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Armando Benedetti y Roy Barreras son dos de los parlamentarios en rebeldía dentro del partido de la U.

POLÍTICA

Reforma política: un traje que se ajusta a la división de La U

Un artículo incluido para el segundo debate permitiría a Roy Barreras, Armando Benedetti y los santistas de La U partir cobijas y crear un nuevo partido. La fórmula tiene múltiples peligros, advierte la MOE.

22 de octubre de 2018

El pasado mes de septiembre, cuando los partidos políticos tuvieron que declarar su postura frente al gobierno del presidente Iván Duque, La U protagonizó una de las mayores paradojas de la política reciente. El partido que eligió a Juan Manuel Santos en la presidencia, se declaraba bancada de gobierno y haría coalición con el Centro Democrático de Álvaro Uribe, precisamente el más férreo opositor al Gobierno Santos.

Declararse de gobierno fue una decisión que asumió la mayoría de los congresistas del partido. De los 39 senadores y representantes de la colectividad, 25 votaron a favor de apoyar a Duque, mientras 14 votaron por declararse independientes. Las mayorías se impusieron y La U se declaró uno de los cinco partidos de la coalición de gobierno.

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Los congresistas que perdieron esa votación, precisamente los que habían respaldado a capa y a espada las políticas de Santos, aceptaron los resultados pero se declararon en rebeldía. Entre otras, porque al declararse bancada de gobierno, a la luz del estatuto de oposición, obligarían a los santistas de La U a respaldar las iniciativas del gobierno para no ser objeto de sanciones a la luz del régimen de bancadas. Eso significaba una especie de mordaza que los obligaría a votar polémicas iniciativas como la reforma tributaria (o ley de financiamiento) y otras iniciativas de origen gubernamental.


Los senadores y representantes que plantean la escisión del partido llevan estudiando fórmulas para hacerla realidad. Foto: Juan Carlos Sierra/SEMANA

Por eso, Roy Barreras y Armando Benedetti, los dos congresistas más mediáticos entre los derrotados, lo primero que hicieron fue anunciar la división del partido, pero no tenían la forma de llevarlo a la práctica. Y aunque pasaron semanas de convivencia entre los santistas y uribistas del Partido de la U, la reforma política que tramita el Congreso abrió las puertas para que se oficialice la división. En la ponencia para segundo debate los rebeldes están dispuestos a jugarse la carta que permita la escisión del movimiento.

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El senador Roy Barreras, que hasta 2010 fue uribista y luego se convirtió en el principal alfil de Santos en el Capitolio, es uno de los ponentes de la reforma que este martes comienza su segundo debate. Por su iniciativa, se incluyó la propuesta que le permitiría al Partido de la U dividirse oficialmente.

Autorízase por una sola vez, con la firma de por lo menos el 25 por ciento de los miembros de la correspondiente bancada de Senado o Cámara, a conformar un nuevo partido o movimiento político. La autoridad electoral hará el correspondiente registro y reconocerá su personería jurídica, la cual estará sometida a las normas generales para conservarla”. Ese es el texto de un parágrafo que se incluyó en la ponencia para segundo debate y será el Congreso el que tenga la última palabra al respecto.

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Aunque esta disposición está redactada como una norma general, las circunstancias por las que atraviesa el Partido de la U hacen pensar que se trata de un traje diseñado a la medida de este movimiento. Si esta disposición llega a aprobarse, los 14 congresistas que votaron para declararse independientes podrían conformar un nuevo partido.

Según el senador Barreras, como la reforma política establece nuevas reglas de juego para la inscripción de candidatos a corporaciones públicas de elección popular, como la lista cerrada, “se hace necesario establecer unas reglas precisas para el reajuste de los partidos y movimientos políticos existentes, de tal suerte que se garanticen los derechos a elegir y ser elegido, derechos que son transversales a la dignidad humana y al principio democrático del Estado Social de Derecho”, según lo manifiesta en la ponencia.

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Como la bancada del Partido de la U actualmente está conformada por 14 senadores, con la firma de solo 3 de ellos (el 25  por ciento de bancada) se podría declarar la escisión del partido. En este caso puntual, Roy Barreras, Armando Benedetti, Roosevelt Rodríguez, Germán Hoyos y Ritter López, los que votaron por declararse independientes al gobierno, podrían fundar un nuevo movimiento.

En el papel, esta propuesta podría beneficiar a otros partidos donde actualmente también se están presentando divisiones. Por ejemplo, varios miembros del liberalismo han renunciado a este partido, pero la diferencia es que ninguno de ellos ostenta dignidades como las de congresistas. Por eso, a La U es la que le caería como anillo al dedo, más que a ningún otro movimiento. 

Esta propuesta, sin embargo, ha sido calificada de “peligrosa” por la Misión de Observación Electoral (MOE), al señalar que si el proyecto de reforma política pretende fortalecer los partidos políticos, esto llevaría a su debilitamiento.

Alejandra Barrios, directora de la MOE, dice que si esa disposición llegara a aprobarse se regresaría a las épocas en las que pululaban decenas de partidos políticos “de garaje” y que se convirtieron en empresas electorales que vendían avales a candidatos.

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Barrios explica que de habilitarse a que se puedan crear nuevos partidos con el solo 25  por ciento de los integrantes de un respectivo movimiento, bancadas como las del partido Farc, que en el Senado tienen cuatro integrantes, podrían crear cuatro nuevas organizaciones políticas, una por cada congresista.

Una operación matemática simple advierte que de los 16 partidos políticos que existen hoy en el Congreso, se podría pasar a 81 de aprobarse esta propuesta. “Se generaría una crisis de atomización política que ya vivimos en los años noventa y atentaría contra el principio democrático”, justifica Barrios.

La ponencia para segundo debate de la reforma política también propone una nueva disposición que si se viera con los ojos del Partido de la U podría ser un ‘plan b’ por si fracasa este intento de escisión de la formación.

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Es precisamente la que habilitaría “por una sola vez” el transfuguismo, o que los actuales congresistas se cambien de partido político ante de las elecciones sin que tengan que renunciar a sus curules, y sin que se expusieran a sanciones de doble militancia.  

Como la Constitución establece que quien quiera cambiarse de partido debe renunciar un año antes de las elecciones, la propuesta consiste en hacer una excepción.

“Dentro de los dos meses siguientes a la entrada en vigencia del presente acto legislativo, autorízase por una sola vez, a los miembros de los cuerpos colegiados de elección popular, o a quienes hubieren renunciado a su curul con anterioridad a la vigencia del presente Acto Legislativo para inscribirse en un partido distinto al que los avaló, sin renunciar a su curul o incurrir en doble militancia”, dice el parágrafo incluido

Según el ponente Roy Barreras esa es una propuesta del Partido Liberal que apoya el Partido de la U y que obedece al lógico y natural reacomodo de las fuerzas políticas cuando se modifican las reglas de juego.

En criterio del senador de La U, habilitar el transfuguismo por una sola vez permitiría que se definieran las posiciones ideológicas de los partidos y quienes se identifiquen con otros partidos puedan cambiarse.

Con el transfuguismo, por ejemplo, los congresistas del Partido de la U que se declararon en rebeldía podrían irse al partido Liberal o a otra colectividad en la que se sientan identificados. O los uribistas de La U podrían buscar espacio en el Centro Democrático, por ejemplo.

La excongresista Claudia López ha calificado esta propuesta como una “contrarreforma política” para que que la clase política tradicional se “atornille” en el Congreso.

Cada vez que el Congreso tiene en sus manos una reforma política, senadores y representantes lo suelen convertir en un traje a la medida de sus intereses. El proyecto que este martes se discutirá en segundo debate en la plenaria del Senado parece no ser la excepción. Y a la propuesta que presentó el gobierno de Iván Duque con el propósito de acabar con la corrupción le han salido nuevas arandelas. Falta ver cómo se la entrega el Senado a la Cámara de Representantes.