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ROJO Y NEGRO

Barrido en encuestas, con un Congreso en crisis y un Ejecutivo emproblemado, el Partido Liberal afronta su peor crisis en muchas décadas.

12 de junio de 1995

DE PRONTO, EN UNAS POcas semanas, el horizonte rojo del Partido Liberal se cubrió de nubes negras. Un año después de haber ganado para su candidato la Presidencia de la República y de haber barrido en las elecciones parlamentarias, el partido del 'Dale, rojo dale', en vez de gozar de las mieles del triunfo y del poder, se encuentra enfrentado a su peor crisis en muchas décadas.
La cuestión no parece tener lado bueno. Las encuestas indican que los dos más probables candidatos conservadores, Noemí Sanín y Andrés Pastrana, aglutinan el 77 por ciento de las preferencias en una eventual carrera presidencial, y que los posibles aspirantes rojos, Juan Manuel Santos y Carlos Lleras de la Fuente, apenas si son capaces de reunir un 15 por ciento. Para colmo, en otro sondeo realizado hace dos semanas sólo el 24 por ciento de los encuestados se declaró liberal, cuando esta cifra suele rondar entre el 35 por ciento y el 50 por ciento, dependiendo de si se trata de un período electoral o no (ver cuadros).
Esto no sería grave si fueran hechos aislados. El problema es que se suman a que uno de los dirigentes liberales más importantes de las últimas décadas, el ex senador Eduardo Mestre, siete congresistas liberales más (entre ellos dos directores alternos del partido) y el ex precandidato presidencial y actual contralor general David Turbay, se encuentran en la picota pública por cuenta de investigaciones de la Fiscalía. Y para rematar, el Ejecutivo liberal, encabezado por Ernesto Samper, a pesar de contar aún con el favor de los encuestados, vive momentos difíciles por la recurrencia del tema de la financiación de la campaña electoral.
¿A qué horas pasó todo esto? Muchos dirán que la semilla de la crisis estaba sembrada desde hacía años, pero lo cierto es que germinó en poco más de un mes, desde cuando el 21 de abril en la madrugada la Fiscalía detuvo al ex senador Mestre, en desarrollo de un proceso penal por supuesto enriquecimiento ilícito derivado de sus relaciones con gentes del cartel de Cali. En el marco de las mismas investigaciones, el ente acusador resolvió enviar a la corte Suprema de Justicia los expedientes del Contralor Turbay y de ocho congresistas -entre ellos los directores alternos del liberalismo Alvaro Benedetti y Yolima Espinosa- para que ese alto tribunal decida si hay mérito para acusarlos de recibir favores de empresas vinculadas al cartel.

GUERRA ES GUERRA
Veinte horas después de que el Fiscal tomara esas decisiones y desatara la tormenta sobre la casa liberal, rayos y centellas tronaron dentro de ésta, cuando el Consejo Etico del partido resolvió suspender la afiliación de Mestre y de los ocho congresistas, hasta tanto no se aclare el proceso. Los miembros del Consejo alegaron que con ello aplicaban el Código Etico -derivado del que rigió la campaña samperista-, pero ninguno de sus argumentos sirvió para apaciguar los ánimos. El puntillazo lo propinó el recién nombrado secretario general del partido Luis Prieto Ocampo, quien al conocer que la representante Yolima Espinosa había renunciado a su cargo de directora alterna, sugirió que Benedetti -quien es además presidente de la Cámara- hiciera lo mismo, y en los días que siguieron habló crudamente sobre la crisis liberal. La artillería de respuesta no se hizo esperar. El blanco favorito fue en un principio Prieto, de quien el representante Rodrigo Garavito -uno de los afectados por la decisión de la Fiscalía- dijo que "encendió la mecha de la moral, y con ella está incendiando al partido". Para el presidente del Congreso y director en funciones del liberalismo, Juan Guillermo Angel, también hubo cargas explosivas. El miércoles 3 de mayo una junta disidente de parlamentarios, liderada por el senador Bernardo Guerra, no consiguió el quórum necesario para votar la destitución de Angel. Una semana después la junta se reunió formalmente y con nutrida asistencia, y aunque Angel salvó su puesto e impuso su tesis -y la de Samper y el ex presidente Alfonso López- de aplazar la Convención hasta julio, se ganó uno tras otro los más venenosos regaños. De nuevo fue el representante Garavito quien habló más duro; "Mi hijo está yendo al sicólogo y eso es culpa suya, señor presidente" dijo señalando a Angel desde el atril de oradores.
Pero a pesar de lo agrias que resultaron, las frases contra Prieto y Angel no fueron tan significativas de la crisis liberal como los dardos disparados contra el propio presidente Samper. El jefe del Estado se convirtió en objetivo a atacar básicamente por dos razones: la primera, porque respaldó la actuación del Fiscal, y la segunda, porque en medio de la tormenta lanzó una propuesta para reformar el Congreso y convertirlo en unicameral, que fue rápidamente interpretada por los parlamentarios como un señalamiento de Samper de que la crisis tenía su raíz en el Legislativo y de que la limpieza debía empezar por ahí (ver siguiente artículo).
El primero en dirigir sus cañones contra Samper fue el senador Alberto Santofimio -uno de los ocho suspendidos- quien exigió el miércoles 25 de abril que el Fiscal reabriera el caso de los narcocasetes. La interpretación de dicha solicitud era obvia: tal y como se lo explicó a SEMANA un congresista del viejo Caldas, "lo que Santofimio quiso decir es que en vez de investigar a los parlamentarios por unas cuentas de minibar en un hotel o por unas camisetas, había que investigar el caso de la fnanciación de la campaña del propio Presidente". Algunos creyeron encontrar un tono similar en otras declaraciones del representante Garavito, quien dijo que en desarrollo de la investigación por el lío de las camisetas, diría a la Corte Suprema que de esas donaciones debía preguntársele a los directivos de la campaña samperista.
La propuesta del Congreso unicameral también dio pie a duras críticas. El ex presidente del Congreso y samperista de muchos años, Carlos Espinosa Faciolince, acusó el miércoles pasado al primer mandatario de "tender una cortina de humo" sobre los problemas que enfrenta el gobierno y tratar de dirigir la atención exclusivamente sobre el Congreso.

ANGEL EN EL INFIERNO
En medio de estos abismos, el presidente del Congreso ha tratado de sobrevivir al hacer gala de dotes de equilibrista. Se ha dejado regañar y hasta insultar de sus más exaltados colegas sin responder los ataques. Ha defendido al Presidente y, a pesar de no compartir plenamente ni las decisiones del Consejo Etico ni las declaraciones del secretario general, los ha respaldado consciente de que en estos momentos la opinión pública vería con los peores ojos que fuera descabezada cualquiera de esas dos instancias que aparecen hoy limpiando la casa liberal.
Angel ha preferido avanzar algunos análisis. "El partido no se acabó en estas semanas. Se empezó a acabar el día que ningún director del partido pudo volver a decirle nada a un jefe regional, el día que se federalizó sin regla alguna", le dijo a SEMANA. Para él, "el liberalismo debe tener metas adicionales a elegir cada cuatro años a un presidente, para eso hay que reinventarse al partido".
Pero es difícil imaginar que en medio de un ambiente tan caldeado y confuso como el que vive el liberalismo, sea posible enfriar las cabezas y abocar las tareas que avizora Angel. Eso intentarán los liberales a fines de esta semana, en los llamados retiros espirituales que se llevarán a cabo en Santa Marta, y en los cuales, según palabras de un representante costeño, "más que pensar, vamos a tener que ponernos a rezar". Aparte de esos retiros, no parece haber más episodios en el corto plazo. La Convención ha sido aplazada hasta julio, en espera de que soplen vientos favorables y el máximo evento del partido no se convierta en su propio velorio, que sería por demás el del único partido que tenía posibilidades de llegar con vida al fin de siglo, ahora que el conservatismo está prácticamente disuelto y las demás fuerzas que han surgido después del Frente Nacional se han caracterizado por no ser más que flores de un solo día. ¿Qué pasará de aquí a julio? ¿Qué tanto habrán variado las condiciones para el liberalismo?. Es difícil predecirlo en un país tan cambiante y lleno de bandazos como Colombia. -