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En los pasillos del Congreso se habla más de estrategias electorales, reelección y burocracia que de proyectos de ley. Por su parte, el gobierno se comprometió con una agenda legislativa ambiciosa y no la ha respaldado políticamente.

POLÍTICA

¿Qué pasa en el Congreso?

A un mes del final del periodo, iniciativas como el fuero militar y la reforma a la salud andan a paso de tortuga. Detrás de la parálisis estarían la falta de garra política del gabinete y una excesiva presión burocrática de los senadores.

11 de mayo de 2013

En los últimos meses, quienes  entran al Capitolio Nacional sienten que ingresan a un universo paralelo donde el reloj anda más lento y la realidad es distinta a la que viven millones de colombianos día a día. Mientras el proceso de paz avanza, los militares aún no cuentan con el fuero militar, y mientras las tragedias en materia de salud son cada vez más dramáticas, la reforma a la salud todavía no arranca. En el Congreso solo se habla de elecciones, estrategia y burocracia mientras que en los pasillos los senadores y representantes se quejan entre sí del desdén y la ausencia del gabinete. 

La situación es la siguiente. Desde que comenzó el periodo legislativo, el pasado 20 de marzo, el gobierno radicó los proyectos más importantes como la reglamentación del fuero militar y las dos reformas de la salud. Incluso, en un acto inusual que había reservado exclusivamente para la Ley de Víctimas en su primer año de gobierno, el presidente Santos atravesó la Plaza de Armas y radicó personalmente la ley estatutaria de salud. Sin embargo, al final de esta semana y casi dos meses después, ni el fuero militar ni la reforma de salud contaban con ponencia. La única victoria que a esta fecha puede cantar el gobierno es el acuerdo macro de la Alianza Pacífico, que se votó el pasado jueves. 

Varias cosas pasan. En primer lugar, a la mala imagen de los congresistas se añade que ellos mismos abren espacios para ser criticados. Por ejemplo, en medio de la discusión del proyecto sobre matrimonio igualitario, hubo una desbandada cuando varios senadores se retiraron del Capitolio para asistir a cocteles y comidas. Y, en la semana del primero de mayo, varios mostraron su falta de compromiso pues se tomaron la semana, disfrutaron el festivo y no sesionaron. En palabras de Camilo Romero, quien busca revocar el Congreso, “cada vez le dan a la revocatoria más motivos. Demuestran todos los días que legislan de frente y en contra de los intereses de los colombianos”.

En segundo lugar, es el tercer año de legislatura. Este siempre es complicado pues además del desgaste y el tira y afloje normal entre el Ejecutivo y el Legislativo, los parlamentarios empiezan a pensar más en su propia reelección, y con eso en mente, comienzan a dedicarle más tiempo a sus regiones que al Capitolio. Por esto, lo usual es que los gobiernos evacuen sus prioridades legislativas en los primeros dos años, donde todavía tienen el sartén por el mango, cuentan con oxígeno burocrático y disfrutan de altos niveles de popularidad en las encuestas.

Sin embargo, el gobierno Santos ha resultado sui géneris en este sentido. Cada vez que empieza un nuevo periodo, la avalancha de proyectos provenientes de la Casa de Nariño sigue llegando. El presidente, su ministro del Interior y  los otros miembros del gabinete hacen oídos sordos a las voces experimentadas en la política que ruegan “por favor no más leyes”. 

Pero más allá de la insistencia de seguir metiéndole carbón a la locomotora legislativa, lo cierto es que en estos últimos días se han conjugado factores adicionales –algunos, responsabilidad del Ejecutivo y otros, del Legislativo– que han conjurado una especie de parálisis en el Congreso. Por un lado, los congresistas se quejan de mucha ausencia y muy poca garra política de los ministros del presidente Santos. 

Por ejemplo, Augusto Posada, presidente de la Cámara dice que “hace falta que el gobierno le meta más el hombro al Congreso”. Por otro lado, algunos senadores se quejan de que los ministros son lejanos y que por ende el presidente también lo parece. 

Sin embargo, si por el lado del gobierno cabe responsabilidad, también por el de los congresistas. Ha trascendido que los senadores han aprovechado estos meses para demorar el trámite de leyes y ‘apretar’ al gobierno con peticiones. “Se trata, por primera vez, de robo a mano armada, se podría decir que existe una banda de extorsionistas” dice un representante mientras otro senador añade “esto ya supera toda proporción. Están pidiendo entidades enteras”.