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¿QUE SE SABE?

Las autoridades consideran que tienen esclarecido el asesinato de Luis Carlos Galán. SEMANA revela por primera vez el alcance de esta investigación, a través de 16 cápsulas.

30 de octubre de 1989

DESPUES DE LA CONVENCION
La investigación por el asesinato de Luis Carlos Galán, el 18 de agosto, había comenzado en realidad antes de que este se produjera. Cuatro semanas antes del crimen, las autoridades habían empezado a indagar sobre la seriedad y el origen de las amenazas de que Galán y su familia eran objeto. En contra de lo que muchos creen, esas amenazas no venían de tiempo atrás sino que surgieron y se presentaron en forma permanente, inmediatamente después de la convención liberal del 22 de julio. Una fuente de inteligencia le dijo a SEMANA que "del análisis de ciertas informaciones que tenemos, podemos deducir que quienes ordenaron el asesinato de Galán lo hicieron apenas se convencieron de que nada podría evitar la realización de la consulta popular en el Partido Liberal y de que en esa consulta el favorito era Galán".

Las amenazas
Las primeras amenazas se recibieron el domingo 23, el día siguiente de la convención, por medio de reiteradas llamadas telefónicas al apartamento de la familia Galán Pachón. En los siguientes días, estos telefonemas continuaron y a ellos se agregaron sufragios llegados a la oficina del senador Galán y a su propia casa. Días después se produjo una amenaza muy concreta: a la salida de clases del Colegio Pedagógico, donde estudiaban los hijos de Galán, uno de los compañeros de Juan Manuel, el mayor de ellos, fue secuestrado durante cerca de media hora por tres individuos que lo subieron a un carro. Los sujetos enviaron con el joven un mensaje a la familia Galán en el que decían que, así como habían secuestrado al amigo, podían hacerlo can Juan Manuel Galán.

El rocket de Medellín
Aunque Luis Carlos Galán se preocupaba cada vez que una de estas amenazas se presentaba, su inquietud desaparecía a las pocas horas en medio de su intensa actividad. Esto cambió dramáticamente cuando las autoridades develaron un atentado en contra del precandidato, el viernes 4 de agosto, en Medellín. Esa tarde, y en forma premonitoria, Galán, el empresario y ex alcalde de Medellín Pedro Pablo Paláez y el comandante de la Policía Antioquia, Waldemar Franklin Quintero, que dos semanas después morirían asesinados, presidieron un acto cívico en la capital antioqueña. Mientras esto sucedía, una llamada anónima informó que, a pocas cuadras de allí, un Mazda último modelo se encontraba parqueado y en su interior había tres hombres de aspecto sospechoso. Al llegar las autoridades al sitio indicado, el Mazda acababa de partir y se inició entonces una persecución que vino a terminar poco después con la retención del carro y de los sospechosos. Gracias a una operación rastrillo adelantada en las siguientes horas por toda el área aledaña a la vía que debía tomar Galán después del acto al que asistía, las autoridades encontraron en un potrero un lanza-cohetes que, según la información complementaria, había sido abandonado allí por los hombres del Mazda. Estos datos, sumados a los que suministraron los sospechosos en el interrogatorio y a otros recogidos en labores de inteligencia en Medellín, permitieron confirmar que lo que se había frustrado era un atentado contra Galán.

Las medidas
Como resultado de lo anterior, Galán se reunió con altos mandos de los organismos de seguridad para analizar la información recogida y tomar algunas medidas complementarias a las que las autoridades habían tomado el 18 de julio para protección de todos los precandidatos. En la reunión se decidió que Galán y su familia debían restringir sus desplazamientos, particularmente en horas de la noche. Ninguna recomendación fue más perentoria que la de no asistir a actos públicos después de la seis de la tarde.

Las últimas horas
En vista de esto, y debido a que habían llegado nuevas informaciones procedentes de Medellín que indicaban que desde esa ciudad había llegado a Bogotá un grupo de sicarios con el plan de asesinarlo, Galán se reunió con sus más cercanos asesores y discutió las giras de ese fin de semana. A uno de ellos alcanzó a decirle: "Es mejor no ir a Soacha. Es preferible viajar a Valledupar mañana y el sábado irnos a Barranquilla para ver el partido de Colombia".
En efecto, Galán tenía todas las intenciones de asistir al encuentro Colombia-Ecuador, con el que se inició en Barranquilla la eliminatoria para ir con claridad por qué, Galán desistió de ir a Valledupar y dejó pendiente la decisión de viajar a Barranquilla.Quienes hablaron con él esa mañana coinciden en afirmar que, aparte de nervioso, se le notaba deprimido. A un periodista político de Bogotá le dijo por teléfono, al mediodía, que estaba muy impresionado porque, según sus porpias palabras, "a nadie parece haberle importado que me iban a matar en Medellín". Esa misma noche Galán fue asesinado. A última hora decididó desatender todas las recomendaciones y asistir a la manifestación de Soacha.

Las primeras capturas
Como la investigación sobre las amenazas llevaba ya varias semanas, lo que hicieron las autoridades esa misma noche fue acelerar los allanamientos ya previstos y desatar una ola de capturas de sujetos que ya estaban en la mira de las investigaciones. Los interrogatorios a los primeros detenidos condujeron a más allanamientos y capturas, que continuaron en Bogotá y otras ciudades, en los dias siguientes.

El edificio "Las Vegas"
Uno de esos allanamientos se adelantó el martes 22 en una oficina del edificio "Las Vegas", en la calle 19 con carrera 4a. del centro de Bogotá. Allí fueron detenidos Alberto Hubiz Hazbum, Armando Bernal Acosta, Norberto Murillo Charalá, Luis Alfredo González Chacón y Pedro Zambrano Delgado. En el allanamiento realizado por la Dijin también se encontró una camioneta Toyota. En manos de los retenidos fueron halladas una ametralladora mini-Uzi, un chaleco antibalas, una pistola calibre 9 mm, un revólver, dos chaquetas negras de cuero y munición para todas las armas. Con base en la información de estos detenidos se produjo una sexta captura, la de Héctor Manuel Cepeda Quintero.

"Yo los vi"
Los cinco primeros detenidos, Y luego el propio Cepeda, fueron presentados en diligencias de reconocimiento a más de 30 testigos que llegaron hasta las oficinas de la Dijin, y que habían estado en la plaza de Soacha la noche del asesinato. Varios testigos coincidieron en señalar a Hubiz Hazbum como el hombre que, desde un teléfono público cercano a la plaza, hizo una llamada en la que habló en un idioma extraño.

Otros testimonios afirman que Hubiz dejó caer un periódico que llevaba bajo el brazo, notorio para quienes hacían cola en el teléfono por su extraña caligrafía, y que luego fue recogido por las autoridades que lo identificaron como el diario El Ahram. A su vez, Cepeda fue reconocido por otras personas como el hombre que, mientras se producía el atentado, esperaba cerca a la plaza con el motor de la Toyota encendido. Otros testigos más aseguraron que Norberto Murillo Charalá había hecho varios disparos, aunque no hubo acuerdo entre ellos sobre si Murillo había disparado al aire o a Galán.

Llamada millonaria
Pero no todos los sospechosos de participar en el complot de Soacha han sido detenidos. Uno de los más importantes de ellos que se halla huyendo es Jaime Valencia Martinez, desde cuya residencia se habría hecho, el 23 de agosto, una llamada a la Dijin en la cual un sujeto, que se presentó como Roberto Valencia, ofreció 50 millones de pesos para que los hombres de esa dependencia dejaran en libertad a los seis detenidos. La llamada fue rastreada, pero cuando se produjo el allanamiento a la residencia de Valencia Martínez, este había huido. Días después concedió una entrevista al Noticiero 24 Horas en la que despertó nuevas sospechas. En una de las respuestas dadas a la periodista Gloria Congote, Valencia aseguró que era un hombre pobre y que prueba de ello era que en el banco mantenía sobregiros de entre 200 y 500 mil pesos.

El hombre de La Victoria
La séptima captura en este caso se produjo el 29 de agosto. Alvaro Delgado Posso, natural de La Victoria-Valle-, fue detenido en Cartagena por la Policía. Su fisonomía coincide en algunos aspectos con el retrato hablado de quien, según los testigos, disparó contra Galan. Algunos testigos están de acuerdo en afirmar que Delgado es el hombre que disparó a quemarropa contra el precandidato.

Explosiva captura
El 20 de septiembre, labores de seguimiento que las autoridades venían haciendo a un grupo de sospechosos que habían llegado meses atrás a Bogotá, procedentes de la zona de Yacopí--Cundinamarca--, permitieron descubrir y capturar a cuatro peligrosos individuos que tenían en su poder un automóvil Monza cargado con cerca de 100 kilos de sofisticado explosivo plástico. Los detenidos fueron identificados como José Orlando Chávez Fajardo, Enrique Chávez Vargas, Heberto Rueda Silva y Jaime Eduardo Rueda Rocha.

El prontuario de Rueda Rocha
Del grupo de detenidos, sin duda alguna el personaje más importante es Rueda Rocha, un hombre de 38 años que en los primeros interrogatorios aceptó su participación en el crimen, pero negó haber sido quien disparó el arma asesina. Experto en explosivos y avezado combatiente, Rueda Rocha era comandante del XXII frente de las FARC cuando fue el encargado de asesinar al representante de Puerto Boyacá, Pablo Emilio Guarín. Tiempo después fue llamado a La Uribe, a donde nunca llegó, al enterarse que los dirigentes del movimiento guerrillero querían fusilarlo por el robo de algunos fondos. Por eso, al verse entre dos fuegos, el de las FARC y el de los paramilitares que lo buscaban para vengar la muerte de Guarín, decidió presentarse directamente donde Gonzalo Rodríguez Gacha y ofrecerle sus servicios a cambio de salvar la vida. "El Mexicano", al parecer, aceptó la propuesta y Rueda Rocha se convirtió en uno de sus hombres claves en el campo de las operaciones militares. Una de las labores más importantes que ha realizado fue la del carro bomba que el pasado 30 de mayo estuvo a punto de matar al general Miguel Maza Márquez.

En esa operación fue el encargado de accionar el detonante que hizo explotar el carro bomba y, según grabaciones de conversaciones telefónicas de Rueda, él piensa que en este atentado le falló el cálculo por décimas de segundo.

Los dos grupos
Aparte de los once detenidos, a la mayoría de los cuales se les ha encontrado méritos para vincularlos a la investigación como miembros del comando que actuó en la plaza de Soacha, las autoridades creen que por lo menos otra media docena de personas pudo haber cooperado en la realización de la operación en la plaza. Las cerca de 20 personas que habrían entonces pertenecido al comando asesino, habrían estado divididas--según lo que las autoridades han podido esclarecer--en dos grupos. El primero de ellos habría estado integrado por no más de tres personas, y habría tenido como misión la directa ejecución del asesinato. El segundo grupo se habría encargado de todas las maniobras de apoyo: disparos al aire para cubrir la huida de los asesinos y para crear pánico entre la multitud, mantener encendidos los motores de los tres carros que se utilizaron en la escapada, y señalar la exacta ubicación de unos 30 agentes uniformados y de civil que cumplían las labores de vigilancia en la plaza.

Dos armas dispararon contra Galán
Uno de los elementos más importantes que la investigación ha esclarecido, ha sido el de quiénes de estos hombres efectivamente mataron a Galán. Los testimonios recogidos, así como el ensamblaje de estos con las declaraciones de algunos de los detenidos, parecen coincidir, al igual que algunos elementos del análisis de la autopsia realizada al cadáver de Galán, en una versión de los hechos según la cual dos armas, y no una, habrían sido disparadas contra el cuerpo del precandidato presidencial. En efecto, SEMANA ha podido establecer que los investigadores están tratando de confirmar los indicios existentes sobre el hallazgo de heridas de dos tipos diferentes de proyectiles en el cadáver del líder liberal. Todo parece indicar que contra Galán se accionaron una ametralladora mini-Uzi, que habría disparado proyectiles calibre 9 mm, y una pistola del mismo calibre, pero que habría disparado balas explosivas del tipo dum-dum.

Quiénes las dispararon
Sobre la integración del grupo que tenía como misión directa asesinar a Galán, se tiene ya bastante claridad. Habría estado integrado por los dos hombres que cargaban la pancarta que se ubicó en primera fila frente a la tarima, y por un tercer hombre que, flanqueado por estos dos, habría accionado la ametralladora, a quemarropa y de frente a Galán cuando este alzó los brazos para saludar a la multitud. Todo indica que Enrique Chávez Vargas es el hombre de ropa y sombrero blancos que aparece en las fotos publicadas por la revista Cromos y en el video divulgado por el Noticiero Nacional la noche del crimen. Al parecer, Chávez no disparó pues su misión habría consistido en mirar si efectivamente Galán había sido herido por las balas de sus secuaces. Mientras sostenía el otro extremo de la pancarta, Norberto Murillo habría desenfundado la pistola y disparado los proyectiles explosivos contra el cuerpo de Galán. Lo que no está tan claro es quién habría sido el tercer hombre, el encargado de accionar la mini-Uzi. Algunos elementos, incluidos el retrato hablado y las fotos publicadas por Cromos, llevan a pensar que el hombre que disparó la ametralladora es Jaime Eduardo Rueda Rocha. Pero otros testimonios han identificado a Alvaro Delgado Posso como el hombre de la mini-Uzi.

La autoría intelectual
Las autoridades han avanzado también en el proceso de establecer la conexión del comando asesino con quienes habrían ordenado el crimen. Algunos de los integrantes del primer grupo de detenidos--el de Hubiz, Murillo y demás--tienen, según las autoridades, claros vínculos con un hombre de confianza de la organización de Pablo Escobar, en Medellín. La captura de este individuo se consideraba inminente al cierre de esta edición. El otro vínculo claramente establecido es el de Jaime Rueda Rocha con la organización de Gonzalo Rodríguez Gacha, "El Mexicano", en Pacho y Yacopi, Cundinamarca. Rueda Rocha confesó en los interrogatorios de la XIII Brigada, su participación en el crimen. Como le dijo a SEMANA una fuente de los organismos de seguridad, "pensamos que los vínculos entre los sindicados de ser los autores materiales del crimen y el cartel de Medellín, son bastante consistentes".

LA CAPTURA DE PORRAS

A los éxitos obtenidos la semana pasada en la investigación por el asesinato de Luis Carlos Galán, se sumó la captura, el jueves, de Evaristo Porras en el Ecuador. Porras, quien figura en la lista de los solicitados en extradición por Estados Unidos, no sólo fue el narcotraficante de quien supuestamente Rodrigo Lara recibió un millón de pesos según el sonado debate que le hiciera el parlamentario Jairo Ortega en el Congreso al entonces ministro de Justicia, sino que además ha sido señalado como uno de los autores intelectuales del asesinato de don Guillermo Cano. Aunque estuvo detenido varias veces, casi siempre por porte ilegal de armas y no por delitos vinculados al narcotráfico, Evaristo Porras logró siempre salir libre. La última vez que se supo de él fue en junio de este año cuando acudió al Consejo de Estado para acusar la resolución ministerial que dispuso su captura con fines de extradición. Después de eso, las autoridades le perdieron la pista, hasta que hace unos días, al parecer, lograron ubicarlo en Ecuador. Inmediatamente la Policía Antinarcóticos envió la información a las autoridades ecuatorianas, las que finalmente lo capturaron el jueves.

Aunque al cierre de esta edición no se conocían mayores detalles sobre la captura, se supo que el DAS y la Interpol entraron inmediatamente en acción para lograr el traslado de Porras a Colombia lo antes posible.