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Antonio Navarro de la Alianza Verde, Clara López del Polo y Aida Avella de la Unión Patriótica. Son las cartas de la izquierda para las elecciones del 2014. | Foto: SEMANA

ANÁLISIS

La izquierda desunida, siempre será vencida

Nunca antes la izquierda había tenido una opción tan real de pasar la segunda vuelta, pero las rivalidades lo impedirían.

20 de noviembre de 2013

Hay muchísimas cosas que unen a los dirigentes de izquierda en Colombia: la salida negociada al conflicto armado, la búsqueda por hacer una sociedad más igualitaria económicamente, el privilegiar la educación y la salud para todos los ciudadanos, el respeto al medio ambiente, el pluralismo en todos los escenarios, en fin. Lo que pasa es que entre ellos, en muchos casos, no pueden ni verse.

La gente del MOIR no puede ni ver a los del Partido Comunista, estos reniegan de los castristas, aquellos de los maoístas, estos de la combinación de todas las formas de lucha, y así sucesivamente.

Paradójicamente, en pocas ocasiones como en las próximas elecciones habían tenido –si se unieran– una posibilidad real de pasar a segunda vuelta. Se da como un hecho que Santos obtenga este tiquete, el otro podría ser Óscar Iván Zuluaga, pero en caso de no despegar le dejaría abierta la posibilidad a un tercero.

¿Quién? “Soy yo porque tenemos la mejor propuesta”. Esta frase bien podría ser pronunciada por Antonio Navarro Wolf, de los Verdes-Progresistas; Clara López, del Polo Democrático Alternativo, o Aída Abella, de la Unión Patriótica.

Los tres insisten en que son más las cosas que los unen que las que los separan, pero cada cual por su lado siente que es mejor que los otros dos.

Clara López tiene un recorrido amplio, ha mostrado carácter y conocimiento del país. Sin embargo, carga con el lastre de lo que el Polo hizo en Bogotá con la administración de Samuel Moreno. Además, ella no puede ni ver a los Progresistas de Gustavo Petro.

Por su parte, Aída Abella tiene formación, conocimiento de la historia nacional, valor civil y un carácter a prueba de persecuciones y amenazas. Sin embargo, recién llegada al país carece de un partido político, pues aunque simbólicamente se presentará a nombre de la Unión Patriótica, esta colectividad apenas ahora está empezando a levantar sus banderas después del salvaje extermino al que fue sometida con casi 6.000 militantes asesinados.

La otra opción es la de una tercería de Progresistas, Gustavo Petro y Navarro; el Partido Verde, de Enrique Peñalosa, y Compromiso Ciudadano, de Sergio Fajardo. En este momento Navarro tendría la ventaja. No obstante, una posible candidatura de Navarro todavía tiene al frente muchos escollos. Lo primero que necesita es que la alianza entre progresistas, verdes y fajardistas cuaje por completo.

Como Progresistas no tiene personería jurídica, la única posibilidad que tendría Navarro para una candidatura sería con el aval del Partido Verde, que sí la tiene. Pero Navarro no sólo tendría que derrotar a Peñalosa en una consulta, sino asegurar la unidad del proyecto político que salga de ese experimento. Y el problema es que a las diferencias entre los sectores que buscan la alianza se suman las incertidumbres que provocarían sus resultados.

Las reglas de una consulta advierten que el vencido tiene que cargarle la maleta al vencedor. Y no es seguro que los sectores en disputa estén dispuestos a cumplir ese requisito. Por ejemplo, si Peñalosa llegara a ganarle a Navarro, no es tan claro que los lugartenientes de Petro se pongan su camiseta, por las diferencias abismales entre ellos. En pocas palabras: la izquierda desunida, siempre será vencida.