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¿QUIEN FUE?

Qué hay detrás de la bomba en el bunker de Pablo Escobar

15 de febrero de 1988

"Al principio pensé que se trataba de un terremoto, pero cuando comenzaron a sonar los vidrios rotos entendí que era una explosión. Inmediatamente me asomé a la ventana y ví el hongo que formaba la humareda y el brillo azul que lo rodeaba. Fue un ruido tenebroso", dijo un habitante de El Poblado que vive a un kilómetro de distancia del edificio Mónaco, de propiedad de la esposa de Pablo Escobar, al frente del cual fue colocado un poderoso carro bomba el miércoles 13 en la madrugada.
A las 5 y 10 minutos de la mañana tres hombres abandonaron un campero en uno de los costados del edificio y salieron corriendo. Uno de los vigilantes se dio cuenta y le informó a su supervisor, quien le dijo que fuera con su compañero a ver de que se trataba mientras él transmitia la información. Cuando los dos vigilantes se acercaban al carro y el supervisor al teléfono de la portería, sonó el estallido y volaron en pedazos los dos guardianes. Eran Miguel Angel Espinosa de 42 años y Javier Tamayo de 36.
En el interior del edificio, saltaron de sus camas Victoria Eugenia Henao Vallejo, esposa de Pablo Escobar, su hijo Juan Pablo de 12 años, una amiga suya, dos empleadas de servicio, el hijo pequeño de una de ellas y un empleado, el único que resultó herido entre quienes ocupaban el penthouse. Todos desaparecieron a los 5 minutos de ocurrida la explosión. Un Renault 21, seguido de cuatro camionetas "Samurai", hicieron chillar sus llantas y se perdieron por las avenidas de El Poblado.
Las primeras versiones daban cuenta de que esa noche Pablo Escobar estaba allí durmiendo. Sin embargo, SEMANA pudo establecer que Escobar se encuentra desde hace algunos días, acompañando a Jorge Luis Ochoa a instalarse en el Brasil. Lo último que se supo de Escobar fue que en noviembre estuvo jugando dos partidos de fútbol con el equipo de la Hacienda Nápoles en un llamado Torneo de la Paz, en Envigado, en donde fue condecorado por el equipo Atlético Nacional con la Orden del Carriel y de la Ruana. De acuerdo con las versiones que circulan en Envigado, Escobar llegaba a los particios en un Renault 21 acompañado de 10 Mitsubishi-Montero adelante y atras, jugaba el partido y se iba. Desde esa época no se le ve. Inclusive el 31 de diciembre, cuando se celebraban fiestas en todo Envigado -en cada cuadra se había matado marrana y se repartía trago para todo el mundo- a propósito de la liberación de Ochoa, Pablo Escobar los dejó con los crespos hechos y no se hizo presente.
LA OTRA BOMBA
Pero la bomba colocada en lo que desde el primer momento se bautizó como el bunker de Escobar, no solamente estremeció el sur de Medellín esa madrugada. También puso al descubierto otra bomba que rápidamente se conoció en Colombia y en el exterior: la fortuna hallada en el interior del edificio. Valiosos carros de colección en el sótano, costosas obras de arte que alcanzaron a semidestruírse, esculturas griegas, jarrones chinos, lámparas y muebles importados, y otras tantas cosas que, según algunas de las personas que lograron llegar hasta los últimos pisos (que eran los únicos habitados), tienen un valor muchas veces superior al de la propia construcción.
La bomba, sin embargo, alcanzó a hacer más ruido del que merecía. SEMANA se enteró de que varias de las cosas que se mencionaron en un principio entraron a hacer parte de las leyendas que se tejen en la mayoría de estos casos. Por ejemplo, no existe el famoso helipuerto ni el tobogán de escape conectado del séptimo al primer piso. Lo que se vio como tobogán es el shut de basuras y lo que se pensó que era un helipuerto es una terraza cubierta con parasoles. Otro tanto sucedió con los grifos de oro. Se trata en realidad de una grifería italiana, imitación de oro, que los colombianos que la han comprado en Miami han dado en llamar "grifería de oro".
No obstante, los lujos en materia de porcelanas, mármoles y cristalería son suficientes para dejar boquiabierto a cualquier rico colombiano. En cuanto a los cuadros de Botero, Obregón y Morales, aunque no son precisamente los más baratos de estos pintores, no alcanza para comparar a la señora de Pablo Escobar con Imelda Marcos. La decoración del apartamento, corrió por cuenta de dos prestigiosas decoradoras antioqueñas, y a pesar de los lujos y variedad de objetos muy costosos, no es recargada y en algunos detalles, resulta incluso sobria. Exteriormente, salvo una escultura que se encuentra a la entrada, la edificación deja la impresión de haber tenido en cuenta la estética y de haber dejado de lado la extravagancia. Como le comentó a SEMANA un vecino "esta gente se sabe asesorar y procura evitar que la acusen de tener mal gusto".
LA HIPOTESIS
Pero a las pocas horas de sucedido el atentado, las especulaciones ya no fueron sobre el contenido del bunker, sino sobre los autores de la violenta acción, que llevó al alcalde de Medellín William Jaramillo a decir: "esto parece Beirut".
La primera hipótesis que comenzó a circular fue la de que se trataba de una vendetta. Sin embargo varias de las personas que en Medellín se consideran informadas, se fueron encargando de desbaratar esta posibilidad, con el argumento de que si había un momento en que los narcotraficantes debían estar absolutamente unidos, era precisamente éste. La segunda hipotesis tenía que ver con el enfrentamiento entre la guerrilla y la mafia.
Esta cogía cada vez más fuerza cuando comenzaron a atarse los cabos y se ligaba la muerte de Pardo Leal con "El mejicano", Gonzalo Rodríguez Gacha, quien en últimas pertenece también al famoso cartel de Medellín. Se sumaban las cábalas con los rumores de que la mafia habría vengado en cabeza de los militantes de la Juco muertos hace más de un mes en Medellín en su propia sede, el hecho de que por cuenta de informaciones suministradas por estos últimos, habría caído preso Ochoa en la vía a Palmira en noviembre pasado. Tras esta red de rumores, se traía a cuenta la vieja rencilla entre narcos y guerrilleros, que surgió a partir del secuestro, hace mas de 5 años, de Marta Nieves Ochoa por parte del M-19.
Finalmente se hablaba de la participación de Escobar en los asesinatos de la Universidad de Antioquia, en donde el ELN, que habría puesto muchos muertos en el alma máter, estaría diciéndole a Escobar que la petroguerrilla puede tanto como el narcotráfico.
En medio de las especulaciones, algunos descartaban a las FARC con el argumento de que si así fuera, ese grupo estaría invitando a la mafia a que acabara en menos de nada con la Unión Patriótica. En cambio, las que dirigían sus deducciones hacia el ELN, argumentaban que la dinamita que se utilizó para el atentado, fácilmente podía pertenecer a la que el ELN robó recientemente a la Industria Cementera de Antioquia.
La tercera hipótesis, que hizo carrera el día del atentado, fue la de que se trataba de un acto de "los monos de arriba" como se le conoce en ciertos sectores de Medellín a la DEA. Se apoyaba esta teoría en los recientes pronunciamientos de los norteamericanos con motivo de la liberación de Ochoa, en el sentido de que "se utilizaron otros métodos" y se "golpeará directamente el patrimonio de los narcotraficantes". Esta posibilidad, aunque para algunos puede resultar más emocionante, poco a poco se ha venido descartando en la ciudad de Medellín por cuanto Estados Unidos, sobre todo a partir del gobierno de Carter, prácticamente prohibió el atentado personal y reaccionó contra quienes en el pasado utilizaron algún tipo de cohersión mediante estos métodos. "De hecho -dijo a SEMANA un funcionario del gobierno colombiano- si se aceptara que la DEA está realizando acciones encubiertas, éstas estarían destinadas más a llevarse a los extraditables al estilo de la caza de nazis hace algunos años, y no a realizar atentados terroristas que de nada le servirían a Estados Unidos".
Además, una medida de este estilo, de ser conocida por la opinión pública norteamericana, haría temblar al gobierno de Reagan tanto o más que el escándalo Irán-contras: un riesgo que no vale la pena correr por acabar con una persona que en la práctica no significa mayor cosa, ante los problemas que representan un Kadafi o un Khomeini para el gobierno de Washington.


GUERRA ENTRE JINETES
Al final de la semana, las especulaciones que se tejían giraban alrededor de estas posibilidades y, como en la bolsa de valores, unas subían y otras bajaban para invertir la tendencia una hora después. La verdad es que, para todos, hacen falta pruebas y ni siquiera existen indicios suficientemente válidos para respaldarlas. Sin embargo, SEMANA se ha podido enterar de que en algunos círculos cercanos a la mafia y en sectores de los bajos fondos, así como entre algunos organismos secretos, se maneja una teoría según la cual se trata de "problemas personales" . Esto, traducido al cristiano, significa guerra entre las mafias. De acuerdo con esta versión, Escobar cuenta con un número no despreciable de enemigos que se ha ganado a lo largo de la carrera que lo ha llevado a convertirse en el emperador del negocio, sin permitir que nadie se le interponga. Pero, según las informaciones, con quien tendría grandes dificultades Escobar en estos momentos sería con los sobrevivientes del grupo de Frank Gutiérrez, quien según el libro "Los jinetes de la cocaína" de Fabio Castillo, "junto con los hermanos Ospina Baraya le advirtieron a la esposa de Matta Ballesteros sobre supuestos peligros de expropiación de tierras en el evento de que Matta fuera extraditado a su país, y propusieron comprarle varias de sus fincas. Ella aceptó y se las pagaron a precios ínfimos". Según el libro de Castillo, cuando Matta se voló de la cárcel llamó a Frank Gutiérrez y a los Ospina Baraya y les fijó un plazo perentorio para que devolvieran lo que le correspondía. "Para demostrar que hablaba en serio, Matta Ballesteros mandó a asesinar uno a uno a los familiares de Frank Gutiérrez. Como no diera resultado la estrategia, asesinó al propio Gutiérrez, a quien dispararon hombres disfrazados de agentes de la Policía, en la Clínica El Rosario de Medellín". Según la historia, en una escena digna de la película "El padrino", cuando Gutiérrez se recuperaba en la clínica de un atentado anterior, un hombre ensangrentado ingresó en una camilla fingiendo estar gravemente herido, engañó a los guardaespaldas de Gutierrez y le disparó a éste más de 70 balazos con una ametralladora.
De acuerdo con la historia que narra Castillo en su libro, la esposa de Gutiérrez viajó después a Bogotá con un ex comandante de la Policía, y los dos fueron encontrados incinerados en una vía a la salida dé Bogotá. "En junio de 1987, el narcotraficante hondureño propuso entonces una reunión con los Ospina Baraya, Javier y Rodolfo, en que estuvieron presentes Bertha Hernández de Ospina Pérez, el tío de aquellos, Fernando Ospina Hernández y su hija Bertha Olga Ospina Duque, cónsul de Colombia en Boston. Cuando se les expuso la única forma de arreglo, Rodolfo sacó una subametralladora y comenzó a disparar al aire. Se trenzaron en una balacera que concluyó con una sentencia: cumplan sus tratos".
Aunque el libro de Fabio Castillo suele aveces dejarse llevar por la leyenda, en Medellín esta versión es relatada en algunos círculos. Sólo que en este caso, Escobar figura como el hombre que se ha encargado de arreglarle las cuentas a su socio hondureño y, según esta teoría, estaría en abierta confrontación con Rodolfo Ospina Baraya. De ahí que algunos fanáticos del tema, relacionan el atentado del miércoles 13 con esta historia. Sin embargo, al final de la semana, todo indicaba que sobre el asunto dificilmente se llegaría a establecer la verdad. Lo que si queda claro es que, a juzgar por la casi media docena de reivindicaciones del atentado, a un hombre como Pablo Escobar deben sobrarle los enemigos.