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Tengo la impresión de que la bomba contra el Club El Nogal se debió a la necesidad de Marulanda de lograr una consolidación militar interna

Al paredón con María Isabel

¿Qué estará pensando ‘Tirofijo’ frente a este espectáculo?

El ex comisionado de Paz Camilo Gómez le contesta a María Isabel Rueda

2 de diciembre de 2006

M.I.R.: Usted es uno de los 'civiles' que mejor conocen a Manuel Marulanda, si es que alguien realmente lo conoce. ¿Qué se imagina que está pensando en este momento ante el espectáculo del país en estos últimos días?

C.G.: Yo me lo imagino sentado en la selva con sus 'muchachos' alrededor, y él diciéndoles: ¿Ven? El Presidente no tiene partido porque van a resultar presos un poco de sus miembros. El Congreso está enredado hasta qué punto con el paramilitarismo. El Ejército está agarrado con la Policía. Las Cortes, agarradas entre ellas. Los gringos quitándole la ayuda al gobierno. Allá no hay nada que funcione, eso es un caos y el Estado se acabó. Ni siquiera tuvimos que usar nosotros la fuerza, porque entre ellos se enredan, se matan, todos pelean contra todos, y para salvar al pueblo estamos nosotros, que somos el último bastión de la revolución.

M.I.R.: ¿Y tienen razón en pensar así?

C.G.: Pues ellos se imaginan ese escenario para la revolución. Por fortuna, la democracia tiene la enorme virtud de que aunque se presenten crisis, si es fuerte, se superan. Y este país puede superar las crisis, porque son mucho más las cosas buenas que las malas.

M.I.R.: ¿Con el inicio en forma de la desmovilización militar del paramilitarismo y el enjuiciamiento de quienes los auxiliaban políticamente, se le acabó la disculpita a la guerrilla para negarse a volver a la mesa de diálogos?

C.G.: Creo que el fenómeno del paramilitarismo empezó una etapa de declive. He sido crítico del proceso, pero debo reconocer que ahí hay 30.000 hombres que no están disparando. Eso es bueno para el país. Las Farc ya no tienen más disculpas. Se les acabaron las que tenían para no hacer la paz.

M.I.R.: Entonces, ¿por qué no se empieza a hacer la paz en Colombia?

C.G.: Esa es una pregunta diferente. La coyuntura lo permitiría. Álvaro Uribe podría ser el Presidente que haga la paz con la guerrilla. Manuel Marulanda podría ser el jefe guerrillero que firme la paz con el Estado colombiano. Las condiciones internacionales son favorables para un proceso de paz. Las Fuerzas Militares están estratégicamente más sólidas y más fuertes que en el año 98, porque han vivido varios años de fortalecimiento. El proceso de paz anterior mostró una realidad del conflicto y el país hoy está más preparado que antes para hacer un proceso de paz. El presidente Uribe tiene el mayor apoyo posible para embarcarse en ese proceso. Marulanda tiene a las Farc consolidadas militar y políticamente. Y además, está vivo.

M.I.R.: Pero hay muchos rumores de divisiones internas en las Farc…

C.G.: Tuvieron muchos más problemas de esos durante el proceso de paz que durante la guerra, por una sola razón: la guerra los consolida. La paz los divide.

M.I.R.: Dicen que la bomba contra el club El Nogal fue una fórmula para resolver esas divisiones y consolidar liderazgos internos…

C.G.: Sí. Yo tengo la impresión de que esa desafortunada acción fue motivada por la necesidad de Marulanda de lograr internamente una consolidación militar. Absurdo, irracional, pero en el interior de las Farc, un acto de fuerza militar consolida.

M.I.R.: ¿Otros atentados recientes como la bomba contra Germán Vargas y la que pusieron en la Escuela Militar, cree que también son atribuibles a las Farc?

C.G.: El gobierno se las ha atribuido, pero siempre hay gente con muchas dudas. El mismo Germán Vargas ha expresado las suyas en torno a que el atentado en su contra lo hayan ordenado las Farc.

M.I.R.: ¿Y si no fueron las Farc, cabe la posibilidad de que haya sido el paramilitarismo?

C.G.: En un escenario como el que estaba viviendo el país en el momento del atentado contra Germán Vargas, yo no lo descartaría.

M.I.R.: Hmmm… Interesante teoría. ¿Está sugiriendo la posibilidad de que esos atentados obedecieran al intento de las fuerzas paramilitares de 'hacerse sentir' frente a la negociación que viene?

C.G.: Me parecen, repito, coincidentes con un momento político de altísima tensión en la negociación con los paramilitares. Cuando se atentó contra el senador Vargas, acababan de meter preso a 'Don Berna' y se hablaba de que esa era la antesala de su extradición. Estaba el ambiente muy tenso con ellos. Y obviamente, estos grupos al margen de la ley aplican con frecuencia aquello de que, en río revuelto, ganancia de pescadores.

M.I.R.: ¿Si los políticos que en este momento están acusados de haberle pagado vacunas al paramilitarismo podrían ser condenados por concierto para delinquir, cabría la misma acusación contra personas que hayan pagado vacuna a los guerrilleros?

C.G.: ¿Qué los diferenciaría? Los unos se aliaron con la guerrilla para un efecto, y los otros con los paramilitares para otro efecto. Aquí la única alianza que se puede tener es con las leyes y con las autoridades. Aliarse con cualquiera de ellos es igual de malo, sea guerrilla, sean paramilitares, sean narcotraficantes. Se trata de alianzas con delincuentes para alcanzar un objetivo político o personal. Es pararse en los hombros del diablo para alcanzar el cielo. Está dentro de las conductas del Código Penal. Uno no puede pensar que por defenderse de un delincuente es válido aliarse con otro delincuente.

M.I.R.: Han pasado más de cuatro años desde el esfuerzo monumental que usted, bajo la presidencia de Andrés Pastrana, hizo para firmar la paz con la guerrilla. ¿Cree que de allá a acá hemos ganado terreno en esa lucha contra las Farc, o hemos perdido?

C.G.: Hemos ganado en algunos aspectos, pero hemos tenido un retroceso en otros. Cuando el proceso de paz terminó, en enero de 2002, la derrota política de la guerrilla era toda. Nosotros mismos nos encargamos de que las Farc fueran incluidas en las listas de terroristas de Europa, Canadá y Estados Unidos. Políticamente habían sufrido su peor derrota por su terquedad y poca sensatez al no haber avanzado en un proceso de paz con decisión. Pero hoy las Farc son buscadas por muchos gobiernos para hacer el acuerdo humanitario. Dos ex presidentes hacen fuerza para que haga el acuerdo humanitario. Hay grupos de la sociedad empeñados en contactar a las Farc para que hagan el acuerdo humanitario. Es decir, han recuperado espacio político porque el gobierno ha sido sumamente ingenuo en el caso de las Farc y cree que a punta de gritos e insultos les gana políticamente.

M.I.R.: O sea que a las Farc, el secuestro les deja muchos más réditos políticos que económicos…

C.G.: Para las Farc, el secuestro es un arma política. Yo no creo que les interese realmente sacar a sus presos de las cárceles. Para ellos, un guerrillero aquí o uno allá no hace mucha diferencia. Recuerde que ya una vez hicimos un intercambio humanitario, en el que salieron 13 guerrilleros de nivel raso, ninguno acusado por delitos de lesa humanidad. Pero se generó un hecho político para las Farc. Naturalmente, el Estado colombiano ganó la libertad de 350 hombres. Y no se perdió ni soberanía, ni se cambió la ecuación de la guerrilla por los 13 guerrilleros que salieron libres. En este momento la guerrilla busca posicionamiento político. Pero si el Estado jugara con más audacia y menos arrogancia, no sólo lograría el acuerdo humanitario, sino sentarse otra vez con la guerrilla a culminar un proceso de paz.

M.I.R.: ¿Y usted piensa que simplemente al presidente Uribe no se le da la gana de hacerlo, porque es muy terco?

C.G.: Eso habría que preguntárselo a él. Pero la paz en este país tiene oportunidades por la vía negociada, y eso lo saben tan bien el Presidente como las Farc. Especialmente éstas, que llevan 40 años disparando y no han logrado nada. Pero el Estado colombiano tampoco puede ser tan ingenuo como para pensar que los va a acabar. Mire usted lo del Plan Patriota: en palabras del propio Presidente, era un plan para acabar con la guerrilla. Un tiempo después, era para acabar con su cúpula. Otro tiempito después, era para acabar con la culebra por la cabeza. Enseguida pasaron a decir que era para sentar a las Farc a negociar. Y hace cerca de un mes, el Ministro de Defensa dijo que se acababa el Plan Patriota: no acabaron a las Farc, no cogieron a las cabezas, no mataron a la culebra y tampoco las sentaron a negociar. Militarmente el asunto es muy complicado. La gente cree que los guerrilleros están ahí esperando que los cojan, y eso no es así, por supuesto.

M.I.R.: Mirando cuatro años para atrás, ¿por qué cree que no se pudo hacer la paz en el Caguán?

C.G.: A las Farc les faltó generosidad con el país. Les faltó visión política y les sobró prepotencia. Son de una torpeza política incalculable. Habrían podido ganarse sus espacios políticos con una negociación, como lo hizo el M-19. Pero la arrogancia no les permite ver que hay un camino más allá de sus propias narices.

M.I.R.: Y al gobierno de Andrés Pastrana, ¿qué le faltó?

C.G.: Al gobierno no. Al Estado. Los colombianos debieron haber considerado con un poco menos de mezquindad y con más justicia el esfuerzo que se estaba haciendo.

M.I.R.: En conclusión, ¿cree usted que los últimos 15 días de acontecimientos políticos les hicieron el diciembre a 'Tirofijo' y a sus alegres muchachos?

C.G.: Ellos sólo quieren ver cómo se acaba el Estado y por eso una crisis de esta dimensión no sólo les debe dar un fresquito, sino que los debe alegrar montones.