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ANALISIS

¿Reelección embolatada?

Los profesionales de la política consideran que la aprobación de la reelección en el primer debate prácticamente garantiza su hundimiento más adelante.

7 de septiembre de 2003

En Colombia con mucha frecuencia los titulares de prensa no reflejan la realidad de las cosas. Por ejemplo, cuando aparecen titulares que dicen "Ingrid dice que sí al rescate", el que lee el contenido entre líneas se da cuenta de que es exactamente lo contrario. Algo parecido sucede con la reciente noticia de la aprobación en primer debate de la reelección presidencial. Los verdaderos conocedores de la política consideran que sucedió lo contrario: la reelección nació muerta.

¿Por qué? Las reformas constitucionales requieren ocho debates. Cuatro en la Cámara y cuatro en el Senado, en dos legislaturas diferentes. Por lo tanto, la victoria de la reelección en la comisión primera la semana pasada no es más que el prólogo de todo el proceso. La primera votación de estos trámites complejos de dos años es, por lo general, más una ocasión protocolaria que un reflejo de la realidad política. Si se tiene en cuenta que la votación en la comisión primera del Senado fue una estrecha victoria de 10 votos a favor contra ocho en contra, la inevitable conclusión es que si en el día de las amabilidades hay un cuasiempate en el momento de la verdad habrá una derrota.

Hay varios factores para llegar a esta conclusión. En primer lugar, se sabe que varios de los que votaron a favor son enemigos de esa figura jurídica. En esta categoría están de entrada quienes abrigan aspiraciones presidenciales. La reelección les atrasaría la fila india y comprometería sus posibilidades. Fijos en esta lista estarían ya Germán Vargas, Rafael Pardo y Rodrigo Rivera. Vargas Lleras ya se había expresado en contra de la reelección. Rafael Pardo es más discreto pero igual de escéptico. Y Rodrigo Rivera, al no formar parte del uribismo, quiso hacer el gesto de caballerosidad de no vetar al presidente Alvaro Uribe.

También es sintomático que entre los votos en contra estaban varios aliados del Presidente. Concretamente Héctor Elí Rojas, Darío Martínez, Luis Humberto Gómez Gallo y Roberto Gerlein. Ni Claudia Blum, que es la promotora de la reelección desde la orilla liberal, ni Carlos Holguín, quien hace lo propio desde la orilla conservadora, pudieron obtener algún tipo de consenso entre sus colectividades.

La anterior es la situación en el Senado, en el que el Presidente es más acatado y popular por ser este un foro en el cual puede haber más altura del debate intelectual y menos dependencia de la mecánica política. En la Cámara, donde las cosas se manejan más al ritmo de la inmediatez de las necesidades regionales que de las consideraciones filosóficas, la cosa es más cuesta arriba. Se calcula que de los 35 miembros de la comisión primera de esa corporación por lo menos 20 se inclinan por votar en contra. En este grupo están unos 10 liberales, los representantes del Polo Democrático y los propios seguidores de Vargas Lleras, como Javier Vargas y Germán Barón. Con esa sola votación en contra quedaría ya hundido el proyecto.

Si de casualidad el ministro del Interior, Fernando Londoño, logra superar este escollo, se enfrentará a que en alguna comisión o en alguna plenaria le exijan al gobierno que fije su posición al respecto. El presidente Uribe, quien en forma jocosa dice que Lina, su señora, le dio permiso sólo para cuatro años, y en forma más seria dice que será el Legislativo "en su sabiduría" el que tendrá que decidir, en el fondo ha dejado la impresión de que no le disgusta la idea. Sin embargo, cuando le toque mandar a su Ministro a pronunciarse sin ambigüedades sobre la posibilidad de su reelección inmediata, se estará poniendo a prueba la sencillez, el pudor y el desprendimiento que tanto han cautivado a los colombianos.

Cuando se presentaron recientemente situaciones similares en Argentina, Brasil y Venezuela fueron los propios presidentes Menem, Cardoso y Chávez los que tuvieron que poner la cara para poder sacar adelante esas iniciativas. Es difícil imaginarse a Uribe autopromocionándose en una forma tan burda. Esto iría en contra de la idiosincrasia colombiana y de su propia personalidad. Por eso no parece creíble la afirmación de una fuente anónima del periódico El Tiempo, según la cual la reelección hubiera sido derrotada en la comisión primera si Uribe no interviene para presionar por ésta. Ninguno de los congresistas consultados por SEMANA le dio crédito a esta versión.

Pero el principal problema que tiene la reelección son las fechas. Hoy el presidente Uribe está en los gloriosos. Pero de llegarse al octavo debate sería en el tercer año, cuando normalmente los presidentes tienen el sol a las espaldas y los aspirantes a reemplazarlos ya han dejado de lado la galantería. En ese sálvese quien pueda los observadores políticos no le apuestan mucho a la aprobación de esta iniciativa.