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Miguel Ángel Pinto y Rodrigo Lara

CONGRESO

Cámara: zafarrancho en la posesión de Rodrigo Lara

El representante de Cambio Radical fue elegido presidente de la Cámara por una abrumadora mayoría. La noticia quedó eclipsada por un insólito episodio en la votación del segundo vicepresidente.

21 de julio de 2017

Las imágenes no dejan mentir. El 20 de julio de 2017, día en el que se conmemoraba el grito de Independencia, en el salón Elíptico del Capitolio, a menos de 800 metros de la casa donde, hace 207 años, se rompió el florero más famoso del país, varios representantes a la Cámara se trataban a los gritos y manoteos. El uribista Álvaro Hernán Prada, en el atril, era increpado por Inti Asprilla, de la Alianza Verde, quien agarró una silla y se subió en ella antes de iniciar la discusión. Angélica Lozano fue testigo de privilegio y además grabó todo en su teléfono.

Era apenas una de las escenas que se vivían. En la otra esquina otros parlamentarios también se enfrentaban; más atrás unos chiflaban y pupitreaban contra la curul, adelante se arremolinaban decenas de congresistas, y en el escaño superior, en el de la presidencia de la Cámara, Rodrigo Lara se asomaba al balcón para ver lo que sucedía con el escrutinio, se frotaba la cara, daba la vuelta y se retiraba con ansiedad. La gritería del Salón Elíptico puede que se escuchara hasta la Casa del Florero.

El motivo del zafarrancho, o como se dice popularmente, “el florero de Llorente” de esta pelea no deja de ser insólito. Sin embargo si se llegara a decir que sucedió en el Congreso colombiano, a nadie sorprendería (aunquen en 2016 las elecciones de presidente de la Asociación del Fútbol Argentino fueron escándalo por algo similar).

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Se elegía al segundo vicepresidente de la Cámara. El representante indígena Germán Carlosama, el uribista Santiago Valencia, y Germán Navas, del Polo eran los candidatos. En total 152 representantes a la Cámara pasaron a la urna a depositar su voto; para sorpresa de todos se escrutaron 153 papeletas. Apareció un voto de más. Se tuvo que decretar un receso, y la señal oficial se cortó y empalmó con un silencioso conteo de votos en el Senado.

El episodio eclipsó la esperada posesión de Rodrigo Lara, quien hasta hace poco fuera director de Cambio Radical, y a quien se le considera muy cercano a Germán Vargas Lleras. Juró con la mano en la Constitución en su condición de nuevo presidente de la Cámara, elegido por la abrumadora mayoría de 149 votos, uno en blanco y dos nulos. Luego se despachó un discurso de 50 minutos, casi lo mismo que duró el del presidente de la república, para hablar de siete años de gobierno. En la política nacional existe el término de discursos ‘veintejulieros’ para intervenciones populistas. El de Lara tuvo de todo.

Aprovechó para fijar posturas. Se mostró convencido de que el mejor camino es la implementación del acuerdo de paz. “Nuestra responsabilidad es enorme pues de nosotros depende que esta guerra que ganamos gracias al extraordinario esfuerzo de la fuerza pública se consolide en una paz real y exitosa, y en un Estado capaz de resolver los problemas que aquejan a los colombianos y de sentar las bases de la prosperidad y de la equidad”.

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Auguró que cuando el país salga de la incertidumbre del proceso de paz, en Colombia “no se legislará más para las Farc, sino para todos los colombianos”, y señaló como reto del Congreso “escuchar ese nuevo clamor de los colombianos; sus reivindicaciones y tener la inteligencia para apreciar y entender esa nueva sensibilidad de nuestros compatriotas”.

Se declaró contrario a quienes quieren imponer una laguna moral privada de orden religioso o político. “La libertad religiosa no da licencia para imponer sus valores y creencias a todo un conglomerado, más cuando este se caracteriza por su pluralidad y diversidad”.

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Y también habló en clave de reconciliación, la más repetida en todos los discursos que se oyeron el 20 de julio. “Nuestra primera tarea es convertir esta legislatura en la legislatura del reencuentro. Hubo diálogo en estas negociaciones, no solamente porque hubo buena voluntad de los dos lados, sino también por la voluntad de ver en la contraparte justamente una contraparte y no un enemigo mortal que debe ser destruido por todos los medios posibles”.

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Antes se había elegido a la conservadora Lina Barrera, esposa de Iván Díaz Mateus, condenado por la Yidispolítica, como vicepresidenta de la Cámara. La elección para la segunda vicepresidencia tuvo que ser aplazada. Primera vez que un 20 de julio no se posesiona por completo la Mesa Directiva de la Cámara de Representantes.