Home

Nación

Artículo

El debate público necesita argumentos, contexto, procesos y tiempo, lo que es ajeno al twitter

POLÍTICA

Rápidos y furiosos

Con los recurrentes trinos de Petro, Uribe y Santos, cabe preguntarse qué tan nocivo es que la política se reduzca a 140 caracteres.

17 de marzo de 2012

Como todos los días, el viernes 9 de marzo Gustavo Petro se levantó temprano. Ese día, según contó en Twitter a las 6:21 de la mañana, estaba especialmente feliz por el concierto de Totó la Momposina de la noche anterior, con el que la Alcaldía había celebrado el Día de la Mujer. A los pocos minutos tuvo una breve discrepancia con otro usuario de esta red social por su rechazo a las corridas de toros y se mostró pedagógico con uno más por el préstamo del estadio El Campín para hacer conciertos.

Al filo de la medianoche terminó el día más difícil desde cuando asumió como alcalde mayor de Bogotá por el ataque a TransMilenio que dejó pérdidas por 1.000 millones de pesos, 70 detenidos y un divorcio mal terminado con algunos de sus viejos compañeros de izquierda: el Polo, el Moir y el Partido Comunista. Los ciudadanos fueron testigos directos de lo que le ocurrió, pues con sus propias manos él lo comunicó a través de 292 trinos enviados desde su teléfono móvil. Uno cada cinco minutos.

De estos, escribió 233 trinos y retuiteó 59 que hablaban puntualmente de la situación. Es decir que tuvo tiempo para leerlos, seleccionarlos y enviárselos a sus casi 195.000 seguidores. El debate en la red ese día estuvo especialmente álgido y no faltaron quienes lo acusaron de haber contribuido a crear un ambiente alarmista con trinos como: "los saboteadores van hacia el norte", "Tratan de destruir la estación de la 62", "continúan robando la estación de TM", "hay una señora desmayada en la estación del Museo del Oro" y "en este momento los vándalos están borrachos". Él capoteó esta acusación con un argumento futbolístico de otro usuario, y que envió a las 11:25 de la noche: "Decir que @Petrogustavo es culpable (de lo ocurrido con TransMilenio) es como decir que Pekerman es culpable de que Colombia no clasificara a los tres últimos mundiales".

Al margen de lo sucedido ese día, con su frenética capacidad para trinar él mismo abrió un debate adicional: ¿Petro gobierna a Bogotá por medio de Twitter? "De ninguna manera", responde Daniel Vinograd, el estratega de comunicaciones de la Alcaldía Mayor. "Lo que hace es comunicar", aclara. Y, según su opinión, los mensajes que envía a través del ciberespacio corresponden a los de un "hombre inteligente, claro y sintonizado con la actualidad". Su conclusión es que Petro "es un político moderno".

En efecto, es difícil encontrar hoy un político en cualquier parte del planeta que no haga uso de esta herramienta. El periodista Ricardo Galán, con experiencia en el liderazgo de oficinas de comunicación de políticos en campaña y en el ejercicio de su cargo, dice que ese cambio de estatus es donde precisamente el uso de Twitter debe ser distinto. "Cuando se es candidato hay una licencia socialmente aceptada para especular, suponer y cañar, pero cuando se gobierna, lo que se transmite son decisiones tomadas".

Barack Obama, presidente de la primera potencia del mundo, es el político sobre el que más se ha escrito por el impacto logrado con esta nueva tecnología. En tiempos de candidato a la presidencia de Estados Unidos convirtió su teléfono en un medio desde donde emocionó a los electores de todos los rincones del país hasta convencerlos de ir a las urnas a apoyarlo. Tras su posesión mantuvo una actividad constante de trinos que fue disminuyendo con el paso del tiempo y ahora lo hace para transmitir hechos muy específicos. El 2 de mayo de 2011, por ejemplo, trinó que en breves minutos daría una declaración televisada de suma importancia. Al cuarto de hora le contó al mundo que Osama bin Laden había sido dado de baja.

En el otro extremo está el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, probablemente uno de los políticos que mejor logró sintonizarse con su pueblo: "Yo no uso Twitter", respondió cuando le preguntaron qué pensaba de una reciente andanada de trinos de Álvaro Uribe Vélez en su contra: "No voy calificar la reacción del expresidente en el Twitter porque yo no lo uso. ¿Por qué? Porque tengo que pensar antes de decir las cosas y muchas veces en el Twitter uno no piensa, simplemente escribe".

Ricardo Galán, quien fue jefe de comunicaciones del expresidente Uribe, coincide al afirmar que "Twitter es un medio caliente para cabezas frías". Si no se aplica esta máxima, el trinador corre el riesgo de que un simple microblog genere un ruido de consecuencias monumentales. Le pasó, por ejemplo, al presidente Juan Manuel Santos el sábado 2 de julio, cuando los medios tradicionales hablaban sobre un rumor de que Alfonso Cano habría sido muerto por el Ejército en Tolima. Como era una noticia sin confirmar por una fuente oficial, se manejaba de manera prudente. Sin embargo, Santos envió un trino que, por asociación, las salas de redacción convirtieron en una noticia extraordinaria: "Estoy en Chaparral revisando operativos contra las Farc. Al regreso a Bogotá entregaré resultados". Desde entonces Santos ha disminuido en su trinar. De hecho, desde que abrió su cuenta apenas ha trinado 2.900 veces, nada comparado con los 42.400 trinos de Petro.

Santos fue más allá e incluso hace un par de semanas dio la orden a todos los funcionarios que asisten al consejo de ministros de que apaguen o dejen sus celulares cuando entren a la reunión. Algo que no hace el expresidente Uribe, uno de los más febriles trinadores en el país. En abril de 2010, cuando ya sabía que no tendría opción de un tercer mandato, abrió su cuenta, desde donde se evita la molestia que siempre mantuvo con la prensa: "En Twitter no le editan sus afirmaciones, por eso no daba entrevistas escritas, porque terminaba de mal genio. Ahora puede escribir lo que quiera", dice uno de los hombres que trabajó con él en su equipo de gobierno.

El analista de medios Ómar Rincón encuentra una similitud entre Uribe y Petro: "Durante sus dos mandatos, Uribe siempre estuvo en campaña para mantener el rating alto, Petro manda anuncios permanentes para medir su grado de aceptación". Según este investigador de la Universidad de los Andes, los constantes trinos del alcalde son intencionales para evaluar la reacción pública y así tomar una decisión. En su opinión, eso demuestra la carencia de un programa a seguir y gobierna al ritmo del eco que recibe de los trinos.

En cambio, Vinograd, asesor de Petro, cree que la irrupción de Twitter en la política no es otra cosa que la democratización de la comunicación. "Para los medios tradicionales es difícil entender esto porque son muy godos". Su punto de vista es compartido, en parte, por Fabián Sanabria, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia: con Twitter "se acaba la división entre los que gobiernan y los gobernados, al igual que la división de los que enseñan adelante (incluso en la misa) y los que aprenden (o reciben el sermón) atrás".

Es claro que las nuevas tecnologías están transformando la política. Y las redes sociales, encabezadas por Twitter, son la punta de lanza de esta nueva oportunidad para llegarle a las masas. Y si la política es en gran parte el arte de la seducción, Twitter es uno de los mejores elíxires para lograrlo: es fácil, efectivo, corto y puede llegarle a millones de personas instantáneamente y sin intermediarios. Pero si bien es un instrumento democratizador y ha sido crucial para organizar a la gente y defender grandes causas, como ocurrió en la Primavera árabe, tampoco se puede abusar de él. La política no se puede reducir a 140 caracteres. El debate público necesita argumentos, contexto, procesos y tiempo, lo cual trasciende el formato y el carácter inmediatista de las redes sociales.

Por eso, no es lo mismo un candidato aprovechando las redes sociales para hacerse elegir, un político opositor criticando el gobierno de turno o un presidente comunicando un acto de gobierno, o trasmitiendo un mensaje de interés nacional.