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PRONOSTICO RESERVADO

En los meses que vienen la situación económica empeorará sensiblemente. SEMANA analiza el cómo y el cuándo de la recuperación.

28 de septiembre de 1998

Las noticias de las ultimas semanas en el campo económico difícilmente podrían ser peores. A nivel interno el nuevo Ministro de Hacienda anuncia que encontró el rancho fiscal ardiendo, el número de empresas con balance en rojo se multiplica, las bolsas de valores se derrumban y el dólar se vuelve a pegar al techo de la banda cambiaria. El milagro que algunos ingenuamente vaticinaron produciría el mero cambio de gobierno resultó ser solo un espejismo. Como si esto fuera poco, en el exterior los mercados financieros se derriten como consecuencia de la crisis rusa. Entre los países más amenazados por la turbulencia internacional están las economías de América Latina, que el año pasado resistieron estoicamente los embates de las primeras ondas del tifón asiático y que hoy ven sus mercados de acciones y bonos caer en picada y sus divisas coquetear con el precipicio.
Con estos antecedentes no es sorprendente que todos los expertos en materia económica a nivel nacional estén vaticinando que al menos para los próximos seis meses las cosas pintan color de hormiga. Esta sensación parece haber calado incluso entre los colombianos comunes y corrientes, quienes, para fortuna del gobierno, se han dado cuenta que por lo pronto no se pueden esperar prodigios. No se equivocan. Lo que queda de este año y buena parte del próximo será época de vacas flacas. Por una parte, el inaplazable ajuste fiscal, cuya cuota inicial el ministro Juan Camilo Restrepo anunció la semana pasada, castigará el crecimiento económico en el corto plazo. La reducción del gasto público incide directamente sobre el consumo e inversión de los individuos y empresas que dependen del Estado como fuente de ingresos, sin que en el futuro inmediato produzca un efecto económico que lo contrarreste.
Por otra parte, no se vislumbra un pronto final a la volatilidad financiera que ha venido sacudiendo los mercados mundiales intermitentemente desde la devaluación tailandesa de julio del año pasado y que se ha agudizado en las últimas semanas. Las consecuencias directas e indirectas de la crisis internacional sobre la economía colombiana son múltiples y su magnitud y duración impredecibles. Entre los efectos sobre la economía real se pueden mencionar la pérdida de competitividad frente a los países que han devaluado sus monedas, la contracción de la demanda en naciones que importan productos colombianos y el desplome de los precios internacionales de los productos básicos o commodities como el petróleo, el café y el carbón _relacionado con la depresión de las otrora boyantes economías asiáticas_. Este factor es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que estos productos representan más del 55 por ciento de las exportaciones colombianas _o cerca del 6 por ciento del PIB_ y una participación aún más importante en las economías de socios comerciales como Venezuela y Ecuador.
Los efectos en el campo financiero también son notorios. La crisis de los mercados asiáticos, y más recientemente de Rusia, han llevado a los inversionistas a huir en desbandada de los llamados mercados emergentes hacia la seguridad de los títulos de países más desarrollados. En consecuencia, los precios de los bonos de la República de Colombia _que sirven de marco de referencia para el costo del endeudamiento externo tanto del sector público como del privado_ han caído vertiginosamente en las últimas semanas, con lo cual sus rendimientos _que se mueven en función inversa al precio_ se han disparado. Mientras en febrero del año pasado el gobierno colombiano solo pagaba 1,6 por ciento más de interés anual para endeudarse a 10 años que el gobierno estadounidense, hoy la prima que tendría que pagar Colombia es de casi el 8 por ciento. Con lo cual, para todos los propósitos prácticos, las fuentes de financiamiento externo para el gobierno y el sector privado colombianos se han cerrado.
La pérdida de confianza por parte de los inversionistas internacionales también incide sobre el mercado interno, el cual incita a la fuga de capitales y por lo tanto presiona la cotización del dólar al alza. Después de varias semanas de relativa calma el dólar cerró la semana anterior pegado al techo de la banda cambiaria. Si la presión continúa y, especialmente, si la turbulencia actual desata una devaluación en Venezuela y el Banco de la República se mantiene firme en su propósito de defender la estabilidad cambiaria, las tasas de interés se volverán a disparar como hace dos meses. Y si hay una lección que aprender de la fugaz recuperación de la economía en el último trimestre del año pasado y el primero de éste es la sensibilidad de la actividad económica a la tasa de interés.

Después de la tormenta
Con este panorama tan desolador sólo queda preguntar: ¿Qué va a pasar en el más largo plazo? ¿Cómo y cuándo se va a recuperar la economía colombiana? Un país golpeado por casi tres años de un desempeño económico mediocre seguramente puede resistir varios meses más de estancamiento pero, ¿podrá aguantar uno o dos años más? Las respuestas a estos dilemas no están nada claras.
El compromiso que han adquirido el Presidente y su Ministro de Hacienda en torno del recorte del déficit fiscal es una señal alentadora. En el mediano plazo, la reducción del hueco en las finanzas del Estado tiene varios efectos benéficos y puede redundar incluso en una especie de círculo virtuoso. Cuando el gasto del gobierno se reduce como proporción de la economía, esencialmente se le abre campo al sector privado. Si el gobierno reduce sus necesidades de financiación las tasas de interés tienden a caer y se liberan recursos para que sean invertidos por los empresarios, los cuales en general son mucho más eficientes en la producción de bienes y servicios y en la generación de empleo productivo. Después de varios años en que el gasto público ha sido uno de los principales motores de la economía _con todas las ineficiencias y distorsiones que ello puede acarrear_ es fundamental que el rol de liderazgo en el desarrollo económico vuelva al sector privado. Por otra parte, la corrección del déficit puede producir, a través de una reducción en la inflación, una depreciación de la tasa de cambio real, lo cual contribuiría a mejorar la competitividad de las exportaciones y de los bienes que compiten con artículos importados. Sin embargo, mientras el ajuste fiscal es sin dudas una condición necesaria para la reactivación económica, puede no ser suficiente.

Otra variable económica que incidirá de manera importante en las perspectivas de mediano plazo de la economía colombiana será el comportamiento de la tasa de cambio. Los argumentos a favor de propiciar una devaluación real del peso son muchos. Primero, el consenso entre los expertos es que la divisa nacional está sobrevaluada en un 10-20 por ciento. Segundo, es necesario estimular la producción de bienes transables _los que se importan y exportan a nivel internacional_ para reactivar la economía y el empleo y reducir el déficit de la balanza comercial. Tercero, en un contexto como el actual la política cambiaria del Banco de la República contribuye a aumentar las tasas de interés, lo cual mantiene frenada la economía. Cuarto, los términos de intercambio de Colombia _la relación entre el precio de los productos que exporta y los que importa_ se ha deteriorado considerablemente. Y quinto, la devaluación en el Asia y otras economías emergentes ha reducido la competitividad relativa de la economía colombiana. Y probablemente son más contundentes que aquellos contra una mayor devaluación. A saber: el mantener a raya la devaluación nominal contribuye a frenar la inflación, lo cual eventualmente se puede traducir en una mayor tasa de cambio real; al menos parte de la devaluación redundará en mayor inflación, restándole beneficios desde el punto de vista de la competitividad y generando mayor inflación que se traducirá, tarde o temprano, en tasas de interés más altas; la devaluación sube el costo de la deuda externa, contribuyendo a aumentar el déficit fiscal y afectando a empresas con empréstitos del exterior; los inversionistas locales y extranjeros generalmente prefieren estabilidad en las reglas de juego; el Banco de la República y su condición de ente independiente perderán credibilidad frente a los mercados.
Con estos argumentos en mente se podría pensar que una política que combinara un ajuste fiscal severo con una mayor devaluación produciría óptimos resultados. Por una parte, el ajuste contrarrestaría parte del efecto expansionista de la devaluación, controlando sus efectos inflacionarios y asegurando una depreciación importante de la tasa de cambio real, que al fin y al cabo es la variable importante en términos de competitividad. Además, ambas medidas tenderían a recomponer la torta de la economía en favor del sector privado y los bienes transables, lo cual contribuirá a reducir los déficits fiscal y externo. Aunque el gobierno no ha hablado explícitamente de devaluación (solo se puede hablar de devaluación cuando se va a hacer, sino los mercados la terminan haciendo a su manera), las señales que ha enviado parecerían apuntar a una combinación de políticas como la planteada en las líneas anteriores. No obstante, así el gobierno y el Banco de la República llegaran a un acuerdo tendiente a aumentar la devaluación real, no hay claridad sobre cómo se debería llevar a cabo este proceso de una manera controlada. Un devaluación mal manejada, como la de México en 1994 y la de algunos de los países asiáticos el año pasado, puede resultar un verdadero desastre, especialmente en una coyuntura internacional como la actual.
Sin embargo es fundamental anotar que ni el ajuste fiscal ni la devaluación ocurren en el vacío. Más allá de los juegos políticos que estas medidas suponen a nivel interno, su interacción con variables externas es fundamental para las perspectivas de recuperación. En este momento la probabilidad de que la situación de la economía mundial se deteriore antes de mejorar son bastante altas. Los riesgos del lado negativo _una gran devaluación en la China, un recrudecimiento de la crisis del Japón, más malas noticias del Asia, el contagio de la crisis a Estados Unidos y Europa, que hasta ahora se han mantenido relativamente inmunes, devaluaciones en América Latina_ abundan, mientras que es difícil pensar en posibles noticias positivas al menos en el corto y mediano plazo. En este contexto, la turbulencia de los mercados internacionales tenderá a continuar y las consecuencias de la crisis comenzarán a trascender de la esfera financiera a la real, precipitando la economía global hacia la recesión y retrasando un buen tiempo la reactivación de la economía colombiana.
Aun si el contagio se limita y la fortaleza de las economías de Estados Unidos y Europa mantienen la economía global a flote, Colombia seguirá padeciendo la caída en los precios de sus principales exportaciones _que según los expertos no se recuperarán en menos de un año_ y los mayores costos de financiación, pues los términos para la consecución de recursos para países emergentes, después del desangre que han tenido que soportar los inversionistas en los últimos, tiempos se demorará un buen rato en normalizarse (después de la crisis mexicana, tuvo que pasar casi un año para que emisores latinoamericanos pudieran volver a acceder a los mercados internacionales). En este escenario más moderado de crisis, la devaluación de Venezuela, mercado crucial para los industriales colombianos, sigue siendo altamente plausible. Si Venezuela devalúa, no solo fortalecerá el caso en favor de una devaluación en Colombia _si no es que la precipita_ sino que también atentará contra las posibilidades de una reactivación en el futuro cercano.
Conjugando todos estos factores, parece poco probable que la economía colombiana se recupere de manera importante antes de 2000. Sin embargo, si el ajuste es exitoso, se podrá pensar en obtener crecimientos muy significativos a partir de ese año (particularmente si además se progresa sobre el tema de la paz). Después de todo las transformaciones estructurales que ha sobrellevado la economía colombiana en la última década _liberalización comercial y financiera, apertura a la inversión extranjera, privatizaciones, flexibilización del mercado laboral, creación de un sistema de fondos de pensiones, etc._ en teoría han aumentado su tasa 'natural' de crecimiento y aún están por alcanzar todo su potencial en términos de mayor eficiencia y productividad. Lo mismo se puede decir de la economía mundial. Aunque su situación actual representa una amenaza de corto plazo para la economía nacional y seguramente muchos maldecirán la volatilidad e incertidumbre que genera, las oportunidades de crecimiento que ofrece en el más largo plazo no tienen paralelos en la historia reciente de la humanidad.

¿Cuándo será la recuperación?:
La opinión de los expertos
Armando Montenegro
Presidente de Anif
1.¿Cuándo cree que se recuperará la economía colombiana?
Depende. Si hay un ajuste fiscal adecuado y la situación mundial empieza a recuperarse, esperaría que a finales de 1999 la economía muestre síntomas de fortalecimiento. Por el contrario, si el ajuste se queda corto o si la crisis internacional se deteriora y hay ataques a la banda y se disparan las tasas de interés, no creo que la recuperación se cristalice antes de 2000 ó 2001.
2.Describa un escenario factible de recuperación.El motor de la recuperación será la baja de la tasa de interés real, con el trasfondo de una economía mundial más estable. La tasa de interés debería bajar con la estabilidad cambiaria que resultará de un ajuste fiscal serio y un mejor ambiente internacional. Si se da la baja en las tasas, la construcción tiene que recuperarse, pues para esa época los inventarios de inmuebles estarán bajos y la demanda se habrá fortalecido. Lo mismo ocurrirá con el comercio y la industria a medida que la baja en las tasas de interés induce una expansión en la demanda. Aunque el ajuste fiscal tendrá un impacto recesivo en el futuro inmediato, al cabo de un par de trimestres, la expansión de la actividad privada a raíz de las menores tasas de interés más que compensará la contracción del gasto público.

Javier Fernández-Riva
Presidente de Javier Fernández-Riva Asociados
1.¿Cuándo cree que se recuperará la economía colombiana?
Creo que la recuperación arrancará, aunque tímidamente, en el segundo trimestre de 1999.
2.Describa un escenario factible de recuperación.
La principal variable que inducirá la recuperación será la tasa de interés. Pienso que ésta bajará en forma sostenida hasta abril del año próximo. Para esa época la economía tocará fondo, pues el recorte más fuerte del gasto público será en los próximos seis meses. Después de dos años de bajo crecimiento e inversiones aplazadas, y teniendo en cuenta que muchos sectores llevarán bastante tiempo en recesión, la demanda tenderá a reactivarse, no solamente por la caída de las tasas sino también por factores relacionados con el paso del tiempo en sí, como lo es el crecimiento poblacional. Hay que recordar que toda recesión toca fondo. Sin embargo la evolución de la economía mundial y la situación venezolana seguirán siendo factores de riesgo.

Juan José Echavarría
Director de Fedesarrollo
1.¿Cuándo cree que se recuperará la economía colombiana?En un año y medio, entre finales de 1999 y principios de 2000
2.Describa un escenario factible de recuperación.
La recuperación se dará a medida que la inversión reaccione a tasas de interés más bajas. La pregunta de cuándo depende de cuánto se demoren los inversionistas en reaccionar. Hay sectores que reaccionan muy rápido a este estímulo, como la construcción, que además contribuye a estimular la demanda a través de la generación de empleo. Aunque el ajuste fiscal será recesivo en el corto plazo, en el mediano plazo contribuirá a que suba la tasa de cambio real. Esto a su vez se traducirá en mayores exportaciones y crecimiento de la producción industrial. Cuando hablo de un año y medio estoy pensando que la subida de la tasa de cambio se demorará aproximadamente seis meses y que las exportaciones tardarán más o menos un año en reaccionar.

José Leibovich
Director del Cede, Universidad de los Andes
1.¿Cuándo cree que se recuperará la economía colombiana?
A principios de 2000. Pienso que el ajuste fiscal va a demorar algún tiempo mientras se hacen todos los trámites legales en el Congreso. Por lo tanto, sólo tendrá efectos prácticos a partir de 2000.
2.Describa un escenario factible de recuperación.
La recuperación se basará en la evolución de dos variables: la tasa de interés y la tasa de cambio real. La primera tenderá a bajar el próximo año por el buen comportamiento de la inflación relacionado con el enfriamiento de la economía durante este año y el próximo. Hay sectores, como la construcción, que son muy sensibles a esta variable y reaccionarán rápidamente a la disminución en los intereses. El futuro de la tasa de cambio real es más incierto. Por un lado, el deterioro de los términos de intercambio de Colombia, a raíz de la caída de los precios de las principales exportaciones, presionarán a la devaluación. Del otro lado, si la gestión del gobierno es exitosa, atraerá capitales, lo cual generará presiones revaluacionistas. Sin embargo creo que es probable una devaluación real de unos cuantos puntos en 1999, lo cual estimulará las exportaciones y la industria.