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REGRESO AL EVERFIT

¿Que llevo a César Gaviria a ser el primer Presidente en 40 años que nombra a un civil como ministo de Defensa?

23 de septiembre de 1991

EL NOMBRAMIENTO DE UN MINISTRO DE DEfensa civil ha sido una de las cantaletas de los grupos de izquierda y de las guerrillas desde hace 40 años, el mismo tiempo que lleva esa cartera en manos de un oficial militar.
Por esa razon, quienes se han mostrado en desacuerdo con el nombramiento de Rafael Pardo Rueda como sucesor del general Oscar Botero Restrepo al frente del Ministerio de Defensa, sostienen que esta decisión del presidente Cesar Gaviria es una nueva concesión a los grupos alzados en armas.

Tanto para quienes consideran que este nombramiento es bueno para el país, como para aquellos que ven en la medida una claudicación frente a la subversión, el anuncio del relevo en esa cartera fue una verdadera sorpresa.
Cuatro decadas consecutivas de presencia militar en el Ministerio de Defensa hacian pensar que en la fila india de los aspirantes a ministros no iba a aparecer nunca mas un civil. Menos aun, en una coyuntura con la actual, en la que la confrontación entre la guerrilla y el Estado se presenta en uno de sus puntos mas agudos de los ultimos tiempos.

Los primeros en condenar el nombramiento de Pardo Rueda como ministro de Defensa fueron los oficiales en retiro varios de los cuales tuvieron como ultimo cargo militar la dirección de ese ministerio. Para ellos, el hecho de que esa fuera una solicitud de siempre de los guerrilleros convertía la decisión presidencial en una concesión inaceptable. Mas aun en vísperas de la segunda ronda de conversaciones con la Coordinadora Guerrillera en Caracas, donde se presumia que el Gobierno debia presentarse con una actitud fuerte y decidida, muy diferente a la de entregarle al adversario, como un trofeo, la erradicación de los militares del gabinete presidencial en medio de la confrontación a muerte con la guerrilla. La opinión de los militares retirados tiene la importancia de revelar -algunas veces lo que piensan sus colegas activos, quienes por estar obligados a acatar las decisiones presidenciales no se atreven a manifestar su pensamiento en publico. A pesar de no ser un pensamiento generalizado al interior de las Fuerzas Armadas, en los pasillos del Ministerio de Defensa hubo algunos oficiales que llegaron a comentar que el retiro de los militares del rango de ministros en este momento era una claudicación similar a la que, a su juicio, significó el proceso que culminó con la entrega de Pablo Escobar a la justicia.
Pero asi como hubo quienes consideraron que haber hecho realidad una medida solicitada por la guerrilla constituia un grave error, para la mayoría haberlo hecho tenia la virtud de quitarle las armas de discusión a los insurgentes. Se sabe que uno de los puntos neuralgicos de los dialogos de paz con la guerrilla es el tema militar. Con el proceso de la Asamblea Constituyente, que reformó y modernizó las instituciones políticas del país, queda muy poco por negociar con los alzados en armas, quienes desde siempre han planteado justamente ese punto, la reforma institucional, como condición para su desmovilización. El unico punto que no tocó la Asamblea y que los subversivos estan interesados en abordar es el de la reforma de las Fuerzas Armadas. Para los observadores que analizan la situación desde la perspectiva de los dialogos de paz, el nombramiento de un civil como ministro de Defensa cumpliria con la doble caracteristica de ser una modificación en la estructura militar sin que en su esencia las Fuerzas Armadas cambien, y una reforma que se da previamente a las conversaciones y no como resultado de ellas, lo cual si seria visto por el país como una claudicación. La solicitud de la Coordinadora Guerrillera de aplazar la reunión de Caracas por una semana, formulada pocas horas despues de conocido el nombramiento de Rafael Pardo, podría ser una prueba de que ese nuevo hecho obligó a la guerrilla a modificar el libreto de sus discusiones.

Altos oficiales del Ejército consultados por SEMANA reconocieron que el hecho de quitarle el ultimo escalón a la escalera de ascensos de la cupula militar implica, de alguna manera, un deterioro frente a la situación actual. Sin embargo, todos ellos coincidieron en manifestar que si se analizan detenidamente las implicaciones del regreso al ministro civil, son mas las ventajas que las desventajas, desde el punto de vista militar. Segun este analisis, la decisión fortalece al Comando de las Fuerzas Militares, hoy en cabeza del general Luis Alfredo Rocca Maichel, pues se consolida como el maximo ente en la nueva estructura jerarquica y organizativa del Ejercito. A este nivel se tomaran las decisiones operativas de las Fuerzas Militares, eliminando en parte la instancia ministerial para este efecto pues hasta hoy de todos estos planes era partícipe el Ministro de Defensa, de una manera protocolaria, por ser el oficial de mayor antiguedad.

Esto, que a simple vista parece un alejamiento de los mandos militares y el ministro civil, es para los oficiales consultados un alejamiento de los mandos militares y el ministro civil, es para los oficiales consultados un alejamiento conveniente del aspecto político en la decisión de operaciones, y la delegación del diseño general de los planes de seguridad y financiación al Presidente de la República y su ministro. Para ellos, ademas, el Ministo de Defensa en su conjunto adquiere un nivel político de gran importancia por el nuevo perfil del encargado de la cartera.

LARGO PROCESO
Pero cuando el Presidente tomó el teléfono el viernes pasado, a la una y media de la tarde, para anunciarle a Rafael Pardo que sería el nuevo Ministro de Defensa, estaba culminando un proceso que habia empezado mas de cuatro años atras mucho antes de que nadie -ni siquiera el propio Gaviria sospechara que seria el próximo mandatario.

Sin que nadie se lo propusiera, todo empezó cuando el entonces presidente Virgilio Barco decidió trasladar a Cesar Gaviria del Ministerio de Hacienda al de Gobierno. Desde su ingreso en la cartera politica en la pasada administración, Gaviria asumió la tesis de que el gobierno debería impulsar un proceso que condujera a tener un manejo civil del problema de orden público en el país. La tesis no significa quitarle la facultad de reprimir la subversión al Ejército y la Policia, sino ubicar la toma de decisiones sobre los aspectos básicos de la seguridad nacional en manos del poder civil, aumentando, por lo tanto, su responsabilidad en el manejo de los fenómenos perturbadores de la tranquilidad ciudadana.

Ese criterio fue bien recibido en aquel entonces por el presidente Barco y se tradujo, como un primer paso, en el nombramiento de un civil como secretario general del Ministerio de Defensa, decisión que terminó siendo un fracaso por razones que tenían más que ver con la gestión del nombrado que por el principio que origino la decisión de nombrarlo. En esa administración se discutió también la posibilidad de nombrar a un viceministro civil de Defensa, pero el episodio del secretario general hizo olvidar ese propósito.
Durante ese proceso de análisis sobre la estructura del Estado y el manejo de los asuntos de orden público, se encargó un estudio a una comisión mixta, de funcionarios y estudiosos colombianos y expertos extranjeros, para que presentara sugerencias de reforma institucional. Dentro de las recomendaciones figuraba la creación de una consejeria presidencial para la seguridad nacional, en cabeza de un civil, con el objetivo de centralizar el análisis, diseño y dirección de las estrategias encaminadas a eliminar las manifestaciones de violencia en el país.
Esa recomendación fue recogida por Gaviria una vez que llegó a la Presidencia, y en el discurso de posesión, el 7 de agosto, anunció que crearía una consejeria para la seguridad y que esta sería ocupada por una persona de su entera confianza.

Pero si bien Gaviria estaba avanzando en cuanto a darle un manejo civil al problema del orden público con el nombramiento de Rafael Pardo como consejero en asuntos de seguridad nacional, fue la Asamblea Constituyente la que llevó al Presidente a empezar a pensar en la posibilidad de colocar a un civil como su ministro de Defensa. La Constituyente introdujo entre las facultades de los congresistas la de proponer y votar mociones de censura contra los ministros del despacho, con el resultado de la separación del cargo del ministro respectivo en caso de que la mocion fuere aprobada. Para el Presidente resultaba un riesgo demasiado alto el que, en el futuro, con la iniciativa de apenas el 10 por ciento de los miembros de cada camara, pudiera caer por razones politicas el mas antiguo oficial de las Fuerzas Militares. Esta situación podría traer consecuencias imprevisibles en las relaciones entre el Congreso y las Fuerzas Armadas. De acuerdo con esta lógica, los costos políticos de las decisiones presidenciales en materia de defensa debería asumirlos un civil con responsabilidad política y no un uniformado con responsabilidades de carácter estrictamente militar.

Las nuevas circunstancias institucionales estaban llevando al presidente Gaviria a madurar la idea del ministro civil para la Defensa, lo cual habia sido uno de esos temas tabu de la política colombiana desde que se estableció la modalidad de poner a los generales a la cabeza del Ministerio de Defensa. Sin embargo, pocas personas se habian puesto a analizar que ya habian desaparecido las circunstancias por las cuales esa cartera se les quitó de las manos a los civiles.

La presencia militar en los gabinetes empezó a reclamarse como una fórmula para contrarrestar la falta de neutralidad de la Fuerza Publica. En los años de la violencia eran continuas las denuncias contra los organismos de seguridad, especialmente la Policia, por ser instrumento armado de fracciones políticas. Tras los episodios del 9 de abril del 48, la Policia, que dependía del Ministerio de Gobierno, pasó a la órbita del de Defensa y fue nombrado un militar al frente de la cartera para eliminar la influencia de la política en las Fuerzas Armadas. Pocos años mas tarde, durante el Gobierno de Laureano Gómez, volvió un civil a ocupar el Ministerio -Lucio Pabón Nuñez y aparecieron de nuevo las denuncias de parcialidad de la Fuerza Pública. Por ultimo, escogido Jorge Leyva, fue detenido por los militares pocas horas despues de haber sido posesionado por Laureano y pocos minutos antes de que el general Gustavo Rojas Pinilla anunciara su golpe de Estado, el 13 de junio de 1953.

Por otra parte, una vez que arrancó el sistema de gobiernos compartidos del Frente Nacional, la presencia de los generales en los gabinetes tenía, ademas, el ingrediente de ser la única forma de cumplir fielmente la norma constitucional sobre la paridad. Numericamente, se podian dividir por dos, entre liberales y conservadores, los 12 ministerios restantes, y se cumplia con la norma de no darle filiación política al representante de las Fuerzas Armadas. Terminada la alternación política y la paridad obligatoria en los gobiernos con el fin del Frente Nacional, y eliminada como ha sido la incidencia de los partidos políticos sobre las Fuerzas Militares y de Policía, quedaban sin piso las razones para tener por obligación a un general sentado entre los 12 restantes civiles del gabinete.

Todo esto quería decir que el presidente Cesar Gaviria tenía la necesidad de hacerlo, la convicción de que era saludable para el manejo del orden público en el país, y ya no había circunstancias que hicieran obligatorio mantener esa costumbre. Sólo le faltaba la oportunidad, y esta le cayó -como le han caido muchas cosas al Presidente como anillo al dedo.

Estaba a punto de reanudarse la segunda ronda de conversaciones en Caracas con la Coordinadora Guerrillera, con un logro político para el Gobierno y era el de haber logrado que el país, masiva y beligerantemente, rechazara la ofensiva terrorista de la Coordinadora Guerrillera. Salvo por el aire que les dio a los guerrilleros el episodio de las conversaciones con los industriales de Bavaria y la Shell, auspiciadas desde el propio Ministerio de Desarrollo cuando todo el país los estaba repudiando, la postura negociadora del Gobierno era considerada como buena. El intento de golpe a Mijail Gorbachov en la Unión Sovietica pareció al comienzo una bocanada de oxigeno a la guerrilla que el Presidente acababa de calificar de