del Gobierno y las FARC el pasado 24 de agosto. El acuerdo para poner fin a la guerra.

Poco a poco, la firma de la paz en Colombia también se convirtió en una obsesión para Ban Ki-moon. “Un logro, pero también un reto”, lo definió el propio secretario general hace precisamente un año, después de la que fue su penúltima Asamblea General al frente del organismo multilateral. Y quizás ahora cuando culminará su mandato, sea uan de sus principales conquistas para exhibir.

El pasado 23 de junio, Ban fue una de las grandes personalidades que aterrizaron en La Habana cuando el presidente Santos y el comandante de las FARC, Timoleón Jiménez, se dieron la mano por segunda vez, en esa oportunidad para sellar el acuerdo sobre el cese al fuego bilateral. Allí estaba el surcoreano, testigo y firmante de lo que el comandante guerrillero denominó “el último día de la guerra”.

El otrora canciller surcoreano fue aclamado como secretario general de la ONU en el 2006. También, por aclamación, fue reelegido en el año 2011. Se le reconoce por haber luchado por el acuerdo sobre el cambio climático, tras el fracaso de la cumbre de Copenhague en el 2009, por haber puesto la lucha por la igualdad de género en el centro de debate y hasta por su papel como primer defensor de la llamada Primavera Árabe en el 2011.

Pero no todo han sido elogios. Por el contrario, en un reciente artículo del prestigioso semanario The Economist fue calificado como uno de los “más aburridos y entre los peores” secretarios generales en la ONU. El listón dejado por Kofi Annan, carismático y muy mediático, era difícil de superar. Sus críticos le reprochan falta de liderazgo y le señalan haber usado “paños tibios” a la hora de adoptar medidas frente a los numerosos escándalos por los abusos de las fuerzas de paz de la ONU, que en su mandato llegaron a ser 100.000 soldados desplegados por todo el mundo.

Para el secretario general el acuerdo de paz de Colombia es un bálsamo, sobre todo porque se la jugó cuando pocos lo advertían, y porque antes del fin de su segundo período pudo verlo firmado en un papel.

“De todos los jefes de Estado, usted es el más triunfante”, le dijo Ban Ki-moon a Santos este lunes al recibir el documento. “Aún quedan muchos fuegos por extinguir en el mundo, pero el fuego del conflicto armado en Colombia morirá para siempre el próximo 26 de septiembre. Colombia cuenta con todo nuestro apoyo”, expresó.

En privado, el secretario general de la ONU reconoció que Santos se sobrepuso a todas las dificultades, a todos los ataques y no desfalleció. “Yo personalmente he sido testigo de lo que ha hecho”.

La próxima vez que los colombianos tengan noticia de Ban Ki-moon será el próximo lunes. Encabezará el listado de personalidades internacionales que llegarán a Cartagena, donde, a seis días del plebiscito, Santos y Timoleón Jiménez firmarán el Acuerdo Final.