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¿QUIENES SERAN LOS "VICES"?

Es casi seguro que el candidato a la vicepresidencia de Samper será Pedro Gómez Barrero y que el de Andrés Pastrana va a ser conservador.

4 de abril de 1994

DE TANTO HABLAR SOBRE quién va a ser el próximo Presidente de la República, a muchas personas se les ha olvidado que la decisión sobre la vicepresidencia está ad portas. En pocas semanas, todos los candidatos que vayan a participar en la primera vuelta deberán haber anunciado sus compañeros de fórmula. Sobre esto es poco lo que se habla y menos aún lo que se sabe.
Por lo pronto, una cosa es segura: existe un debate jurídico al respecto. Según algunos, las inhabilidades para ser elegido vicepresidente son las mismas que para ser elegido Presidente. Esto dejaría por fuera a todos los ministros que estén hoy en sus cargos o que los hayan abandonado menos de un año antes de los comicios presidenciales, y quizás también a los embajadores que no se hayan retirado antes de mayo de 1993. En esta lista estarían nombres taquilleros como los de Noemí Sanín, Juan Manuel Santos y Rafael Pardo por ser ministros, y los de Francisco Posada de la Peña y Jaime García Parra por ocupar o haber ocupado embajadas recientemente. Y teniendo en cuenta que estos son nombres de bastante acogida, declararlos por fuera del ring no es un episodio de poca monta.
La otra escuela de pensamiento está basada en un concepto jurídico del Consejo de Estado, según el cual las inhabilidades para los candidatos a vicepresidente no existen, pues la Constitución no es taxativa al respecto. Sin embargo, aunque el pronunciamiento proviene de un tribunal de tanta jerarquía, no hay unanimidad al respecto, ya que se trata simplemente de un concepto y no de una sentencia.
Entre las dos tesis parece que va a imponerse la primera. Es decir, la de que sí existen inhabilidades para los ministros y tal vez para los embajadores. Al fin y al cabo, el estreno de una nueva institución es asunto delicado y cuando no hay claridad jurídica siempre aparecen muchos enemigos políticos. Escoger un candidato a la vicepresidencia en esta circunstancia es un riesgo que pocos están dispuestos a correr.
Así, quien quedaría al margen del juego sería Noemí Sanín, considerada por todos los observadores como la única persona capaz de incidir realmente en un resultado electoral como candidata a la vicepresidencia. No obstante, por más que el problema de la interpretación jurídica se superara, la actual Ministra de Relaciones Exteriores ha dejado absolutamente en claro que no aspira a ser la compañera de fórmula de nadie. No está dispuesta, si gana su llave, a inhabilitarse durante ocho años como lo exige la Constitución. Su carrera ha sido demasiado exitosa como para aceptar ser la número dos de cualquier persona. Además, quienes la conocen afirman que su ambición es del tamaño de su prestigio y que, en consecuencia, está decidida a lanzarse para la Presidencia en 1998.
Si se excluye a Noemí Sanín, ningún candidato es catalogado como decisivo para el resultado electoral. Tanto Ernesto Samper como Andrés Pastrana o Antonio Navarro hacen bastante demagogia alrededor de la escogencia de sus posibles compañeros. Pero la verdad es que no tienen muchas cartas por jugar y que sus decisiones están prácticamente tomadas.
Samper ha anunciado que su vicepresidente será una mujer, un costeño o un empresario. Lo primero no es factible. A pesar de que hay que rendirle homenaje al electorado femenino, no existe un solo nombre sobre el tapete que aporte lo suficiente como para ser escogido. La teoría del costeño tiene un poco más de validez. Sería un complemento regional para un candidato cachaco en una región donde muchas veces se han ganado o perdido elecciones. Los candidatos de los cuales más se habla son Fuad Char y David Turbay. Pero ninguno va a ser. Ambos son tan fuertes políticamente en la Costa que despertarían la resistencia de un sindicato de jefes políticos de menor rango que los vería como sus rivales regionales. Y como la única razón para nombrar un costeño es que aglutine a la Costa, Char y Turbay quedarán por fuera.
Otro nombre que se ha mencionado es el de Gustavo Castro Guerrero. Cuenta con la hoja de vida perfecta: liberal, político, empresario, costeño, agricultor, ex ministro y, además, honesto. Pero ofrece dos problemas: el primero, que su actual condición de embajador en Ecuador lo deja sujeto al debate sobre su inhabilidad. Y el segundo, que pese a su curriculum vitae fuera de la Costa no es hoy una figura reconocida nacionalmente.
Para muchos, el candidato óptimo para Samper sería Humberto de la Calle. Todo el mundo anticipa que va a quedar de segundo en la consulta papular, y en algunos sectores del liberalismo se dice que este puesto debería dar automáticamente el derecho a acceder a la vicepresidencia. De la Calle, sin embargo, tampoco se incluirá en la fórmula de Samper. No les interesa ni al uno ni al otro. Como consecuencia de los enfrentamientos durante la campaña para la consulta popular, están bastante distanciados. Además, De la Calle no está dispuesto a inhabilitarse durante ocho años por cuenta del cargo, pues está igualmente decidido a lanzarse a la Presidencia en 1998.
Por todo esto, lo más probable es que el aspirante a vicepresidente de Samper sea un representante del sector privado. Y si esto es así, el nombre seguro es el de Pedro Gómez Barrero. Es el favorito de la cúpula de la campaña samperista. Por ello, a menos que sucedan cosas inesperadas, será el candidato a la vicepresidencia de Ernesto Samper.
Los dirigentes samperistas son conscientes de que hoy por hoy Pedro Gómez no es un hombre lo suficientemente conocido en el país como para influir el resultado de los comicios. No obstante, neutralizaría esa imagen de político neto que le han atribuido a Samper y lo consolidaría con el sector privado. Aparte de lo anterior las asesores del precandidato liberal creen que al contarle al grueso público la historia de la vida y de la carrera de Pedro Gómez, sería muy bien recibida. Su condición de hombre hecho a pulso, empresario respetado, negociador de los problemas con Venezuela y conocedor de la situación de Bogotá, lo saca de la órbita exclusiva del mundo de los negocios y le da una dimensión multifacética fácilmente vendible al electorado.

Y PASTRANA, ¿QUE?
La situación de Andrés Pastrana es algo diferente. Al igual que Samper está tratando de complacer a todos los sectores, dando la impresión de que todo el mundo está en la baraja. También habla de mujeres, de costeños, de empresarios, pero, sobre todo, de liberales. La verdad en su caso es que mujer no va a ser, por los mismos motivos que asisten a Samper y porque los nombres que están en su abanico no aguantan. Se ha mencionado el de Claudia Blum de Barberi, por ser pastranista liberal, pero es evidente que ella no posee la jerarquía para el cargo. Con los otros nombres ocurre algo semejante. Y, el único aceptable, Noemí Sanín, parece haber definido su posición.
Se ha hablado mucho de que el complemento perfecto para pastrana sería un costeño liberal. El que más ha sonado hasta ahora ha sido Juan B. Fernández, recomendado por el alvarismo. Sin embargo, es factible que no se le haya hecho el ofrecimiento y es casi seguro que no aceptaría. Lo mismo ocurre con Gustavo de Greiff, quien, pese a sus recientes controversias y a que estaría inhabilitado, sigue siendo muy popular. Y no tiene el menor interés de ser vicepresidente de la República.
Andrés Pastrana se enfrenta entonces a un problema casi insoluble. Para que su coalición suprapartidista tenga legitimidad, lo lógico es que su candidato a la vicepresidencia sea liberal. Esto ayudaría a disminuir la imagen de campaña netamente conservadora que debe evitar esa corriente política para compensar su condición de minoritaria. Por esto se ha asumido que su compañero de fórmula tiene que ser liberal. No obstante, es prácticamente seguro que no lo será. Andrés no va a poder conseguir un candidato liberal de peso a la vicepresidencia. Seguramente muchos liberales de peso pluma le aceptarían, pero él sabe que nada le haría más daño. Es más serio un general conservador respetado nacionalmente que un teniente liberal. De allí que sea casi seguro que el compañero de fórmula de Pastrana será conservador.
La justificación que se le dará a la opinión pública de todo este enredo consistirá en que el único criterio que aplicará Andrés es que el vicepresidente debe ser ante todo una persona que tenga las calidades para ejercer la primera magistratura. En privado, la consideración que se hace el aspirante de la Nueva Fuerza Democrática es que él es el de los votos y que el suprapartidismo no consiste en tener un vicepresidente liberal sino votos liberales. Y según todas las encuestas, él todavía tiene bastantes.
Si se asume que un conservador será el candidato a la vicepresidencia de Pastrana, el puntero en los cocteles ha sido hasta la fecha Francisco Posada de la Peña, el popular ex ministro de Trabajo, quien cuenta adicionalmente con la ventaja de ser costeño. Pero tampoco lo será. De la embajada de Chile acaba de ser trasladado a la de Holanda y, por tanto, su inhabilidad estaría vigente. De otra parte, ni él ni Pastrana han hablado sobre el tema y, pese a que se respetan mutuamente, el rumor no ha pasado de ser un chisme.
El favorito de todos, como siempre, sería Jaime García Parra, que, si bien por ser desconocido a nivel nacional no altera las cifras electorales, cuenta con un prestigio enorme. Pero él no está disponible ni interesado. Lleva 12 años sonando como candidato a la Presidencia, y hasta le interesaría; pero es lo suficientemente realista para darse cuenta de que no es viable. Cerrada esta alternativa, prefiere dedicarse a sus negocios particulares antes que convertirse en el subalterno de un hombre 25 años menor que él.
Todo esto conduciría a que hasta el momento el mejor compañero para Andrés Pastrana es Rodrigo Lloreda. Se trata de un ex candidato a la Presidencia que se siente de mayor calibre intelectual que Pastrana hijo. No obstante, también sabe sumar y se da cuenta de que Andrés Pastrana es el candidato conservador con más posibilidades de llegar al poder desde Belisario Betancur. La respetabilidad y la trayectoria de Lloreda le darían peso en la cola a la candidatura de Pastrana, aunque no le quitaría el tinte azul. Si él llegara a aceptar, no lo haría tanto por ambición personal como por prestarle un servicio a su partido. Nadie sabe si le interesa. Pero lo que sí se sabe es que para Andrés Pastrana se está convirtiendo en un problema muy serio encontrar un candidato a la vicepresidencia.-