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Desde hace 27 años, América se acostumbró a tener nóminas de lujo como la de 1984, que incluía a Julio César Falcioni, Ricardo Gareca, Roberto Cabañas y Willington Ortiz. Hoy, ya no es posible. Por eso, Carlos Puente, el presidente del equipo, está considerando una propuesta del gobierno para democratizar la propiedad

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Salvavidas para el diablo

El América de Cali está pensando en vender sus acciones al público para salir de su crisis. Es la única opción para un equipo rehén de su pasado.

19 de febrero de 2006

Se vende equipo de fútbol 12 veces campeón de Colombia, cuatro veces subcampeón de la Copa Libertadores y con una gran cantera en sus divisiones menores". Palabras más palabras menos, este es el aviso clasificado que pondrán los directivos del América en los próximos meses buscando resolver la crisis por la que atraviesa el club. El pobre desempeño futbolístico al comienzo del campeonato local, su ausencia en torneos internacionales y, especialmente, el bloqueo financiero, tienen en vilo la continuidad del equipo. En pleno siglo XXI, el América no puede girar un cheque o utilizar un cajero automático. Para este equipo estandarte, sólo sirve el efectivo. Así no es posible construir un futuro.

Su presidente, Carlos Puente, señaló a SEMANA los motivos por los cuales el futuro es precario, "llevamos varios años sin patrocinio en la camiseta, además, nos tienen congelados más de un millón de dólares que ganamos en competencias deportivas internacionales". Agregó que en la actualidad el club se sostiene gracias a la transferencia y la venta de jugadores, lo que afecta el rendimiento futbolístico.

Para que al América no se lo lleve el diablo, el gobierno nacional, a través de Coldeportes, le ha lanzado un salvavidas. Se trata de la posibilidad de que el equipo cambie de dueños e ingrese en un proceso para democratizar sus 9.546 acciones. Habrá que recurrir al sentido de pertenencia de los 3.000 socios que se reparten la propiedad del América. Estos deberán donar sus acciones al equipo, que luego serán ofertadas de manera pública en un proceso vigilado por el Estado.

La transformación no es fácil, porque nadie en el club sabe dónde están más de la mitad de los socios. Además, es posible que muchos quieran conservar sus acciones y no querrán volver a pagar por ellas un valor que será mucho más alto de los 25.000 pesos que dieron en su momento. Pero ¿cómo llegó uno de los equipos más reconocidos en Suramérica a esta situación?

Para entender el presente de los Diablos Rojos, como se conoce en el argot futbolístico al América, hay que remontarse a su fundación. En 1948 se convirtió en el primer equipo en inscribirse ante la Dimayor para participar del torneo profesional que se estrenó ese año. Pasaron 31 temporadas antes de que lograra su primer título, en 1979.

Después del primer campeonato, la estructura de la institución sufrió un cambio radical, pues uno de sus socios, Miguel Rodríguez, cogió las riendas del equipo. El dinero llegó a manos llenas, así lograron conformar una de las nóminas más importantes en Suramérica y el éxito no se hizo esperar. Ha sido campeón de Colombia 12 veces, y en cuatro oportunidades estuvo a punto de ganar la Copa Libertadores. Sin embargo, esa racha ganadora tenía un lunar: detrás de esos éxitos estaban Miguel y su hermano Gilberto Rodríguez, los jefes del cartel de Cali.

La incursión de capitales ilícitos en el fútbol colombiano no sólo afectó al América, sino a otros equipos como Millonarios y Nacional. Los líos con la justicia que enfrentan los Rodríguez, más la inclusión del equipo en la lista Clinton del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, marcaron el declive de la institución.

Más allá del bloqueo económico y el alto precio que ha pagado América por los errores del pasado, su crisis puso de manifiesto que la vieja estructura con que se fundaron los equipos en Colombia ya no es viable si se quieren reunir nóminas que peleen títulos y combinar esto con el negocio en que se convirtió el fútbol.

"América no es un club por acciones, sino todo un pueblo uniformado de rojo", decía Hernán Zamorano, primer presidente y fundador del equipo. Puede ser que ese espíritu altruista todavía esté vigente y ayude para que el equipo supere esta prueba, de lo contrario, el diablo y toda su hinchada se quedarán sin programa los domingos.