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BOGOTÁ

Qué es lo que huele mal de Corabastos (II)

Las últimas administraciones tienen a la central de abastos más grande del país sumida en una profunda crisis. Los casos de corrupción y la presencia de mafias tienen en vilo su futuro. En dos entregas Semana.com presenta una radiografía de Corabastos.

4 de abril de 2012

La crisis administrativa de Corabastos de los últimos años, que la ha tenido al borde de la quiebra en varias ocasiones, no es el único problema que afronta la central de abastos. La inseguridad y la permeabilidad por parte de las mafias han hecho de este punto de la ciudad un foco de criminalidad donde grandes redes de corrupción controlan mercancías ilegales que entran a la central.

La seguridad del mercado está en manos de un puesto de Policía que tiene 40 uniformados apoyados por otros 345 hombres contratados por empresas privadas. El mantenimiento de este cuerpo de vigilancia le cuesta a Corabastos $1.000 millones, es decir el 70% de los ingresos que recibe, según el recién posesionado gerente de la central, Gustavo Parra.
 
Sin embargo, la tarea no está resultando eficiente para los comerciantes, quienes reclamaron esto durante la pasada huelga de marzo. "Lo que se pide es que haya un control más efectivo de las personas que trabajan en la plaza", explica el gerente de Corabastos. "Para tener mejores controles vamos a implementar un sistema de carnetización y un control de acceso para los comerciantes que incluye invertir en programas de identificación con huella", dice Parra.
 
Ariel Ávila, investigador de la Fundación Nuevo Arco Iris, asegura que "ni la Policía Metropolitana ni las empresas de seguridad que han pasado por la corporación han sido capaces de controlar esta criminalidad". Para el investigador, por lo general los mercados urbanos ilegales se entremezclan con violencia y delincuencia, y existe una demanda de servicios de seguridad privada ilegal que con el tiempo pueden convertirse en mecanismo de extorsión a cambio de protección.
 
Para Ávila existen dos problemas derivados de la delincuencia. "Por un lado está el gran impacto directo de la delincuencia común sobre la localidad de Kennedy, donde se ubica Corabastos y por otro está el impacto del crimen organizado y, en especial, la articulación de diferentes mercados ilegales desde la corporación hacia el resto de la ciudad", explica el investigador.
 
En una reciente investigación realizada por Ávila, se destaca que la importancia de Corabastos para estos grupos criminales no se explica solo por los niveles de extorsión, sino que su importancia reside en que es el punto de tránsito de mercancías.

"Existen organizaciones que han comenzado a construir en Bogotá una infraestructura para el tráfico de armas y uno de los principales mecanismos de ingreso de mercancías ilegales es el uso de camiones que traen uvas o manzanas desde Ecuador. Dado que se trata de vehículos refrigerados, la Policía no puede revisarlos sin que la mercancía sufra daños importantes", comenta Ávila.

Sin embargo, el investigador aclara que esta economía ilegal no involucra a la gran mayoría de comerciantes que laboran y viven de Corabastos sino que "se trata más bien de un control invisible".

Consultado por la posible existencia de mafias, el gerente Gustavo Parra explica que "los trabajadores son campesinos, gente de escasos recursos que no cree que pertenezcan a ninguna de estas organizaciones".

Los planes que no se ejecutaron

En el 2006, durante la alcaldía de Luis Eduardo Garzón, la administración aprobó el Plan Maestro de Alimentación para la ciudad que contenía una serie de recomendaciones y de directrices que incluían la construcción de cuatro plataformas para el abastecimiento de alimentos en las localidades de Bosa, Ciudad Bolívar, Usme y Suba.

Sin embargo, un informe de la Personería distrital elaborado en el 2010, el último que se conoce, reveló que hasta ese momento sólo se habían iniciado las obras en dos de ellas, la de Ciudad Bolívar y la de Bosa.

De acuerdo con el informe, la construcción de la plaza ordenada en el 2006, comenzó dos años después y desde ese momento hasta el 2010 se presentaron suspensiones, adiciones, prórrogas y todo tipo de retrasos en la obra contratada por el Distrito.

Ante un futuro incierto, el próximo dos de mayo las directivas de la central se reunirán en una asamblea extraordinaria en donde, entre otras importantes decisiones, se nombrará a los principales miembros de la próxima junta de Corabastos.

La nueva junta deberá ofrecer las condiciones necesarias para evitar el cierre de Corabastos y garantizar la seguridad alimentaria de la capital, particularmente la de los hogares de estratos 1, 2 y 3. Además, cerca de 50.000 familias dependen de empleos directos generados por el mercado más grande del país.