Home

Nación

Artículo

REGRESO A CASA

Después de 8 meses de cautiverio, las FARC entregan a 3 detectives del DAS

11 de enero de 1988

A pesar de que el secuestro se había realizado en una zona de candela donde confluyen guerrilla y narcotráfico, el hecho sólo tuvo publicidad en el momento de la entrega de los secuestrados. El 8 de diciembre, el Consejero para la paz, Carlos Ossa Escobar, viajó a la vereda de Guérima en el Vichada y allí Raúl Reyes, del secretariado de las FARC, le entregó a los detectives rurales Humberto Castro, Julio Nereo Grosso y Humberto Salamanca, que tenía en su poder desde hacía 8 meses.

La liberación no sobrepasó el registro de las declaraciones de los agentes del DAS, que contaban que habían sido bien tratados pese a haber permanecido durante su cautiverio esposados e incomunicados. La entrega, que fue calificada por el propio Ossa como un "gesto humanitario", se vio reducida a cenizas cuando Reyes declaró, a pocos metros de distancia del Consejero al Noticiero de las 7, que las FARC habían dado muerte al parlamentario Pablo Guarín, a quien consideraban autor material e intelectual de muchos asesinatos contra sus militantes y los de la UP. De esta manera, la atención del "gesto humanitario" se desplazó a la oficialización del "ojo por ojo".

Sin embargo, el secuestro de los detectives es otra pieza clave que corro bora lo que hasta hace algunos años era sólo un rumor: la existencia de la narcoguerrilla y las peleas por el control de territorio. La hacienda "Gaviotas" (Meta) donde fueron secuestrados los agentes rurales, es de propiedad de Victor Carranza, un esmeraldero de Boyacá que se ha convertido en fuerte latifundista y quien, según muchos, es uno de los hombres claves de Gonzalo Rodríguez Gacha "El mejicano". Los enfrentamientos entre Carranza y los frentes de las FARC son el pan de cada día en esa región y no han faltado robos, incendios de propiedades y hasta decenas de muertes de lado y lado.

EL SECUESTRO
El 2 de abril de este año, se encontraban los tres agentes del DAS con el mayordomo de la finca de Carranza y dos de sus baquianos, certificando la venta de 300 cabezas de ganado. Como el abigeato es común en esa zona, los finqueros recurren a los "rurales" para que legalicen las transacciones comerciales. La labor ese día fue interrumpida por un grupo de más o menos 30 hombres y mujeres, vestidos de militares, quienes se llevaron a las 6 personas como rehenes. El mayordomo y los dos baquianos desaparecieron y se presume que fueron asesinados.
Los detectivos Castro, Grosso y Salamanca dijeron a SEMANA que durante los 264 días de cautiverio nunca se les informó el motivo de su secuestro, y que los 6 guerrilleros que los cuidaban nunca les preguntaron nada de nada. La relación que mantuvieron con sus captores se limitaba a escuetas solicitudes "tenemos sed" "queremos orinar", "estamos con dolor de cabeza". Cuando los detectives intentaban establecer diálogo con los guerrilleros, estos les respondían en forma seca: "¿Quién les ha dicho que hablen?".

Los que sí necesitaban hablar estaban a kilómetros de distancia. El director del DAS, general Miguel Masa Márquez, cuando se enteró del secuestro de 3 de sus hombres, procedió a realizar contactos para su liberación. Habló primero con Jaime Pardo Leal, para ese entonces presidente de la UP, y luego con Alberto Rojas Puyo, senador del mismo movimiento, quienes no pudieron hacer nada.
El Consejero para la paz también habló telefónica y directamente con miembros del Secretariado, quienes aseguraron que dejarían en libertad a "los muchachos del DAS". En el campo, las autoridades también hicieron lo propio. Se dejaron mensajes en las tiendas, razones iban y venían y los familiares de los 3 agentes cumplían citas. Pero nada. Las exigencias que se hacian en la zona eran más de carácter filosófico y por lo tanto imposibles de cumplir. Los guerrilleros cuestionaban la presencia del DAS y la Policía Judicial en las comisarías del Vaupés, Guaviare y Vichada, con el pretexto de que estaban violando su jurisdicción. Las autoridades llegaron incluso a retirar el puesto de policía del puente de Arisimena. Pero esto no fue suficiente para las FARC.

Pasaron 8 meses hasta que los detectives fueron entregados. Como suele suceder en estos casos, cada bando sacó sus propias conclusiones.
Las FARC en "comunicado" dijeron: "Fueron muchos e infructuosos los intentos realizados para que estos agentes regresaran a sus hogares. La respuesta invariable del DAS a nuestros esfuerzos fue la muerte, el secuestro y la tortura a muchos combatientes farianos". Las autoridades, por su parte, aseguraron que las FARC nunca lograron probar la vinculación entre los agentes del DAS con los hombres de Carranza. Así, al XVI frente de las FARC sólo le quedaban dos opciones: matarlos o entregarlos. Optaron por la segunda.
Había, en principio, un compromiso de palabra y, además, la posibilidad de un cierto beneficio político. --