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Puntos aparte

¿Cómo se escogió al rector de la Universidad Nacional, cuya designación ha causado tanto alboroto?

9 de junio de 2003

Todavia no se calma la polémica alrededor del nombramiento del nuevo rector de la Universidad Nacional, Marco Palacios. La tutela interpuesta por el estudiante de la sede de Palmira Diego Mauricio Carrera, ante un juzgado de esa ciudad, fue resuelta el 12 de mayo en su favor y está ahora en apelación. En un regaño destemplado el juez les dijo a los miembros del consejo superior de la Universidad que no habían cumplido con su deber "tal vez para atender no se sabe qué intereses políticos y qué mandatos u órdenes" y les ordenó que volvieran a hacer su selección de rector. El consejo resolvió esperar la apelación pues tenía dos tutelas por el mismo concepto falladas a favor suyo.

Lo más preocupante del fallo judicial es que los argumentos tras él han hecho carrera en la Nacional, entre profesores y estudiantes. ¿Cómo es que el consejo superior no escogió al anterior rector, Víctor Manuel Moncayo, si tuvo la mayor votación, demostró mayor experiencia administrativa y, encima, en una valoración de productividad académica, el comité de puntajes de la universidad le otorgó 464,5 puntos, mientras que sus contendores, Myriam Jimeno y Marco Palacios, sacaron 267,5 puntos y 230 puntos respectivamente? La respuesta obvia a esta pregunta es que le nombraron el candidato al gobierno. Y nada más popular para los estudiantes contestatarios que irse contra cualquier cosa que suene a imposición oficial.

Hay, sin embargo, varios problemas de fondo con este razonamiento. Como todos saben, el consejo superior escoge un rector entre los tres candidatos más votados por estudiantes y profesores. Es una consulta que sirve para darle participación a la universidad en la selección de su rector, pero no es una elección directa. Nada obliga al consejo a irse con el más popular. Así dicen sus estatutos. El argumento de que deba legalmente seguir lo que dice la consulta pública es entonces falso.

También, en ejercicio de su autonomía, los consejeros se fijaron unas reglas de juego para escoger rector. Acordaron que sus decisiones serían personales y sus votos secretos. Y que evaluarían a los candidatos según cuatro criterios principales: su preparación académica, su experiencia administrativa, su liderazgo y el programa de trabajo que presentaron ante la comunidad universitaria.

Para tener una información ordenada y objetiva acerca de cada candidato le pidieron a dos de los consejeros con experiencia en administración que sopesaran este punto. Moncayo aquí demostró 12 años en cargos directivos de institutos y la facultad de derecho de la Nacional y seis años como rector. Palacios fue cuatro años rector de la Nacional y viene de ser vicerrector del Colegio de México, en México, uno de los centros de investigación en ciencias sociales más importantes de América Latina. Palacios también fue miembro del comité académico del doctorado en Latinoamérica del Instituto Universitario Ortega y Gasset de Madrid, España, presidente de la sección Colombia de la Latin American Studies Association (Lasa), que reúne a todos los investigadores sociales de la región en Estados Unidos por un año y, por otro, miembro de la Misión Nacional de Ciencia, Educación y Desarrollo, en la que también participaron intelectuales de la talla de Gabriel García Márquez y Rodolfo Llinás. Es difícil equiparar las dos experiencias pero, estrictamente en términos de años, venían saliendo más o menos igual.

Para el punto de 'preparación académica', "con el fin de contar con un análisis comparable de la experiencia académica de los candidatos" el consejo le pidió al comité de puntajes de la universidad "aplicar a las hojas de vida los criterios que cotidianamente son utilizados para valorar la producción académica de los docentes de la Universidad Nacional". El consejo hizo esta solicitud porque lo consideró pertinente, pero no existe norma alguna que lo obligara a hacerla.

El comité de puntajes, de todos modos, entregó un acta formal, como si se tratara de un documento obligatorio del proceso, que no lo era. En todo caso el comité midió y le dio a Moncayo el doble de puntos que a Palacios. Es importante aclarar que no pretendió medir la trayectoria académica, sino exclusivamente la producción de libros, artículos y ponencias, que es lo que hace cuando se trata de profesores aspirantes a promoción o a aumento de sueldo. Por eso en ese puntaje no se contemplan ni títulos universitarios, ni trayectoria académica internacional.

Así, por ejemplo, no le da más puntos a Palacios o a Jimeno tener Ph.D. que a Moncayo, que tiene como título máximo una maestría. Tampoco hace ninguna diferencia en este puntaje el que Palacios haya sido profesor en las universidades de Andalucía, Autónoma de Barcelona, de Duke, de Oxford, de Chicago, de El Colegio de México, de Tsukuba (Japón), de Londres y las nacionales de Los Andes, Nacional, Javeriana y Bolivariana, mientras Moncayo ha sido profesor de Los Andes y en el Externado.

En lo que se refiere específicamente a los puntos otorgados por publicaciones, los criterios son además bastante subjetivos. Por ejemplo, por un artículo de Palacios en Análisis Político, una revista de la Universidad Nacional, indexada por Colciencias le dieron tres puntos, y por un capítulo en la Historia de América Latina de Cambridge (Gran Bretaña) le dieron nueve puntos. A Moncayo, en cambio, por un artículo publicado en una revista no académica llamada Conversaciones desde la Soledad, le dieron cinco puntos y por una ponencia en la Universidad de Texas le dieron 12 puntos. De manera que las publicaciones de Jimeno y Palacios en el exterior -que obviamente implican un mayor mérito- no necesariamente les generaron más puntos.

De ahí que algunos observadores sostengan que aun si se tratara de dos profesores que aspiraran a una promoción, la manera como se evalúan sus calidades académicas sería bastante cuestionable. Por eso, después de que cesen las turbulencias con el nuevo rector, la universidad tendrá el desafío de ver si los criterios con que promueve a sus profesores se compadecen con los que exige hoy cualquier universidad moderna del mundo.

El consejo superior entonces actuó como se supone que ha debido hacerlo: cada miembro tomó la información que le servía, la contrastó con otros criterios, como el del tipo de liderazgo que necesita una universidad del tamaño y la importancia de la Nacional, y decidió autónomamente. Cuatro votaron por Palacios, dos se abstuvieron (uno de ellos el representante del presidente Alvaro Uribe) y dos votaron por Moncayo. Con todas las imperfecciones que pudo haber tenido esa escogencia -de todos modos subjetiva-, es definitivamente más autónomo esto a que un juez decida con base en qué criterios se debe escoger el rector de la Nacional.