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Renace el Eje

El modelo de reconstrucción de la zona cafetera, regido por el Forec, ha producido resultados impresionantes a pesar de las críticas.

9 de octubre de 2000

Cuando terminó de temblar Evangelina Hernández movió como pudo los escombros que cubrían a su hija Diana Milena, de 15 años. “Por fortuna no sufrió sino unos rasguños en su hombro derecho”, recuerda mientras sube las escaleras del albergue Villa Angelita, donde vive desde hace un año con sus hijos. En esa construcción de guadua, de 450 metros cuadrados, convive junto con otras 24 familias damnificadas. El albergue posee los servicios básicos, las familias tienen asistencia en salud y los scouts entregan mercados a los más necesitados.

Evangelina observa al otro lado de la calle la fachada de su casa en obra negra. “En unos mesesitos estará de ocupar”, comenta. Gracias a un subsidio de ocho millones de pesos ella ha podido volver a levantar su casa. Miles de personas afectadas por el terremoto están viviendo hoy la misma experiencia.



Respuesta oportuna

Cuando habían pasado unas semanas del sismo que afectó 28 municipios del Eje Cafetero el gobierno nacional se dio cuenta de que tenía que manejar una tragedia sin antecedentes. Al contrario de Armero, el problema más grave no era la cantidad de muertos. Las cifras oficiales dicen que en los cinco departamentos 450.000 personas fueron afectadas directamente, 14.000 viviendas quedaron destruidas y más de 80.000 debían ser reconstruidas. Según el alcalde, Alvaro Patiño, en Armenia, donde se concentró el 80 por ciento de los afectados del Quindío, había que manejar más de 200.000 personas que quedaron sin techo y sin medios de subsistencia.

El gobierno se la jugó al destinar a la reconstrucción una cifra del orden de 1,4 billones de pesos. Una vez asegurada con recursos del presupuesto nacional y de empréstitos del BID y del Banco Mundial, el siguiente paso fue encontrar la fórmula para administrar bien la plata. El instrumento que ideó el gobierno fue un modelo en cabeza de un ente sin burocracia, el Fondo de Reconstrucción del Eje Cafetero (Forec), y un grupo de entidades ejecutoras sin vínculos oficiales, con experiencia social y de reconocida solvencia ética.



Modelo de gestión

Desde el comienzo se definió que el Forec no manejaría recursos ni sería un organismo ejecutor. Por tanto convocó a la Confederación Colombiana de Organizaciones No Gubernamentales a un concurso de méritos, en el que se seleccionaron 31 ONG para gerenciar 31 zonas en los departamentos afectados: Risaralda, Caldas, Valle del Cauca, Quindío y Tolima.

El programa de inversiones que presentó cada gerencia zonal salió de la concertación entre las comunidades y las autoridades. Cada ONG administra vivienda, salud, educación, infraestructura pública, medio ambiente, desarrollo social y económico. Cuando los proyectos ya están definidos las ONG deben contratar las obras.

Como balance, sostiene Everardo Murillo, director ejecutivo del Forec, cualquiera de las gerencias que administra un promedio de subsidios semejante al del Inurbe (7.000 a 8.000) maneja gastos administrativos infinitamente más pequeños: 600 millones de pesos anuales frente a 22.000 millones. “De este modo, por cada 100 pesos que se invierten, gastamos cuatro pesos en administración”, concluye.

El modelo de gestión garantiza la transparencia. Existe un código de conducta que rige las relaciones de las gerencias zonales con el Forec y un reglamento que fue negociado con la banca multilateral. Todo contratista debe tener una solvencia e idoneidad comprobadas por el propio Banco Mundial.



El centro se mueve

Después de 20 meses el centro de la ciudad trata de revivir. Los transeúntes han vuelto a recorrerlo por los andenes nuevos y parte del comercio, que antes concentraba el 40 por ciento de la ciudad, ha empezado a abrir sus puertas. Los más de 300 edificios demolidos han dejado muchos lotes vacíos y la gerencia zonal, en cabeza de la Cámara de Comercio, ha construido 10 kilómetros de muros para cerrarlos y darle una cara más amable y segura. Toda la infraestructura de andenes, redes eléctricas y telefónicas, así como acueductos y alcantarillados, ha tenido que reemplazarse y más de 2.000 viviendas tendrán que ser construidas de nuevo. La situación de los habitantes de edificios aún está por resolverse.

Gran cantidad de empleados calificados siguen penando. La Cámara de Comercio busca impulsarlos a través de los cuatro centros multiempresariales ubicados en esta zona. Saúl Urrea, y su hijo Mauricio, son microempresarios de metalistería que tratan de arrancar fabricando rejas, puertas y ventanas metálicas. “Andaba sin qué hacer desde que se me cayó el taller y la herramienta me la robaron. Este centro ha sido la salvación”, dice. Los de la construcción sí tienen qué hacer. Según Rodrigo Estrada, gerente de la Cámara de Comercio, la reconstrucción en su zona emplea cerca de 2.000 obreros del cemento.



Laboratorio de comunicación

Hacia la media mañana se escucha en la radio La Hora del Enlace, un magazín de la reconstrucción. Ha creado una sintonía grande con el enlace de cinco emisoras locales y por el arrastre de una radionovela: Los nuevos necinos, la historia de unos destechados unidos por el drama y responsables de su destino. Ambos productos hacen parte de un proyecto de comunicación de Viva la Ciudadanía, que refuerza con 25.000 impresos semanales.

“La reconstrucción del Eje Cafetero nos ha permitido establecer un laboratorio para poner la comunicación al servicio de la gente, para hacer que las personas entiendan este proceso y sean parte activa”, señala Juan Camilo Jaramillo, uno de los cerebros detrás del proyecto que ha logrado extender la propuesta a Señal Colombia y a cuatro estaciones de televisión regional.



Pro y contra

Hace unas semanas Peter Wolcke, director del Banco Mundial, elogió el modelo en una visita a la zona. “Es un honor que nuestro banco esté en una actividad de las dimensiones de este modelo de intervención por la eficiencia que ha demostrado. Es un modelo a replicar en otras regiones del mundo”, expresó. Por su parte el contralor general, Carlos Ossa, cree que se ha demostrado que el esquema del Forec da resultados. “De aquí debe salir un nuevo modelo de relación entre el Estado y la comunidad. Se está demostrando que la ciudadanía puede recuperar el Estado para sí y eso me parece revolucionario”.

Pero no todo son alabanzas. Algunos detractores señalan un exceso de paternalismo. “Cuando las cosas se regalan los resultados no son necesariamente positivos”, opina un gerente zonal que prefirió el anonimato. Iván Asuad, de Comfama, asegura que el modelo podría ser más ágil si las ONG manejaran temas por especialidades. “La contratación de obras públicas no debería ser realizada por una ONG sino por entidades con mayor experiencia”.

Sea como fuere y aunque suene extraño, Armenia ha sido catapultada 10 años en su desarrollo. “De no ser por el terremoto habríamos tardado ese tiempo en adquirir la modernización en el equipamiento urbano que nos está dejando la reconstrucción”, aseguró a SEMANA el alcalde Patiño. Establecimientos educativos, puestos de salud, aeropuerto, reparación y reubicación de edificios, vías y redes de servicios, centro administrativo, urbanizaciones, espacio público a tono con el ordenamiento territorial. Todo financiado y asegurado por más de 600.000 millones de pesos invertidos en un tiempo récord.

Así para muchos el proceso haya sido demasiado lento, los resultados ya se están viendo. La verdad es que el Eje Cafetero ha mostrado, con su ejemplar proceso de reconstrucción, lo que es posible hacer cuando una sociedad toma en sus manos su propio destino.