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| Foto: Enrique Patiño

RECONCILIACIÓN

Cuando el 'coco' se usó para espantar la guerra

Los cultivos de coco sirvieron para que cientos de familias del Pacífico colombiano erradicaran de raíz la violencia de sus territorios, y ahora lideran un proyecto exitoso de emprendimiento y reconciliación que se conoce como Pacificoco.

29 de noviembre de 2016

José Edward Gambino sabe y reconoce que la zona rural de Buenaventura ha sido un hervidero en materia de orden público. A esa ciudad portuaria por donde se mueve la mitad de las exportaciones del país, desde hace varios años se la disputan a muerte guerrilla, paramilitares, Bacrim y hasta capos de la mafia.

Esas vendettas crearon una estela de violencia que aún permanece en la retina de los bonaverenses. Y esa misa dosis de violencia se repitió por todo el pacífico colombiano. Desde Tumaco, Nariño, pasando por Guapi y Timbiquí en el Cauca, hasta llegar al Chocó.

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Lo increíble es que pese a esa cruda realidad, José Edward junto a otras 500 familias se abrieron camino para cultivar coco en aquellas zonas consideradas de alto riesgo y así lo vienen cosechando desde hace tres años en toda la costa pacífica.

Se trata de un proyecto conocido como Pacificoco, que es el nombre de la empresa que se encarga de garantizar la compra de sus cosechas para luego transformarlo en productos deshidratados, cremas, aceites, agua, acaramelados, mantequilla y extractos de coco.

La planta principal está ubicada en Yumbo, Valle, pero los cultivos en Tumaco, Nariño; Pizarro, Chocó y Buenaventura. Son cerca de 2.400 hectáreas de las 17.000 que hay sembradas con ese fruto en la costa Pacífica. Solo para Pacificoco se cosechan 60 toneladas al mes. Este año la empresa ya facturó ventas por 1.200 millones de pesos.

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“Antes no teníamos un aliado comercial que nos garantizara la compra del producto y a buen precio. Pero hoy esos problemas y pérdidas son cosa del pasado” explicó Gambino tras aclarar que solo en Buenaventura hay 90 familias que siembran coco en 250 hectáreas.

Aseguró que zonas vedadas por temor a la presencia de grupos armados ilegales como sucedía en El Naya, ya cuentan con sembrados de coco y las familias los cosechan sin ser objeto de amenazas.

Cristian Caicedo es el dueño de la empresa que desde hace 13 años transforma el coco para venderlo a cadenas de restaurantes, distribuidoras de comidas saludables como granola y snacks. Es oriundo de Tumaco y proviene de una familia que se hizo a punta de coco, por eso conoce a profundidad la cadena del negocio y se puso a la tarea de beneficiar al campesino raso que siembra ese fruto.

“De ahí que nuestro principal objetivo era garantizar la compra de sus cosechas y pagarlas a mejor precio. En nuestro caso el valor de compra está un diez por ciento por encima del precio promedio”, afirmó.

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Y como toda empresa exitosa, Pacificoco tiene nuevas metas y ambiciosas. Por esa razón ellos también harán parte de los 320 proyectos productivos sociales que se expondrán en la primera Macrorrueda de Reconciliación que se realizará este miércoles 30 de noviembre y jueves 1 de diciembre en el Centro de Eventos Valle del Pacífico, en la ciudad de Cali.

Allí los cultivadores de coco tendrán la posibilidad de contar su experiencia y ante una rueda de negocios con empresarios privados, mandatarios regionales y locales, directores de organismos multilaterales y expertos en cooperación internacional, para hallar un socio estratégico que les permita ampliar la empresa que ya es modelo de reconciliación en una zona golpeada por la violencia.

Entre las metas que se plantean en Pacificoco, está la de aumentar la productividad en mil por ciento; es decir pasarán de producir 60 toneladas de coco por mes, a 600 toneladas, “nuestro propósito es que a 2019 nuestras ventas sean del orden de los 8.000 millones de pesos”, dijo Caicedo.

Para lograr ese reto, la empresa requiere inversiones cercanas a los 2.200 millones de pesos que se usarán en la ampliación y tecnificación de la planta de procesamiento y mejorar la logística de transporte del producto desde el punto de siembra, hasta Cali.

De lograrse esa meta, sin duda miles de familias de la costa Pacífica colombiana, tendrán una nueva oportunidad sin abandonar sus parcelas y sembrando el fruto que ya los alejó de los estragos de la guerra: el coco.