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La primera explosión ocurrió a las 3 y 45 de la tarde en la calle 72 con carrera 9, norte de Bogotá. Causó siete heridos. | Foto: Carlos Bernate

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¿Quién pone las bombas en Bogotá?

La capital ha sufrido diez explosiones en lo que va corrido de 2015, las últimas dos la semana pasada. La principal hipótesis apunta al ELN.

4 de julio de 2015

Tan solo unos pocos días bastaron para que el recién posesionado ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, se diera cuenta en vivo y en directo del desafío que tiene por delante. Cuando apenas ajustaba su noveno día en el ministerio un hecho de violencia causó un cimbronazo imposible de minimizar. En la tarde del jueves pasado dos explosiones sacudieron a Bogotá. La primera ocurrió a las 3 y 45 de la tarde en la calle 72 con carrera novena, una concurrida zona conocida como el corazón financiero de la capital. La detonación ocurrió en la sede de Porvenir. Siete personas resultaron heridas. 

En medio del caos que se desató, tan solo 40 minutos después una segunda explosión aumentó la angustia y la zozobra. El blanco fue otra sede de la misma empresa, ubicada en la calle 13 con carrera 46, al occidente de Bogotá. Cuatro personas quedaron heridas. El caos fue absoluto y la sensación de que la capital de la República estaba siendo objeto de una oleada terrorista se apoderó de la opinión pública y rápidamente acaparó los titulares de la prensa nacional e internacional. 

El ministro de Defensa convocó una rueda de prensa y ofreció una recompensa de 100 millones de pesos para dar con los responsables. Al tiempo se anunció que el presidente Juan Manuel Santos suspendió  su visita a Perú y regresó a Colombia en la noche del jueves para realizar un consejo extraordinario de seguridad a primera hora del viernes. Esa determinación del mandatario fue interpretada como una señal de que se trataba de algo grave. Y no era para menos. Durante las primeras horas se tejieron toda suerte de hipótesis sobre los responsables. 

Los primeros en ser señalados por los ataques fueron las Farc, los sospechosos de siempre. Las razones eran varias. En primer lugar, los ataques a la infraestructura que vienen realizando desde hace varias semanas. Hace pocos días también se divulgaron informes internos de inteligencia militar que alertaban sobre la posibilidad de que milicianos de esa guerrilla realizaran atentados contra altos oficiales y sus familias en Bogotá, así como el desarrollo del ‘plan pistola’ contra miembros de la fuerza pública. 

Para acabar de ajustar ese panorama, tan solo 24 horas antes de los atentados unas polémicas frases del jefe guerrillero Matías Aldecoa, quien se encuentra en La Habana, a la agencia Bloomberg, tenían a las Farc en el ojo del huracán. “Pronto la gente va a ver la guerra en esta última fase, y van a ver el número de policías y soldados que mueren”. En la nota se afirmaba que el subversivo también dijo que los ataques tenían como fin “afectar la economía y la confianza inversionista” a la vez que ratificó que los oleoductos eran el objetivo número uno de las Farc.

La oleada de críticas no se hizo esperar pues se interpretó como una amenaza directa. En la mañana del jueves Aldecoa afirmó desde La Habana que había sido malinterpretado por la agencia de noticias y trató de bajarle la temperatura a sus declaraciones. Unas horas después estallaron las dos bombas en Bogotá en una fatal coincidencia para las Farc, con lo cual quedaron en la lista de posibles responsables de la ofensiva en la capital. 

Sin embargo es muy poco probable que haya sido esa organización guerrillera. De confirmarse el presidente Santos se pararía inmediatamente de la mesas de negociación de La Habana, pues una bomba que puede matar a civiles esta por fuera de las reglas del juego. Las Farc están embarcadas en una escalada de violencia pero su propósito es conseguir concesiones en La Habana. El rompimiento de los diálogos ahora es lo único que no quieren. Y con un acto de terrorismo urbano en la capital de la República habría rompimiento.

La hipótesis de la llamada mano negra junto con la ultraderecha y sectores radicales de los militares también alcanzó a ser contemplada. La pérdida de tres toneladas de Anfo de un batallón al sur de Bogotá, de los que hoy nada se sabe, sumado al público rechazo a los diálogos de La Habana por sectores de militares retirados, y algunos activos, hizo que no se descartara la posibilidad de un acto de sabotaje que buscaba torpedear los conversaciones de paz haciéndole creer a la gente que se trataba de la guerrilla. 

Una tercera posibilidad indicaba que se podría tratar de bandas delincuenciales dedicadas a la extorsión, las cuales tienen azotada la ciudad y ya han acudido a detonar artefactos para presionar el pago de vacunas en la capital. 

Si bien cualquiera de los anteriores puede realizar ataques en la ciudad, la realidad es que al cierre de esta edición varios factores llevaban a las autoridades y al gobierno a señalar al ELN como responsable de los ataques de la semana pasada. En ambos casos se recibieron llamadas pocos minutos antes de las detonaciones para alertar y permitir la evacuación de las sedes de Porvenir, con el fin de minimizar las víctimas. Los hechos fueron casi simultáneos lo que evidencia un alto grado de planificación que no tienen, por ejemplo, los extorsionistas. Los ataques fueron con el mismo tipo de explosivo, Pentonita, el cual no usan normalmente las Farc. La forma como se desarrollaron los hechos tampoco es común en esa guerrilla. Y en cuanto a la ultraderecha,  atentar a plena luz del día y en una de las zonas con mayor número de cámaras en la ciudad, como la calle 72, es un error que difícilmente cometerían sectores radicales o miembros de la fuerza pública. 

Por encima de estas consideraciones las autoridades tienen elementos adicionales para señalar al ELN. Uno de ellos es que en marzo pasado fueron capturadas cuatro personas señaladas de ser milicianos de esa guerrilla, quienes habrían instalado varias de las bombas que detonaron a comienzos de año en la capital (ver recuadro). Como consecuencia de esas capturas la Fiscalía y la Policía venían realizando investigaciones que incluyeron interceptaciones telefónicas con el fin de dar con otros integrantes del ELN en Bogotá. De hecho, el viernes pasado se conoció por parte de la Fiscalía, gracias a esos audios, que los elenos preparaban nuevos atentados como los de la semana pasada.

Parte de la explicación de por qué el ELN habría realizado esos actos tiene que ver con el proceso de paz que el gobierno ha buscado iniciar con esa guerrilla. Todo parece indicar que los diálogos exploratorios van por mal camino y que posiblemente terminen  pronto con el anuncio de que se suspenden las conversaciones. En ese escenario, con acciones de alto impacto como las de la semana pasada, los elenos están enviando un mensaje contundente con el que intentan demostrarles al país y al gobierno que no son una guerrilla derrotada y que están en capacidad de hacer daño. 

De hecho, hace dos semanas ya habían realizado una acción para demostrar su capacidad operativa cuando minaron la zona de aterrizaje del helicóptero Black Hawk del Ejército. La destrucción del aparato y la muerte de varios militares fue un duro golpe del ELN que, sin embargo, no tuvo la repercusión mediática que sí lograron los petardos en Bogotá. 

Por las pistas que tienen las autoridades es altamente probable que en poco tiempo sean capturados los autores materiales de las bombas de la semana pasada. De hecho, poco antes de las ocho de la noche del pasado viernes la Policía arrestó a un hombre que instaló en el parque de Las Nieves, centro de Bogotá, una pequeña carga de pólvora negra con panfletos alusivos al aniversario de creación del ELN que es el cuatro de julio. Unos minutos después, otra bomba panfletaria fue desactivada cerca de allí. No obstante, más allá de ese resultado lo que es claro es que impedir que hechos de este tipo sigan ocurriendo será uno de los grandes desafíos del nuevo ministro de Defensa.

Bogotá en la mira

Tan solo en lo que va corrido de este año la capital ha sufrido ocho explosiones en diferentes sitios de la ciudad.

6 de febrero

Dos explosivos que habían sido instalados en el barrio La Macarena fueron desactivados.

10 de febrero


Explotó un petardo en el barrio La Soledad, calle 36 con carrera 28, en cercanías a la sede del partido Opción Ciudadana e inmediaciones al Concejo de Bogotá.

11 de febrero

Una carga explosiva estalló en un local comercial en el sector de Kennedy.

2 de marzo

En un parqueadero de Engativá fue detonado un explosivo que dejó cinco heridos.

6 de marzo

A las 4 y 50 de la madrugada se registró una explosión en un cajero automático del Banco de Bogotá, ubicado en la calle 40 con avenida carrera 19.

12 de marzo

Estalló un petardo que dejó 8 heridos en el barrio Quiroga, al sur de la capital.

12 de junio

Detonó un petardo en un local de la calle 13 con carrera 16 en el centro de Bogotá.

2 de julio

Dos artefactos estallaron con diferencia de pocos minutos. El primero a las 3 y 45 de la tarde en la calle 72 con carrera novena, al norte de Bogotá. Cuarenta minutos después otro detonó en la calle 13 con carrera 46, al occidente de la capital.