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PRUEBA DE FUEGO

El fallo del juez en el caso de Rodríguez Orejuela tiene muchas mas implicaciones políticas y personales que Jurídicas

29 de junio de 1987

Pocas veces en la historia jurídica del país se ha visto un cruce de espadas tan frontal como el que se vive hoy en el proceso contra Gilberto Rodríguez. Mientras la espada de la justicia se mantiene erguida a la espera de que la balanza se incline hacia ella, las palabras "culpable" "inocente" penden como una espada de Damocles sobre las cabezas de todos los involucrados en este caso: juez, fiscal, acusados, procurador, testigos y abogados defensores.

La próxima semana el juez Tobías Iván Posso Posso deberá dictar sentencia condenatoria o absolutoria contra los sindicados de narcotráfico Gilberto Rodríguez Orejuela, Hernando Giraldo Soto y José Santacruz Londoño. Cualquiera que sea el fallo, ninguna de las personas relacionadas con el juicio se salvará de ser señalada por la opinión pública como culpable o como inocente. Si el juez se pronuncia a favor de Rodríguez, no faltará quien insinúe que recibió una buena fortuna. Si lo condena, y sobre todo si la condena es fuerte, no dejará de haber quien diga que cedió a las presiones de los gobiernos colombiano y norteamericano.

Este tipo de presiones provenientes de la opinión pública, sumadas a los temores que desvelarían a cualquier juez del país dado el carácter de lo que representan los acusados, hacen de este un juicio sui géneris. Tal vez lo que más quisieran muchos de los comprometidos en este caso es salirse de cualquier forma de un lío en el que la alternativa es pasar a la historia, como héroe o como tránsfuga.

Probablemente a esto se deba que Antonio J. Fontalvo, quien actúo como fiscal del proceso durante casi acho meses, haya recibido con cierto beneplácito su remoción en un episoiio --como todos los relacionados con este juicio--salpicado de contralicciones. Mientras el procurador general de la Nación, Carlos Mauro Hoyos, afirma que la decisión se tomó a petición del propio fiscal, quien llegó haber recibido amenazas, Fontalvo por su parte aseguró a SEMANA que "en ningún momento he sido amenazado por nadie", y agregó que "mi retiro se debe a que, una vez termine la audiencia pública, mi labor en el proceso queda concluida"..

Según pudo establecerlo SEMANA, las razones que provocaron el reemplazo de Fontalvo por Fernando Navas Talero, quien se venía desempeñando como asesor del fiscal, son de más peso. Cuando se hizo el nombramiento de Fontalvo como fiscal en representación de la Procuraduría, Navas Talero había sido enviado como principal representante de esta. Al no ser aceptado como tal por el juez Posso, el gobierno perdió la oportunidad de que el más experimentado de sus funcionarios para estos casos (Navas Talero), llevara las riendas de la fiscalía. Esto hizo que durante el desarrollo de la audiencia no fueran pocos los "roces" entre Fontalvo y Navas. El primero preocupado por no aparecer como una marioneta del segundo, y este empeñado en demostrar que sin su protagonismo el papel del gobierno estaría debilitado, enredándose en más de una ocasión en contradicciones que fueron hábilmente aprovechadas por la defensa.

En medio de la audiencia, alguna vez Fontalvo se quejó frente a los periodistas de que "Navas no me deja actuar. Todo el tiempo está preten diendo que yo diga lo que él quiere".
Esta impresión se hizo evidente el viernes 22 cuando Fontalvo se rebeló y no quiso presentar el recurso que Navas le pedía para que no se diera fin a la audiencia. Fontalvo dijo a SEMANA que su negativa en aquella oportunidad se debió a que "lo seguro era que el juez no lo iba a aceptar porque eso es antijurídico". Navas Talero, por su parte, afirma que no tiene diferencias de principios con Fontalvo, aunque en algún momento de la charla con el periodista de SEMANA afirmó que "es que el derecho es para interpretarlo, haciendo una clara alusión a que su colega se había quedado corto en este sentido y que así lo entendía el procurador general. "El discurso en derecho no puede ser simplista", dijo Navas con cierta beligerancia.

La verdad es que Navas no es simplista. Los alegatos que prácticamente escribia para que Fontalvo leyera están cargados de interpretación y contenido. Sus concepciones, aunque son beligerantes, se niegan a dar cabida a los calificativos apresurados contra el juez o contra su colega.
Afirma: "No creo que las cosas deban manejarse con el criterio de que el juez está de este o aquel lado o que haya cedido a esta u otras presiones como lo insinúan a veces ciertos titulares de prensa. Lo que pasa es que el juez es un exegeta del derecho y esa escuela se mandó a recoger hace mucho tiempo". Navas Talero sostiene que "en derecho no se puede actuar como la enfermera que despierta al paciente para darle la pastilla de dormir" insinuando que tanto el juez como el antiguo fiscal han actuado mecánicamente y no han estado a la altura de las circunstancias.

Las afirmaciones de Navas parecen poner de presente que de lo que se trata es que este es un juicio de trascendencia histórica y que el juez 11 del circuito penal ha asumido una postura al margen de esta situación. Tobias Iván Posso ha hecho caso omiso de lo que reclaman ciertos sectores de opinión y ha procedido como si se tratara de un juicio común y corriente. Es por esta razón que aunque su actuación ha sido independiente, sus posiciones han despistado permanentemente a la opinión, pero tal vez también sea por esta razón que ya haya quienes lo tengan calificado con cierto maniqueísmo como culpable o como inocente. Porque lo que si queda como un hecho cierto es que aqui no solamente se están jugando las cabezas de los acusados, sino que después del fallo sobrarán las espadas desenvainadas listas a cortar cabezas. --