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Wl miembro del secretariado de las FARC, 'Pastor Alape', y el jefe negociador de las FARC,' Iván Márquez'. | Foto: Archivo SEMANA

PROCESO DE PAZ

Proceso de paz: una de cal y otra de arena

En las últimas entrevistas a los negociadores de las FARC, 'Pastor Alape' tranquiliza mientras que 'Iván Márquez' asusta.

2 de junio de 2015

Dos entrevistas en la prensa del fin de semana han creado efectos diametralmente opuestos entre los lectores. 'Pastor Alape' se entrevistó con Marisol Gómez, del periódico El Tiempo, 'Iván Márquez' con Alfredo Molano Jimeno, de El Espectador, y el discurso dista de ser homogéneo. Mientras la primera conversación muestra progreso y una voluntad de conciliación en La Habana, la segunda dejó a más de uno con los pelos de punta.
 
El diálogo de Marisol Gómez con 'Pastor Alape' transmite un enfoque pragmático y realista que deja la impresión de un posible acuerdo. El guerrillero, quien hace parte de la subcomisión para el fin del conflicto, se mostró positivo a pesar de las dificultades actuales y acierta al asegurar que la paz es asunto de todos: “esto no es entre las FARC y el Gobierno, es el país el que necesita que se pare esta guerra y se profundice la democracia”.

Alape insistió en la permanente obsesión de las FARC de un cese al fuego bilateral subrayando que los países garantes del proceso, Cuba y Noruega, apoyan esa iniciativa. En eso no hay nada nuevo, pero la tregua bilateral no es posible en las condiciones actuales. En algún momento se llegará a ese punto, pero muchos creen que debe ser después de la firma del acuerdo.  
 
'Alape' denunció que las FARC han sufrido una estigmatización maniquea por parte de los medios y tildó al Gobierno de incoherente por acompañar gestos positivos, como los nombramientos de la canciller y de Restrepo en La Habana, con actos de guerra como los recientes bombardeos. Aseguró también que la posibilidad de un escalamiento de la guerra dependerá de “la dinámica que impongan las Fuerzas Armadas”.
 
En términos generales en sus respuestas el jefe guerrillero reivindicó las posiciones tradicionales de las FARC. Sin embargo, donde sí hubo un planteamiento nuevo y muy constructivo es en relación con la justicia transicional. Muchos registraron que no descartó del todo la eventualidad de algún tipo de reclusión para las FARC, aunque la condicionó a que el tratamiento jurídico de los guerrilleros tuviera simetría con el de los responsables por parte del Estado. A pesar de que la afirmación fue bastante abstracta, el solo hecho de que mencionara la palabra “reclusión” es un paso adelante muy importante y puede abrir puertas para destrabar el proceso. A estas horas ya se da por descontado que cárcel con barrotes no habrá y lo que está por definirse es si la reclusión en cuestión será en colonias penales agrícolas, si las penas se cumplirán en otro país, u otras fórmulas.
 
Pero si bien Pastor Alape tranquilizó, 'Iván Márquez', por el contrario, asustó. En una entrevista con Alfredo Molano Jimeno explayó su visión de la guerra, sus posiciones frente al Estado colombiano y sus aspiraciones para el posconflicto. Sus planteamientos dejaron cierta desazón, comenzando por el titular: “La justicia es una mula muerta en el camino de la paz”. El país se había acostumbrado a que en medio de las negociaciones el jefe de la delegación de paz de las FARC equiparara a la guerrilla con el Estado y se fuera lanza en ristre en contra del Gobierno. Sin embargo, esta vez Márquez fue aún más lejos. En momentos en que la guerrilla está tratando de equiparar su responsabilidad en el conflicto con la del Estado, sugiere que éste último no sólo es corresponsable, sino que sería “el máximo responsable”, denominación que tiene implicaciones no sólo políticas sino jurídicas, porque al final de este proceso es probable que no haya reclusión sino para los máximos responsables.
 
Ese no fue el único exabrupto. Sus propuestas puntuales crearon más inquietud que sus planteamientos filosóficos. Algunas de sus propuestas contienen elementos que no se habían contemplado hasta la fecha y que, palabras más, palabras menos, equivaldrían a la revolución por decreto. Al planteamiento habitual de las FARC sobre la conveniencia de una Constituyente, Márquez le agregó detalles preocupantes sobre su posible integración. Concretamente habló de crear circunscripciones especiales “para los que nunca han sido escuchados” y mencionó como ejemplos “los campesinos, los jóvenes, los afro o los indígenas”. Esto suena muy democrático, pero en la práctica deja claro que la Constituyente sería una caja de Pandora. Pensar que todo el mosaico de la identidad colombiana va a tener representación obligatoria por cuotas y no por votos es un imposible político.
 
Sin duda alguna lo que más sorprendió, y probablemente aterró a muchos fue su propuesta de fórmulas como la que planteó sobre la integración de la junta del Banco de la República. Sobre este punto su recomendación es que tiene que haber un representante de los trabajadores en la mesa directiva de ese organismo. Eso politizaría el manejo del Banco de la República, cuyo gobierno tecnocrático ha sido uno de las mayores fortalezas del país. Para muchos el discurso de Márquez es amenazante. En momentos en que hay un gran escepticismo en el país frente al proceso de paz, el tono de Iván Márquez no hace más que confirmar los temores que importantes sectores del establecimiento siempre han tenido.
 
Como se puede observar, el impacto de las dos entrevistas no pudo haber sido más distinto. Ojalá que el talante de Alape acabe imponiéndose sobre el de Márquez. En lo que sí coinciden los dos es en que la reconciliación nacional es la llave maestra para salir de la violencia en Colombia.