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Relevo generacional

Con el nombramiento del general Carlos Alberto Ospina como comandante de las Fuerzas Armadas y la nueva cúpula hay una renovación de mandos militares como pocas veces se había visto.

24 de noviembre de 2003

Despues de la abrupta salida de la ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez, y del general Jorge Enrique Mora, comandante de las Fuerzas Armadas, el cambio de cúpula militar la semana pasada llamó más la atención este año que los anteriores. Los medios interpretaron que el presidente Alvaro Uribe había decidido darle un vuelco total al estamento castrense. Pero lo cierto es que todos los diciembres ascienden unos coroneles y salen del servicio varios generales. Lo que cambió este año es que no se respetó a pie juntillas la jerarquía militar y que sobre todo que hubo un salto generacional en los altos mandos.

Como comandante general de las Fuerzas Armadas fue nombrado el general de tres soles Carlos Alberto Ospina Ovalle, el militar más condecorado en la historia del Ejército. Ospina, manizaleño de 56 años, es comandante del Ejército desde que se posesionó Alvaro Uribe. Aunque tiene fama de tropero por su cercanía con los soldados con quien come en el casino por lo menos una vez a la semana, expertos en seguridad dicen que es el militar que más sabe de guerra revolucionaria en Colombia. Habla varios idiomas y, según fuentes militares estadounidenses, ha sido un alumno destacado de los cursos de entrenamiento en ese país. Es un hombre tímido, que como dice un subalterno suyo "está pensando es en cómo romper la estrategia de las Farc y no en ir al Congreso a defender que nos suban el sueldo".

Es positivo que él, que ha diseñado la nueva estrategia del Ejército que ha arrojado éxitos contundentes como los de Cundinamarca donde mataron a cinco jefes de las Farc, conduzca ahora la ofensiva contra la guerrilla. También lo es el hecho de que Ospina es quien más ha incentivado el reentrenamiento de todos los oficiales en el terreno y es un convencido de la importancia de mejorar el estado físico y la capacitación técnica de los altos mandos.

Pero su poca habilidad política puede ser una debilidad. A diferencia del comandante del Ejército que debe estar sumido en la estrategia militar, el de las Fuerzas Armadas es el vínculo con el resto del Estado y la sociedad. Es el que asume la responsabilidad política de los actos de las Fuerzas Armadas y el que tiene que coordinar las relaciones entre el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea con el Ministerio de Defensa, el Congreso, la Rama Judicial y el Presidente.

Mora, su antecesor, tenía buen manejo político. Tenía excelentes relaciones con los congresistas, en especial con Germán Vargas, el presidente del Senado, y con sectores empresariales. A Ospina, en cambio, no le gusta la política y se le ve el esfuerzo para hablar en público.

El nuevo comandante del Ejército, general Martín Orlando Carreño, un cucuteño de la misma edad de Ospina, 56 años, fue jefe de operaciones del Ejército bajo su mando y como él tiene mucha experiencia de combate. Se destacó por liderar la Operación Berlín, uno de los grandes éxitos militares contra el ELN, en el sur de Bolívar.

Carreño es el auténtico tropero y cuenta con bastante admiración entre los soldados. "Mi general Ospina y el general Carreño son considerados frailes dentro del Ejército. Por su rectitud tienen gran autoridad moral", dice uno de ellos.

El nuevo ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, ratificó al almirante Mauricio Soto como comandante de la Armada y al general Edgar Alfonso Lesmez, en la Fuerza Aérea, con lo que básicamente se garantiza una continuidad en la cabeza de todas las fuerzas.

Cambio de tradición

Si bien el nombramiento del general Ospina como comandante de las Fuerzas Armadas se esperaba, el de Carreño causó más sorpresa. En el mundo castrense existe una tradición de respeto a la antigüedad que es dada por el estudio en los cursos. Entonces para nombrar al nuevo comandante del Ejército, que estaba bastante más abajo que Ospina en la jerarquía militar, tuvieron que salir varios generales con mayor antigüedad.

Esta se irrespetó en el caso del general Eduardo Herrera Verbel. A Herrera le correspondía ser el segundo comandante del Ejército. En cambio lo dejaron como director de la Escuela Superior de Guerra, lo que provocó su renuncia.

"Este irrespeto a la jerarquía militar causó inquietud entre los oficiales. Es que desde la escuela militar el primero que coge el pan y el bocadillo es el número uno del curso y el último es el del último curso. La cultura de la antigüedad tiene mucha fuerza en el Ejército", dice un oficial.

Con el relevo de 12 generales, el más grande en los últimos años, ocurrió otro hecho nuevo: por primera vez entran coroneles a manejar las brigadas del Ejército, antes reservadas a los brigadieres generales. Ocho de estos coroneles entran a curso para ascender a generales, pero los demás estarán a cargo de estas unidades del Ejército, con lo que se produce un relevo generacional importante.

"Es una generación de militares más profesional, mejor preparada para el combate, que ha vivido una guerra menos marcada por la guerra fría. Se han formado en una época en que la sociedad valora más a sus Fuerzas Militares y por lo tanto son más orgullosos de lo que son", afirma Román Ortiz, experto en temas de seguridad.

Con el nombramiento de estos militares, que se han caracterizado por ser hombres arriesgados, mejores para el combate que para los discursos, queda claro que el gobierno de Uribe piensa mantenerse a la ofensiva.