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Congresistas reunidos con los jefes negociadores de las FARC. | Foto: Imagen tomada de Twitter: @FARC_EPaz

PROCESO DE PAZ

Las FARC y la izquierda, los otros diálogos en La Habana

Reuniones sociales y de trabajo entre los voceros de la guerrilla y dirigentes de la izquierda abren el futuro escenario de participación política de las FARC. Estas son las primeras conclusiones.

2 de febrero de 2016

Aunque la delegación de las FARC en La Habana ocupa su tiempo en apurar la firma de un acuerdo definitivo con el Gobierno, pues la fecha definitiva del 23 de marzo se encuentra a la vuelta de la esquina, entre el viernes y el sábado de la semana pasada hicieron una pausa y desarrollaron una agenda paralela.

Varios dirigentes de la izquierda colombiana se desplazaron a la isla, autorizados por el Gobierno. Congresistas como Iván Cepeda, Alirio Uribe, Ángela Robledo, y concejales como Hollman Morris, viajaron con una carta de autorización firmada por el comisionado de paz, Sergio Jaramillo, un salvoconducto para reunirse con los encargados de ponerle punto final a más de medio siglo de guerra en el país.

No era la primera vez que las FARC se reunían con dirigentes políticos colombianos. De hecho, senadores como Iván Cepeda han sido visitantes asiduos de La Habana, en ese propósito de aportar al máximo para que el proceso de paz llegue a buen puerto. Pero la reunión del fin de semana pasado era bastante particular. Por primera vez los voceros de la guerrilla se planteaban futuros escenarios dentro de la vida política, incluso el escenario del 2018 se posaba sobre la mesa.

Que dirigentes de la izquierda y las FARC tengan este tipo de reuniones no debe sorprender ni escandalizar a nadie. Ambos sectores tienen sintonía, comparten ideas similares, pero tienen una diferencia sustancial, unos optaron por el camino de los votos, otros por el de las armas. Pero ambos saben que en un escenario de posconflicto el camino será el primero, y si propugnan por lograr las transformaciones que siempre se han propuesto, no tienen otro camino que trabajar unidos.

Quizás esa es la principal conclusión de estos diálogos paralelos que se iniciaron en La Habana. Las FARC y dirigentes de la izquierda colombiana empezaron a hablar de una gran convergencia, de un frente amplio, de ese anhelo de la “izquierda unida” que nunca se ha consolidado.

Fueron varias reuniones. La primera, colectiva, se llevó en El Laguito, ese  barrio de grandes mansiones construido en las épocas del régimen de Fulgencio Batista, que fue expropiado por la revolución en los años 60. Sus dueños fueron los primeros en huir a Miami, mientras allí la élite castrista se divertía, el Che Guevara se entretenía jugando golf cuando era ministro de Economía y Agricultura. Ese lugar donde se alojan visitantes ilustres, como el papa Juan Pablo II y el papa Francisco, y donde han tenido casas Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Hubo otras reuniones, de carácter más social, en lujosos restaurantes de la capital cubana, como la que asistió Gustavo Petro.

En la reunión de El Laguito no hubo temas vedados, dijo uno de los asistentes a Semana.com. Se habló desde los mecanismos de refrendación, las opciones del plebiscito o una constituyente, hasta de la participación política una vez las FARC dejen las armas. La guerrilla ha estado tan concentrada en las negociaciones, que ese escenario aún los desborda, los puede tomar por sorpresa, por lo menos esa es la impresión que dejó a algunos de los asistentes.

Sobre la Constituyente se conocieron nuevas posturas. Los miembros del secretariado de las FARC allí reunidos contemplan que este escenario sea posterior a la refrendación de los acuerdos, lo cual significa que podrían aceptar el plebiscito que propone el Gobierno. Incluso consideran que una Constituyente no sería para cambiarlo todo, como teme el establecimiento, pues reconocen que la Carta Política tiene capítulos valiosos que no se deben tocar.

Pero sí consideran que una nueva Constitución podría ser la oportunidad para “barajar de nuevo las cartas” y sobre todo para hacer reformas en materia electoral, en garantías de la oposición, pues consideran que el ejercicio de la política en Colombia se ha convertido en un lucrativo negocio y los cargos de representación popular están marcados por millonarias sumas de dinero.  

Ante ese escenario, las FARC y los dirigentes de izquierda coincidieron en que lo inmediato es adelantar una gran campaña a favor del proceso de paz, en “meterle pueblo a la paz” en palabras de uno de los dirigentes.

Lo otro, los escenarios de participación política, se advierte como una discusión apresurada, pero que ya inició. Contrario a muchas hipótesis las FARC no aterrizarían en ninguna de las actuales expresiones de la izquierda. Ni en el Polo, ni los Progresistas, ni los Verdes, ni Marcha Patriótica. “Se les oye que quieren crear su propia fuerza política, pero son conscientes de que solos no van a generar los cambios. Saben que toca juntarse”, dice la fuente.

También se les ve conscientes de su nula experiencia electoral y, que a la hora de un escenario político en el 2018, en el que se deba elegir un gobierno que garantice la implementación de los acuerdos de paz, y si se elegirá un Congreso o una Constituyente, lo primero que deben hacer es “limpiar la mala imagen en los territorios y que han cultivado en estos años de guerra”.

Otra sensación que por lo menos trajeron algunos de los dirigentes que se reunieron con las FARC es que a pesar de las intenciones de construir una fuerza política propia, a los jefes del secretariado no se les ve la ambición personal de ser quienes lleguen a cargos públicos. Dicen que la izquierda se debe renovar y que se deben construir nuevos escenarios.

Se puede decir que estas conversaciones fueron de carácter exploratorio. No hay agenda definida, sólo el compromiso de iniciar el diálogo hacia una acción política. No será la única reunión. Las próximas semanas esperan a Clara López, presidenta del Polo, al Mais y al Congreso de los Pueblos. Lo cierto es que las FARC ya empiezan a explorar los caminos para aterrizar en la política nacional.