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SAMPER HABLA CON SEMANA

Ocho días despúes de la peor tormenta política de los últimos 50 años, el Presidente habla de su renuncia,de Botero, de la certificación y de la consulta popular.

4 de marzo de 1996


Ernesto Samper es un hombre que trata de volver a la normalidad. El Proceso 8.000, que ha flotado sobre su gobierno como un fantasma, desembocó la semana pasada, después de la confesión de Fernando Botero, en una crisis política sin antecedentes en Colombia desde la época de Rojas Pinilla. Ernesto Samper quiere dejar todo esto atrás y mirar hacia adelante. En ese estado de ánimo se reunió con los periodistas de SEMANA Jorge Lesmes y Edgar Téllez, el viernes pasado en el Palacio de Nariño.
Samper estuvo como siempre muy cordial. Su personalidad irradia la sensación más opuesta al mundo sórdido de dineros calientes y maletas de billetes con que lo han llegado a asociar. No deja de sorprender que un hombre sencillo, cálido y ante todo descomplicado haya podido ser el protagonista de un escándalo tan complejo y no deja de despertar admiración su capacidad de aguante. Le pide a sus interlocutores que hagan todas las preguntas que quieran. Lo único que quiere es aclarar cualquier interrogante. Y esto no es fácil, pues lo que desea aclarar es algo que para muchos desafía la lógica: que aunque le lleguen a demostrar que entraron varios miles de millones de pesos a su campaña, esto fue a sus espaldas. Sus explicaciones en algunos puntos no llegan a ser totalmente convincentes, pero su actitud siempre lo es. Y esa es su principal fortaleza en la situación que viene atravesando. Estos son los principales apartes de su diálogo con SEMANA.
Semana: Presidente, hablemos de su renuncia que es el tema de moda. ¿Qué haría usted si el resultado de todo este proceso es que se establece que entraron sumas muy importantes del cartel de Cali a su campaña, aun si usted no sabía?
Ernesto Samper: Una cosa es que se haya infiltrado mi campaña con estos dineros, como seguramente se infiltraron otras campañas en el pasado. Otra cosa, muy distinta, que esta vinculación hubiera sido el resultado de algún acuerdo o compromiso. Precisamente por ello he señalado que a mí me interesa no solo saber si hubo o no dineros sino quién los recibió, en beneficio de quién, bajo qué modalidades, en qué cuentas se manejaron y asumiendo qué compromisos personales.
Semana: ¿Está usted insinuando que si eso sucedió fue responsabilidad de otras personas?
E.S.: No lo estoy insinuando, lo estoy diciendo. Pero quiero agregar que yo todavía no estoy convencido de que las cosas son como creen ustedes. Nadie me ha demostrado el ingreso oficial de esos dineros. Hasta que no me lo demuestren, no lo creeré. Para mí la demostración no es que un señor Pallomari giró esas platas sino si efectivamente entraron a mi campaña. Esas son dos cosas diferentes.
Semana: ¿Está usted diciendo entonces, que es posible que los dineros que Pallomari afirma haber girado no hubieran entrado a su campaña?
E.S.: Estoy diciendo que si efectivamente existieron, no se puede presumir automáticamente que entraron a mi campaña. Y las autoridades tienen la posibilidad de esclarecer esto haciéndole el seguimiento al dinero a través de las personas que lo habrían recibido y a través de las cuentas donde habría sido depositado.
Semana: Conclusión, señor Presidente, ¿no renuncia?
E.S.: Conclusión, no soy culpable. Nunca he pactado nada con ningún cartel y nunca tuve conocimiento de ingresos de dineros de ese origen a mi campaña.
Semana: Qué haría si Estados Unidos descertifica a Colombia por permanecer usted en la Presidencia. ¿Renunciaría?
E.S.: Excúseme. Yo no veo al presidente de Estados Unidos ni al propio Congreso norteamericano golpeando al mejor aliado que han tenido en estos años en la lucha contra la droga. Tampoco los veo pasando por encima del estado de derecho que existe en Colombia y que establece las instituciones y los procedimientos a través de los cuales se juzga la conducta del Presidente de la República.
Semana: Asumiendo que usted tenga razón en su respuesta anterior, ¿no cree que está poniendo en peligro los intereses económicos del país, exponiéndose a que por estar usted en el Palacio de Nariño no nos certifiquen? ¿No está usted jugando póker a nombre de Colombia?
E.S.: Si estuviera jugando póker con la certificación tendría muchos ases en la mano. El as de la captura del cartel de Cali. El as de la destrucción de la mitad de los cultivos ilícitos. El as del estatuto antilavado más estricto del mundo. El as de las mayores incautaciones de precursores químicos en la historia. El as de la purificación de la Policía Nacional. Como ven, tengo póker de ases.
Semana: Mejor dicho, ¿todavía no lo desvela la certificación?
E.S.: Yo siempre he pensado que la certificación es un proceso interno de E.U. independientemente del cual Colombia tiene una política integral de lucha contra las drogas cuyos resultados están a la vista. Si la premisa para la certificación es que los resultados de mi gobierno son excelentes pero yo soy el malo, eso no lo acepto. Y tampoco creo que la aceptarían la mayoría de los colombianos. Pero a ustedes se les olvida que el gobierno norteamericano es un gobierno responsable que toma decisiones con base en resultados y no en simpatías o antipatías por gobiernos o personas.
Semana: Independientemente de si usted es exonerado y E.U. nos certifica, ¿no cree que aún así existe la posibilidad de que usted no pueda ser un gobernante efectivo? Existen unas realidades creadas por este escándalo que, justa o injustamente, son muy difíciles de rectificar
E.S.: ¿Cómo cuáles?
Semana: Hay factores de poder muy importantes que creen que se requiere su renuncia para volver a la normalidad. Por ejemplo, los gremios, la mitad de la prensa, la Iglesia. ¿Usted cree que estos sectores podrían cambiar de opinión?
E.S.: En medio de esta crisis han prevalecido dos visiones distintas. La apocalíptica que piensa que la única conclusión posible tiene que ser mi linchamiento moral, y la institucionalista, de quienes pensamos que las crisis es mejor manejarlas por los mecanismos establecidos por la Constitución. Yo invito a todos los colombianos, empezando por los sectores que ustedes han mencionado, a que se pongan la mano en el corazón y se pregunten en conciencia: ¿cuál de los dos caminos le sirve más a Colombia? Además le aseguro que cuando quede demostrada mi inocencia, habrá cambios en esos sectores.
Semana: Por otro lado, este proceso ha deteriorado su imagen internacional y la de Colombia. Aquí en Colombia existen muchos matices a favor suyo que los extranjeros no registran. ¿Cómo se puede manejar una política internacional así?
E.S.: Reconozco con amargura que mi nombre ha sido internacionalmente mancillado. Es una realidad que aunque me duele, especialmente por mis hijos, la soporto como uno de los costos que debo pagar mientras logro demostrarle al mundo que nosotros no somos una narcodemocracia. Pero quiero ser enfático: esta imagen que a todos nos duele corresponde más al cubrimiento desbordado de ciertos medios que a la realidad misma de estos.
Semana: Señor Presidente, ¿qué opina de la muerte de Elizabeth de Sarria?
E.S.: Constituye una demostración más de violencia que el gobierno repudia. Tan pronto fui informado di precisas instrucciones al director de la Policía para que adelantara rápidamente la investigación correspondiente para que el crimen pueda ser esclarecido y castigar a los responsables.
Semana: Se ha llegado a insinuar alguna relación entre su muerte y el proceso 8000.
E.S.: Miren, por favor no le metan más amarillismo a un episodio que de por sí es muy trágico.
Semana: Usted tiene que aceptar que cuando se revelaron los narcocasetes quedaron claras dos cosas. Que unos narcotraficantes decían que habían financiado su campaña y que esos mismos narcotraficantes afirmaban que Fernando Botero iba a ser nombrado Ministro de Defensa. ¿No le parece imprudente, ante este solo rumor, haberlo nombrado Ministro de Defensa?
E.S.: Siempre creí en la inocencia de Fernando. Si no fuera así, no lo hubiera nombrado Ministro de Defensa, si no fuera así no le hubiera solicitado, el mismo día de su renuncia, que se defendiera desde el gobierno. Si no fuera así, no lo hubiera acompañado durante estos meses de detención.
Semana: ¿Qué explicación tienen todos los ofrecimientos que según Fernando Botero, usted le hacía cuando estaba en la cárcel. Dejan la impresión de que usted quería tranquilizarlo para que no hablara...
E.S.: ¿Cuáles fueron esos ofrecimientos?
Semana: Se dice que el cambio del Fiscal, el apoyo al narcoproyecto, el Ministerio de Justicia y la jefatura del DAS.
E.S.: No creo que nadie crea que el Presidente de la República pudiera hacer cambiar al Fiscal o impulsar un narcoproyecto cuyos fundamentos habían sido rechazados por el propio gobierno. O que a alguien se le ocurra, que un ministro, cualquiera que sea, pueda nombrarse para colocarlo al servicio de una persona o de un interés. A Fernando Botero jamás le ofrecimos nada como usted dice para comprar su silencio por una sencilla razón: a pesar de algunas actitudes extrañas, siempre estuvimos convencidos de su inocencia y de que cualquier cosa que dijera ayudaría a demostrarla.
Semana: Pero Fernando Botero no solo es considerado una persona racional sino muy allegada a usted. Si usted dice que todo son infamias, ¿por qué iba él a inventarse que en su campaña entraron grandes sumas del cartel de Cali?
E.S.: Esa respuesta no se la puedo dar yo. No me corresponde hacer especulaciones sobre las motivaciones de otras personas.
Semana: En todo caso hay mucha gente que considera que no hay duda sobre el ingreso de grandes sumas del cartel de Cali a su campaña. ¿Cree usted factible que unos narcotraficantes interesados en someterse a la justicia vayan a hacer esa inversión sin que se entere el Presidente con el cual van a tramitar esa entrega?

E.S.: Con esa pregunta sí estamos llegando a la almendra del problema. Se la devuelvo con otra pregunta: ¿cree usted que si se hubieran recibido esos dineros a conciencia o mediando un acuerdo o con mi simple conocimiento, me hubiera atrevido a perseguir hasta capturar el cartel de Cali? ¿O se le ocurre pensar que ellos infiltraron la campaña a cambio de que los tomáramos presos? Sería una apreciación bastante masoquista del problema.
Semana: Se ha afirmado que la persecución en serio comenzó después de muchos meses por la presión de E.U.
E.S.: Eso es falso y los hechos lo demuestran en forma convincente. Cualquiera los puede verificar.
Semana: Hablemos ahora del vicepresidente. En su intervención con María Isabel Rueda usted hizo el comentario irónico del 'matrimonio indisoluble'que todo el mundo interpretó como un veto a Humberto de la Calle. Posteriormente en otras declaraciones usted le levantó ese veto. ¿A qué obedece ese cambio de posición?
E.S.: Todavía hoy no me explico por qué mis declaraciones a María Isabel sobre la indisolubilidad de mi matrimonio político con Humberto de la Calle suscitaron tantas reacciones. Me extraña que en un país tan católico existan tantos enemigos del carácter sagrado del vínculo matrimonial. Lo que yo quise significar es que mis relaciones con Humberto de la Calle, como las de cualquier matrimonio, eran buenas y tenían altibajos.
Semana: En el país no ha habido aún una crisis económica seria durante este proceso. Sin embargo, muchos creen que si se prolonga la situación se presentarían costos que pueden llegar a ser muy altos.
E.S.: Hace un año se está pronosticando una crisis que, como ustedes mismos reconocen, hasta ahora no se ha presentado. Para mal o para bien la economía colombiana es una economía que se acostumbró a vivir y salir adelante en medio de crisis. Estoy seguro que si episodios como los que hemos vivido en estos meses o los que han vivido mis antecesores en circunstancias igualmente difíciles se hubieran presentado en un país 'normal'se hubiera producido una peligrosa estampida económica. Aquí eso no ha pasado y negocios como la venta de Promigas y el repunte de la Bolsa me hacen pensar que no va a pasar.
Semana: En su discurso ante el Congreso, usted criticó el sistema acusatorio en Colombia. Incluso algunos hablan de la justicia espectáculo. ¿Cuáles son las quejas de Ernesto Samper frente a las actuaciones de la Fiscalía en este proceso?
E.S.: Lo que critiqué en mi discurso fue la política de sometimiento y colaboración con la justicia que fue diseñada para que los peces pequeños entregaran a los tiburones del crimen. Pero jamás fue pensada para que los culpables laven sus culpas incriminando inocentes o para que los delincuentes obtengan beneficios ensuciando prestigios ajenos. Tampoco se pensó para convertir a los sindicados en estrellas de televisión o voceros radiales de los juicios. Pues bien, me siento víctima de estas fallas.
Semana: Señor Presidente, en su versión libre ante el representante Heine Mogollón, usted dijo que después de la primera vuelta, es decir, para la segunda vuelta, usted personalmente había gestionado con los grandes grupos económicos la consecución de unos 3.000 millones de pesos. En esa misma declaración, afirma que usted mismo había pedido que se respetaran los topes establecidos por la ley electoral. Pero resulta que para la segunda vuelta el tope era de 2.000 millones. ¿Es decir que usted acepta ser responsable de haber superado los topes de la segunda vuelta en 1.000 millones de pesos?
E.S.: Para desvirtuar la idea peregrina de que a partir de la primera vuelta habían entrado toneladas de dineros no identificados a la campaña, afirmé que yo personalmente había realizado gestiones con importantes grupos económicos que se concretaron en ofrecimientos hasta por 3.000 millones. Ignoro si efectivamente se recaudaron todos esos dineros, si llegaron realmente a las cuentas oficiales de la campaña y si lo que finalmente se recaudó excedió los topes establecidos legalmente. Lo que sí les puedo decir a ciencia cierta es que cuando se presentaron las cuentas fui informado de que la campaña había cumplido con todas estas exigencias legales.
Semana: Todo indica que los topes efectivamente se violaron y que la contabilidad falsa que su campaña presentó, ya reconocida por Fernando Botero, le permitió obtener a esta una reposición de 1.500 millones de pesos provenientes del erario público. ¿Qué pasó con estos 1.500 millones de pesos que fueron recibidos después de su elección? ¿Es usted consciente de que esto constituye un delito penal y que la Constitución nacional dice que el candidato es quien en una campaña electoral debe responder por las cuentas de la misma?
E.S.: Esos hechos me parecen graves pero yo no soy experto en derecho electoral y creo que ustedes tampoco. Lo que sí quiero aclararles es que cuando uno es candidato presidencial, ni maneja los libros, ni pide reposiciones, ni las recibe. Entiendo que el dinero se utilizó para saldar deudas pendientes de la campaña. Si hay demandas por este concepto, todos estos hechos podrán ser establecidos. Como dije en mi discurso ante el Congreso, yo estoy dispuesto a asumir las responsabilidades políticas que me correspondan. Lo que sí quiero registrar es que toda esta crisis se originó por acusaciones de que mi campaña había sido supuestamente financiada por el cartel de Cali. Ahora resulta que el cargo que ustedes me hacen tiene que ver con la violación de los topes por cuenta de los aportes de los grupos económicos tradicionales. Reconociendo la gravedad del asunto, tengamos claro que estamos hablando de otra cosa.
Semana: Y finalmente, Presidente, para terminar, usted planteó una consulta popular. No es imposible que la pase en el Congreso. Pero fuera del Congreso esa propuesta tiene un rechazo enorme comenzando por su propio Ministro de Defensa. A pesar de eso, usted va a hacer la consulta.
E.S.: Como lo señalé en mi discurso ante el Congreso, el proceso de solución política de la crisis debe ser posterior al de la solución judicial en el Congreso. Respecto a la consulta, es una de las alternativas para oxigenar el mandato político.
Semana: ¿Pero está decidido a convocarla?
E.S.: Si es necesario legitimar mi mandato, sí. Ustedes se dan cuenta que ante una crisis como la que estamos viviendo solo hay dos instancias valederas. La judicial y la política y ellas las resuelven los jueces en un caso y la gente en las urnas en el otro. Si se me condena por algún delito, tengo que irme de la Presidencia. Si soy declarado inocente, estoy dispuesto a relegitimar mi mandato político.