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"LAS EMPRESAS COMERCIALES NO SE CONSTRUYEN PARA HACER OBRAS DE CARIDAD SINO PARA PRODUCIR UTILIDADES"

Al paredón con María Isabel

¿Qué se siente ser el hombre 140 más rico del planeta?

Luis Carlos Sarmiento Angulo le contesta a María Isabel Rueda.

29 de abril de 2006

M.I.R.: ¿Le gustó o le incomodó aparecer ranqueado en la revista 'Forbes' en el puesto número 140 entre los hombres más ricos del planeta, con un patrimonio de 4.400 millones de dólares?

L.C.S.A.: Preferiría no aparecer en la publicación, pero resulta un poco difícil de controlar. Para esas publicaciones no damos ningún tipo de información personal, yo no doy ninguna entrevista para ese propósito, lo hacen basados en la información pública. Y como las del sector financiero todas lo son, les queda fácil obtenerla.

M.I.R.: ¿O sea que cabe la posibilidad de que usted pueda ser aun más rico?

L.C.S.A.: De ninguna manera.

M.I.R.: En todo caso, es un contraste que lo debe enorgullecer. Usted es típicamente un 'self made man'. Estudió ingeniería, y se cuadraba la universidad haciendo declaraciones de renta en una máquina de escribir que instaló en el comedor de su casa paterna…

L.C.S.A.: Así es. Pero lo que soy realmente se lo debo a la educación que me dieron mis padres. Dos seres tan humanos e inteligentes, que en cada paso de mi vida tengo presentes sus consejos y enseñanzas. Los principios, la educación de la casa… La guía. Es allí a donde a uno lo forman. La gente desde su propio hogar sale predispuesta para triunfar o para fracasar.

M.I.R.: En todo este proceso, ¿cuál fue el negocio clave de su vida?

L.C.S.A.: La verdad, soy un ser afortunado. He hecho bastantes negocios buenos. Mientras construí me fue muy bien y durante muchos años mi compañía fue la empresa más grande del país. Gané mucho dinero, simplemente desarrollando un volumen muy grande de actividad.

M.I.R.: ¿No fue la compra del Banco de Bogotá la que lo disparó?

L.C.S.A.: Hoy es un buen negocio, pero en su momento la inversión fue muy grande y muy difícil de absorber, por las circunstancias que atravesaba el banco. Todos los negocios bancarios son rentables, pero a un plazo más bien largo. Por ejemplo, el Banco de Bogotá lo compré en el año 81, pero sólo comenzó a percibir utilidades importantes en el 91. El Banco Popular lo compré en el 96, y utilidades interesantes sólo comenzó a producir hace tres años. Y así por el estilo. La primera inversión en el sector financiero la hice en 1971, cuando compré el Banco de Occidente y fundé la Compañía de Seguros Alfa. En 1972 fundé la Corporación de Ahorro y Vivienda Las Villas (hoy Banco AV Villas) y actualmente estas instituciones se han convertido en la base económica de un grupo financiero bastante rentable. No puedo decir que haya tenido algún negocio extraordinario en el que compré por uno y vendí por 10.

M.I.R.: Usted no se ha diversificado, en el sentido de que tiene todo su capital invertido en Colombia. ¿Ha pensado en invertir en el exterior?

L.C.S.A.: Sí lo he pensado, pero no he tenido el tiempo de hacerlo. A duras penas me alcanza para mi actividad aquí.

M.I.R.: ¿Estaría contemplando, si el gobierno toma la decisión de privatizarlo, comprar el Banco Cafetero?

L.C.S.A.: Toda oportunidad que aparezca tengo la obligación de estudiarla sin ninguna prevención. Participaría si me parece conveniente, y no lo haría si no me parece.

M.I.R.: ¿Por qué el apoyo tan rotundo que le dio al gobierno en el foro de Anif? Leyendo su discurso, se declaró incondicional con el Presidente desde la A de Álvaro hasta la Z de Vélez…

L.C.S.A.: Yo me baso en los resultados. Y los de este gobierno son muy buenos. Eso es lo que verdaderamente ayuda a mejorar la calidad de vida de la gente. Me aburren los discursos interminables que pronuncian algunos políticos, reclamando derechos, pero que nunca plantean la manera de financiarlos. Esto es diferente. Aquí estamos obteniendo resultados.

M.I.R.: En los últimos 20 años, ¿a cuál Presidente no le ha colaborado en su campaña?

L.C.S.A.: Les he colaborado a todos.

M.I.R.: Incluido al presidente Samper, en cuyo gobierno casi pierde la mitad de su patrimonio…

L.C.S.A.: En el de Samper no. En el siguiente.

M.I.R.: Hace un año hizo mucho ruido una cruzada que usted lanzó contra la pobreza. En materia de logros, ¿qué 'parte' nos puede dar al respecto?

L.C.S.A.: Me gusta la pregunta. Lo que hice fue un análisis en un foro organizado por Unión Fenosa, y el análisis era sobre la situación actual de la pobreza en Colombia y de sus posibles soluciones. Desde entonces, en algunas oportunidades la gente me ha reclamado: ¿qué ha hecho para resolver eso? Yo hice unos planteamientos académicos y en el nivel de investigación. Hay que tener en cuenta que como no soy funcionario del gobierno, no tengo capacidad política de ejecución y sólo puedo formular recomendaciones. Para este propósito sufragamos permanentemente un equipo importante de investigadores que todo el tiempo están estudiando y presentando soluciones. Las estudio y discuto con ellos, acepto unas y descarto otras, desde luego. Y de eso lo que ha quedado claro es que hay una serie de elementos sin los cuales queda imposible luchar contra la pobreza. Si no se dan ciertas condiciones, la gente podrá seguir haciendo discursos y reclamando derechos, sin ningún resultado.

M.I.R.: En Colombia seguimos con el problema de que hay seis millones y medio de indigentes…

L.C.S.A.: La mejor respuesta para ese problema es el crecimiento e inversión. Hay una serie de variables económicas que ya están investigadas y desarrolladas en los países más avanzados del mundo: Colombia tiene que comprometerse con ellas. Afortunadamente, ahora estamos avanzando en la dirección correcta. Están aumentando el ahorro, la inversión y la estabilidad y, consecuentemente, está disminuyendo la pobreza. En la Asamblea de Anif lo demostré con cifras. Por eso apoyo este gobierno y deseo que el presidente Uribe continúe. En la presentación mencionada yo concluía que debería haber un crecimiento de la economía del 6 por ciento real, y acabamos de superar el 5 por ciento. Piense que veníamos de un promedio hace cinco años del 0,5 por ciento. Mis expectativas son las de que va a seguir aumentando el crecimiento. Todo eso va en la línea correcta de disminuir la pobreza.

M.I.R.: ¿Cuál diría usted que es el cuello de botella que nos ha impedido salir del subdesarrollo?

L.C.S.A.: En primer lugar, la falta de confianza en el país. Si los ciudadanos tienen la preocupación de que la subversión está ganando la batalla y que es imposible de dominar, la inversión se retira, nadie quiere trabajar en un sitio así. Y la confianza ha renacido. La gente ha vuelto a creer en el país y la inversión está en un claro aumento. El cuello de botella consiste en que mientras la gente no tenga confianza en el país, no invierte en él, y mientras no invierta, no hay nuevas empresas, y si no hay nuevas empresas no hay empleo. La mejor respuesta a la pobreza es el empleo.

M.I.R.: No hay duda de que el año pasado fue para la banca en Colombia muy importante. Usted, personalmente,¿ cómo le retribuye a Colombia esos beneficios que ha obtenido con su actividad?

L.C.S.A.: También me gusta esa pregunta. Permanentemente ve uno planteamientos en todas partes sobre la responsabilidad social de los empresarios. Que por qué no hacen más obras de beneficencia o de caridad… Yo quiero plantear una tesis que parece agresiva. Las empresas comerciales no se constituyen para hacer obras de caridad sino para producir utilidades. Pero sí tienen una responsabilidad social muy importante que consiste en pagar cumplida y debidamente los impuestos. Eso no es nuevo. Está inventado desde hace varios siglos. No es algo voluntario o de generosidad, lo cual también se puede dar, desde luego, pero después. Primero la empresa debe cumplir con sus obligaciones, de pagar los impuestos completos, lo cual por supuesto, no es opcional. Si todos los colombianos que tuviéramos que pagarlos lo hiciéramos cumplidamente, usted no se imagina el grado de bienestar que habría en nuestro país.

M.I.R.: Ese fue otro de sus planteamientos de fondo en el foro de Anif. ¿Hay que ampliar la cobertura tributaria?

L.C.S.A.: Pues imagínese usted que aquí, hasta hace apenas tres años, solamente el 1 por ciento de los colombianos pagábamos impuestos. ¿En algún país del mundo, será posible que el 1 por ciento de sus habitantes logre sostener al 99 por ciento restante? Hay que hacer cuentas. Con ninguna tarifa tributaria que se cobre hay manera de hacer eso. Y de ese 1 por ciento, una parte muy pequeña, el 10 por ciento de ellos, paga el 80 por ciento de los impuestos totales. De la diaria experiencia sabemos que eso no es sostenible. Todos tenemos montones de amigos, gente buena, que tienen unos estándares de vida muy altos y por lo tanto no pertenecen al 99 por ciento de pobreza y, en consecuencia, deberían pagar impuestos. Seamos sinceros: la gente tiene que pagar el impuesto que le corresponda, y esa es la contribución que le debemos a la sociedad, que no es voluntaria, sino obligatoria. Aclaro: además de eso, ya de su patrimonio personal, uno tiene la obligación de contribuir y tener sensibilidad social. Si usted en lo particular me lo pregunta, yo en ese campo apoyo una serie de universidades, de hospitales, y otra serie de cosas que no estaría bien que las estuviera publicando. Pero créame: hago muchas obras con dinero y especialmente con mi tiempo y con mi ayuda. En cuanto a esto último, le dedico mucho tiempo a Anif y a Colfuturo, cuyo consejo directivo presido.

M.I.R.: ¿De qué manera se puede contrarrestar la idea de que los banqueros tienen la culpa de las desigualdades económicas de la sociedad?

L.C.S.A.: Es un expediente comodísimo: siempre echarle la culpa al más visible. Vea las incongruencias de esa tesis: En primer lugar, el sector financiero es el más formal en su contabilidad. Es un sistema muy controlado por el gobierno para defender el ahorro del público. Naturalmente la contabilidad del sector financiero es mucho más estricta que la de una fábrica de calzado o de lápices, donde si se tiene algún descalabro económico, no va a perjudicar al público en general. El grado de formalidad del sector financiero es mucho más alto que el de cualquier otro sector de la economía. Por lo tanto, somos los que proporcionalmente más contribuimos en impuestos. Como usted lo dice, el año pasado fue un año muy bueno para el sector financiero. Efectivamente, las utilidades crecieron 16 por ciento en relación con el año anterior. Pero es muy importante destacar que los impuestos crecieron en 25 por ciento. Eso es lo que significa cumplir con las responsabilidades sociales. Además, le damos empleo a un número muy grande de gente en muy buenas condiciones, si las comparamos con las otras fuentes de empleo del país. En el sector financiero hay buenas oportunidades, generalmente los funcionarios permanecen en la banca por años y le dedican su vida. La banca no es un capricho de unos empresarios para imponer un negocio bueno, sino una necesidad en todas las economías.

M.I.R.: El banquero es percibido como el hombre que le presta a uno un paraguas cuando hace sol, y se lo quita cuando llueve…

L.C.S.A.: Le cuento uno mucho mejor. Un hombre quería que un banquero le hiciera un préstamo, pero éste se negaba, porque el hombre no tenía posibilidades de pagar. Tanto le insistió, que el banquero le dijo: le presto la plata, si me adivina cuál de mis dos ojos es de vidrio. El hombre lo miró durante un gran rato, y le dijo: es el derecho, ¿Cómo supo? , le dijo el banquero aterrado. Y el hombre le contestó: Le aposté al ojo en el que vi más humanidad.

M.I.R.: (Risas). Entonces, ¿cómo borrarles a banqueros como usted esa imagen de personas duras y frías que les quitan las casas a los pobres cuando no pueden pagar?

L.C.S.A.: Creo que ese concepto empieza a desaparecer, aunque es cierto que resulta común y habitual. Pero la extensión de los servicios bancarios, que antes eran sólo de una elite y hoy se están llevando hasta los estratos económicos más bajos, va a ir disminuyendo esa fama. Cada vez más todas las personas van a ser clientes de un banco. Que vengan, que nos conozcan, que utilicen todos nuestros servicios, y ahí comenzarán a querernos.

M.I.R.: Los que van a leer esta entrevista no me perdonarían que deje de preguntárselo: Alguien que ha alcanzado este éxito en la vida, ¿por qué sigue trabajando igual, o mucho más, que cualquier terrícola normal? Es el primero que llega a la oficina, y el último que se va… Mire no más el papelerío que tiene encima del escritorio. Sé que no es producto del desorden, sino de la avalancha de trabajo que tiene…

L.C.S.A.: Tal vez será el compromiso con los resultados. Así como en la política reclamo resultados, en las propias empresas también me los tengo que reclamar a mí mismo. Pero la verdad es que me apasiona lo que hago. Me gusta analizar, estudiar, cuestionar, participar, discutir con los funcionarios, oírlos…

M.I.R.: Sus amigos dicen que sus dos grandes gustos son su avión privado y su isla en las Bahamas. Sin embargo, lo consideran una persona sencilla y poco ostentosa...

L.C.S.A.: Eso es así. Nunca he querido ser una persona ostentosa y eso es parte de la educación de mi hogar. No me gusta serlo. Uno debe buscar las mejores cosas que le dé el dinero, pero que tengan relación con lo que sea realmente razonable.

M.I.R.: Entonces, ¿para qué tener tanta plata?

L.C.S.A.: Es una buena pregunta. ¿Para qué tener tanta plata? Le voy a contar. Cuando empecé a trabajar, nunca se me pasó por la mente tener tanta plata. Sí sentí el desafío de tener éxito. Dejar una huella, unas empresas que le dieran trabajo a mucha gente, a la vez que fueran el soporte económico para mi familia y contribuyeran al sostenimiento del país. Posiblemente somos los mayores contribuyentes de impuestos de renta en Colombia.

M.I.R.: ¿Está entre sus planes una fecha de retiro? ¿Dejarles algún día que no esté muy lejano el manejo de sus actividades a sus herederos?

L.C.S.A.: He pensado en eso desde hace por lo menos 10 años. Desde entonces, vengo delegando y cediendo la dirección paulatinamente, marginándome voluntariamente de ciertos comités y juntas… Actualmente no asisto sino a una junta, a la de Aval. A ninguna otra.

M.I.R.: Su hijo Luis Carlos ha entrado duro en el proceso de sucesión. Ya tiene la sartén por el mango en muchos temas de sus empresas…

L.C.S.A.: Mi hijo ha ido asumiendo el control y le tengo absoluta confianza. Pero es algo paulatino, se va dando, es una escuela. Yo me gasté muchos años construyendo esta empresa. Empecé a trabajar cuando estaba en la universidad en una jornada formal de medio tiempo, desde cuarto de ingeniería. En este momento de la vida completo 54 años de trabajo continuo y crear esto me ha tomado muchas horas y muchos años. La cesión de la dirección también ha de ser gradual, para evitar traumatismos y choques.

M.I.R.: Para usted, ¿cuál sería el mejor escenario en materia de orden público cuando terminen los próximos cuatro años de gobierno de Uribe, si lo reeligen?

L.C.S.A.: Otra de las razones fundamentales para reelegir a Uribe es que, en el mediano plazo, la derrota final de la guerrilla se producirá cuando la gente tenga un bienestar aceptable, un buen estándar de vida. En ese momento la guerrilla se acaba sola. La gente se va a la guerrilla desesperada por falta de oportunidades. Aunque algunos locos lo hagan porque piensan que es bueno: muchos se van y luego se retiran desilusionados. La guerrilla se va a ir muriendo solita cuando los que van por falta de oportunidades, las tengan. Ese es el campo en el que tenemos que trabajar.

M.I.R.: Sobre la reinserción de los paramilitares, usted como empresario, ¿cómo piensa colaborarle al gobierno en ese 'problemón'?

L.C.S.A.: Estamos estudiándolo. Es muy difícil. Cuando se le solicita a una empresa que le dé trabajo a un grupo de personas de las que no se conocen antecedentes, pero se presume que son terribles, uno piensa que expone la seguridad de sus empleados y la de su familia. Creo que cuando se va a ayudar a otra persona, nuestra principal obligación no es poner el dinero a su servicio. Esa es la segunda. La primera es poner nuestra mente a su servicio. Determinar cuál es la manera más inteligente de hacerlo. Por eso creo que hay que comenzar capacitando a toda esa gente en algún oficio, como una especie de período de enfriamiento. Que tenga seis meses, un año, invertidos en un estudio. Para que después, cuando vaya a solicitar un trabajo en una empresa, su hoja de presentación no sea que es un reinsertado o desmovilizado de la guerrilla o de los paramilitares, sino una persona que tiene un diploma que acredita que ha estado un año en una academia o en un centro tecnológico estudiando algo, y que tiene un derecho a pedir un trabajo porque tiene una capacitación para hacerlo. Ese es el camino, y sería el primero en colaborar para lograr esa solución.

M.I.R.: Usted se caracteriza por ser un hombre de visión futurista. Después de Uribe, ¿quién?

L.C.S.A.: Mucha gente. Germán Vargas, Juan Manuel Santos, Enrique Peñalosa, Rafael Pardo, en el Partido Conservador Carlos Holguín…Y muchos otros, que podría nombrar.

M.I.R.: Soy una persona de clase media, asalariada,(a la que por cierto no se le olvida que usted le dio una manita, para fundar la única empresa que he tenido). Le hago una pregunta en nombre de tantos colombianos en mi situación. Si tenemos unos ahorritos, poquitos, ¿en qué los metemos? ¿En dólares? ¿En euros? ¿Compramos vivienda y aprovechamos los créditos baratos?

L.C.S.A.: Es una respuesta muy difícil, por la responsabilidad que implica. Prefiero darle la respuesta en términos abstractos, para ver cómo se entiende y cómo se orienta. Todo parecería indicar -aunque con la salvedad de que en economía es mucho más fácil equivocarse que acertar- que el ciclo de revaluación del peso está terminando; que el aumento actual de la tasa de cambio no es un rebote ocasional, sino que se empieza a revertir la tendencia, y que volver a invertir en dólares puede ser saludable. Habría una recomendación: que en este momento no se invierta a largo plazo en ningún papel de renta fija, porque el nuevo ciclo haría pensar en una subida de intereses, y uno nunca debe estar invertido a largo plazo, cuando hay la expectativa de que los intereses suban.

M.I.R.: ¿Cómo le gustaría que lo recordaran las futuras generaciones?

L.C.S.A.: Que se me recuerde como un gran empresario, que tuvo éxito gracias a su capacidad y a su trabajo, y que se dedicó a servir a su patria, a su familia y a la sociedad. Tengo la aspiración de que la empresa perdure. Que cuando yo desaparezca o me retire, mi empresa no desaparezca, sino que mi familia por muchas generaciones permanezca en ella. Quiero que se me recuerde no simplemente por haber tenido éxito, sino principalmente por haberlo hecho cumpliendo con todas las disposiciones legales y sobre todo con las normas éticas y morales. También que me recuerden como un buen miembro de la sociedad. Me he preciado siempre de tener sensibilidad ante los problemas de los demás. He ayudado siempre al que he podido, sin condiciones de ninguna clase, y he puesto mi empeño, en la medida de mis capacidades, en ayudar a este país.