Home

Nación

Artículo

RONDEROS NO VIO LO QUE VENIA

Múltiples interpretaciones a destitución de Secretario de Gobierno del Distrito

25 de noviembre de 1985

El secretario de Gobierno de Bogotá, Carlos Ronderos, no se imaginó lo que venía cuando, en cumplimiento de normas distritales ordenó retirar una valla que el Liberalismo Social, encabezado por el ex ministro Jorge Mario Eastman había ordenado colocar en un separador de la carrera 7a con calle 69.
Dos semanas más tarde, Ronderos se enteró por la primera página de El Tiempo que había presentado renuncia a su cargo. Pero, no sólo no había escrito su carta de renuncia, sino que tampoco sospechó que un incidente menor pudiera llegar a costarle la cabeza.
El Alcalde, que en la misma mañana de la publicación le había asegurado a Ronderos que la versión de El Tiempo carecía de fundamento, esa noche se la confirmaba con el argumento de que el Presidente de la República lo había llamado por teléfono para informarle que el Secretario de Gobierno había perdido su apoyo y que obrara en consecuencia.
Al parecer, el Presidente consideraba que había sido indigno el tratamiento que Ronderos le había dado a Eastman a través de una carta que le dirigió al periodista de El Espectador, Oscar Alarcón. La carta del funcionario era respuesta a otra que Eastman le había enviado al Presidente días antes, protestando airadamente por el retiro de la valla. A pesar de que, en opinión de Ronderos, su carta se caracterizaba por un estilo jocoso, a Belisario le había parecido desobligante contra alguien que, como Eastman, había detentado, aunque temporalmente, la dignidad presidencial.
Sin embargo, la dignidad que había pretendido defender el Presidente tampoco era compatible con los términos que el ex ministro había utilizado en su carta de protesta contra el Secretario de Gobierno, a quien no bajó de "empleadillo" con "vocación de asaltante de bancos" y "apellido de policía". Todo esto sin contar con que Ronderos había consultado su carta con el Alcalde y, además, que la valla había sido colocada, a pesar de que la Secretaría de Gobierno había negado previamente el permiso para hacerlo.
Al terminar la semana, este episodio menor había adquirido las características de un problema de Estado, y había despertado más especulaciones que la autoría del atentado contra el Comandante del Ejército y el envenenamiento con flúor de un niño en una escuela de Bogotá.
Dos versiones sobre la caída de Ronderos comenzaron a circular en los corrillos políticos. La primera, que la cabeza del Secretario de Gobierno había rodado para fortalecer el turbayismo en el Distrito. La segunda, que se trataba de una conspiración contra Ernesto Samper, a cuyo grupo político pertenece el funcionario.
Sin embargo, ninguna de las dos versiones tenía suficiente piso. En primer lugar, porque Eastman no podía haber servido de instrumento para favorecer al turbayismo, ya que de todos es sabido su distanciamiento con la familia Turbay y su enfrentamiento con el principal turbayista de Bogotá el ex alcalde Durán Dussán. Y en cuanto a Ernesto Samper, a pesar del prestigio de que goza en algunos sectores, tampoco tiene tanto peso como para que se le monte toda una conspiración encabezada por el mismo Presidente de la República. Por otro lado, el nombramiento del reemplazo de Ronderos, Marina Uribe de Eusse, no avala ninguna de estas teorías. Es una representante del oficialismo liberal cercana tanto a Durán como a Samper como a Barco. Al final de la semana, la doctora de Eusse estaba condicionando su posesión a la solución de la crisis creada a raíz del descabezamiento del Secretario de Gobierno, quien había recibido la solidaridad de casi la totalidad del Concejo cuando se supo su destitución.
Descartadas estas dos hipótesis y teniendo en cuenta que el Secretario de Gobierno no había hecho sino cumplir con su deber, algunos plantearon una tercera posibilidad: que el Presidente había querido hacerse el magnánimo con uno de los más caracterizados críticos de su administración, a quien, como a Judit, ofreció la cabeza de Holofernes.--