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Autoridades esperan capturar a los agresores de Rosa Elvira Cely. | Foto: Cortesía Q'hubo.

Crónica

Rosa Elvira, la vendedora de dulces que quería ser sicóloga

Servicial, amiga, conversadora y con ganas de superarse en la vida, así recuerdan amigos y conocidos a la 'mona', la mujer que fue golpeada y violada en el Parque Nacional, crimen que tiene indignado al país. Desde las 10:00 a. m se realizará un plantón en dicho parque para protestar por el crimen.

Samuel Salinas Ortegón/Semana
1 de junio de 2012

El día en que Rosa Elvira Cely fue violada y golpeada en el Parque Nacional no iba a ir al colegio. Un cólico la atormentó todo el día. Pero una pastilla y una agua aromática que le dio doña Fanny, propietaria de una cafetería cercana del lugar de su trabajo, la hicieron cambiar de opinión. Además ella tenía otros planes.

A pesar de su dolencia, Rosa tuvo tiempo de bromear con su jefe Guillermo Aguilar, 'Memo', un estudiante de comunicación social a quien le dijo, en medio de risas, que la hinchazón de su vientre podría ser "por un embarazo". El hombre, de acento costeño, recuerda que ese miércoles ella le señaló con el dedo que también le dolía la garganta. "Me dijo que no tenía ganas de ir a estudiar", recuerda mientras atiende el pequeño carro de comestibles en el cual trabajaba Rosa frente al Hospital Militar.

En realidad 'Memo' no conocía muy bien a su empleada pues no departían mucho. A las 7: 00 de la mañana él le entregaba el carro inventariado con los dulces, galletas, cigarrillos y gaseosas y lo recogía a las 5:30 p. m. Sin embargo, no tiene otra calificación que recordarla como "una gran mujer. Con todo el mundo se reía y se saludaba". Él recuerda que en los dos meses que trabajaron juntos solo supo que ella salió a rumbear en tres ocasiones con amigos del colegio. "Todo normal", resalta.

A las 5:40 de la tarde de ese trágico miércoles 23 de mayo 'la mona' como le decían cariñosamente sus conocidos, fue a recoger a su hija Juliana al colegio Palermo para llevarla a la casa de la abuela. Luego Rosa se fue a su clase de química del Manuela Beltrán donde validaba el bachillerato, pero no entró. Se quedó en la puerta a la espera de sus compañeros para salir de fiesta.

Quienes la conocieron recuerdan que Rosa era muy conversadora. Argeris Vargas, una domiciliaria de un restaurante cercano al hospital, tiene en mente el pequeño cuerpo de la 'mona' (1,57 metros) frente al carro cuando le llevaba el almuerzo. En una ocasión y ya con la confianza de varias semanas de cortas charlas, ella le preguntó por qué una persona a los 35 años estaba estudiando en el colegio. "Nunca es tarde para hacer lo que se quiere hacer", le respondió con una mirada en la que le dejó claro a Argelis que ella podría seguir sus pasos.

En el colegio de Manuela Beltrán (en la calle 57 de con avenida Caracas) los profesores y estudiantes no salen de la consternación. No solo por la muerte de Rosa, también porque al parecer dos de los sospechosos son alumnos de esa institución.

En el boletín de calificaciones del primer periodo y de grado Décimo 03 se destaca que Rosa era una estudiante promedio. En química sacó 4,3. "Demuestra comprensión acerca de los temas desarrollados durante el periodo. Felicitaciones, continúa con tú excelente trabajo", se lee en sus calificaciones. Eso sí, las matemáticas no parecían ser su fuerte.

Lo que sí no quería aplazar era la validación del bachillerato, prevista para finales del año. El 15 de mayo, ocho días entes del ataque, pagó 31.000 pesos en el Banco Popular para poder presentar el examen de validación. Los asesinos frustraron ese y otros sueños, como el de llegar a la universidad para estudiar sicología.

La idea de estudiar tuvo que ver mucho con su amiga Lesbia Córdoba, quien es sicóloga y a quien conocía hace 20 años.

"Esa carrera es bien bonita de estudiar", le dijo en una ocasión Rosa a Lesbia mientras le veía trabajar, revisando casos clínicos en su apartamento de Teusaquillo ubicado cerca a la pequeña habitación donde vivía la 'mona' sola.

Rosa, nacida en Santa Barbara (Antioquia) pero quien en el colegio sostenía que era bogotana, no le gustaba el trabajo de servicios generales y por eso entró a estudiar para conseguir algo mejor. Mientras tanto, escogió las ventas ambulantes, allí se ganaba 25.000 pesos diarios y trabajaba de lunes a viernes.

Desde el cielo se escucha una voz que dice "ayúdame... ayúdame". Es la melodía que brota de un helicóptero de la Policía Nacional, en cuyos parlantes se invita a la marcha y plantón en el Parque Nacional el domingo 3 de junio. Ese día se busca protestar por la agresión contra las mujeres y la muerte de Rosa.

La aeronave sobrevuela en círculo el hospital y el colegio, los dos sitios más frecuentados por quien hoy es símbolo de millares de mujeres colombianas cansadas de ser titulares en los medios de comunicación por su condición de víctimas.
 
A las 8:00 a. m. y desde el Iglesia de Santa Marta (calle 51 con 21) y desde el colegio Manuela Beltrán (calle 57 con Caracas), saldrán las dos marchas rumbo al Parque Nacional. En este lugar a las 10:00 a. m. se gritará "ni una mujer más".