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Samuel Moreno durante la lectura de fallo. | Foto: Carlos Julio Martínez

JUDICIAL

El golpe final para Samuel Moreno

Perfil de este político bogotano condenado a 18 años de cárcel por los delitos de interés indebido en la celebración de contratos y cohecho. Será enviado a la cárcel La Picota.

29 de marzo de 2016

El exalcalde oyó atento la condena dictada por el juez 14 de conocimiento que, en una audiencia anterior le había dicho sin titubear que él era un “delincuente de cuello blanco”. Más que un calificativo, fue el presagio de una dura condena que se cristalizó este martes: 18 años de prisión por los delitos de interés indebido en la celebración de contratos y cohecho.
 
Todo por un contrato firmado durante su administración como alcalde para el funcionamiento de ambulancias para la red hospitalaria de la capital por 67.000 millones de pesos. Ese dinero, sin misericordia con las necesidades de la capital, terminó feriado entre políticos, funcionarios del sector salud y empresarios. Moreno fue acusado y declarado culpable por haber contribuido a que ese dinero terminara en manos de terceros que manipularon el contrato y tenían intereses políticos y económicos.

Ante el fallo, la Fiscalía y la Procuraduría apelarán la decisión tras considerar que la condena no es suficiente para el delito cometido. Por su parte, la defensa hará lo propio para conseguir una rebaja sustancial.
 
Samuel Moreno no es cualquier político condenado. Nació el 11 de febrero de 1960 en Miami. Es hijo de María Eugenia Rojas, conocida como la ‘Capitana’, y del político conservador y exdirector del Diario de Colombia, el abogado Samuel Moreno Díaz.

En 1974, la ‘Capitana’ lanzó una candidatura presidencial y él la acompañó a la mayoría de los barrios de Bogotá. Luego, su madre acompañó la candidatura de Belisario Betancur, que resultó elegido presidente tres años más tarde. Belisario la nombró en la gerencia del Instituto de Crédito Territorial.

En 1979 entró a estudiar derecho en la Universidad del Rosario. Se casó con Cristina González, quien lo acompañó a muchas de las diligencias judiciales en el complejo de Paloquemao durante el desarrollo del juicio donde fue condenado.

Impregnado de la actividad política familiar, arrancó su carrera en 1982 como coordinador nacional de la juventud de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), el partido que había fundado su abuelo para intentar ganar la presidencia en 1970.

En 1986, tres años después de haber terminado en el Rosario, Samuel Moreno se lanzó al Concejo de Bogotá. Pero no logró su elección. En 1991, aliado con la Alianza Democrática M-19, que llevaba el nombre del movimiento guerrillero fundado en represalia por el supuesto robo de la elección de Rojas Pinilla el 19 de abril de 1970, fue elegido senador. Se mantuvo en el Congreso durante 15 años, con la bandera de la ANAPO emulando a la ‘Capitana‘, quien estuvo 12 años, y a su progenitor, quien sumó 17 años.

En su paso por el Senado defendió a Ernesto Samper, criticó a Andrés Pastrana y encabezó algunos debates de control político relacionados con Telecom, Termo Río y el aeropuerto El Dorado, entre otros. No se destacó en el impulso de proyectos, pues en los períodos comprendidos entre 1998 y el 2006 sólo pasaron cinco de sus 32 iniciativas.

En el 2007, con el Polo Democrático Alternativo, se propuso llegar a la Alcaldía de Bogotá, y en una competición apretada derrotó en la consulta interna del partido a la excanciller María Emma Mejía. Para entonces, los rumores sobre la posible injerencia de su mamá en la administración, o de que la convirtiera en un fortín politiquero, no hicieron falta.

En una ocasión, la periodista María Isabel Rueda le preguntó si era cierto que era un títere al que controlaba la politiquería de Ernesto Samper, Horacio Serpa y el senador Jaime Dussán. Él respondió: “A mí no me controla nadie”.

En octubre de ese año derrotó a Peñalosa en una votación histórica: cerca 900.000 votos.
 
El declive

Pero desde marzo del 2008, sólo dos meses después de posesionado en el cargo, según los resultados de la encuesta bimestral de Gallup, comenzó el declive de su popularidad. La percepción del caos en la ciudad por los frentes de obra abiertos empezaron a pasarle la cuenta de cobro.

Pero óolo en junio del 2010 detonó el escándalo. Una grabación en la que el exrepresentante del Partido Liberal Germán Olano hablaba con uno de los hermanos Nule, uno de los grupos contratistas más importantes de la ciudad, sobre la molestia del contralor distrital Miguel Ángel Moralesrusi por la demora en los pagos de unas coimas.

En octubre de ese año, el excandidato presidencial Gustavo Petro, quien paradójicamente perteneció al M-19 y se apartó del Polo Democrático, denunció la existencia de un carrusel de contratación en la ciudad y la concentración de la misma.
 
Y a finales de abril, su hermano, el senador Iván Moreno, fue detenido y acusado por la presunta comisión de los delitos de cohecho impropio, concusión y celebración indebida de contratos.

Una semana después, el 3 de mayo, el alcalde fue suspendido por el procurador general, Alejandro Ordóñez, quien consideró que Moreno Rojas había incumplido su deber de vigilar los recursos públicos y el cumplimiento de los contratos.

Poco a poco la madeja de la contratación se fue desenrollando. Las pruebas llevaron a la Fiscalía, el 22 de junio, a formular pliego de cargos contra el alcalde suspendido por los delitos de prevaricato por omisión, concusión, contrato sin cumplimiento de requisitos legales esenciales y peculado por apropiación.

Samuel fue detenido, imputado por varios delitos asociados al denominado ‘carrusel de la contratación’ y enviado a una estación de Policía en el oriente de Bogotá. Se sometió al juicio por irregularidades en la contratación de ambulancias para el Distrito por 63.000 millones de pesos, dinero que fue feriado entre políticos y funcionarios de la alcaldía de Moreno.   
 
Las pruebas en su contra fueron tan contundentes, que el mismo Samuel Moreno, resignado en una de las últimas audiencias de su juicio, le dijo al fiscal que por qué le había dado tan duro. El rigor de la justicia lo sintió este martes 29 de marzo cuando un juez lo mandó a prisión por 18 años y ofició al Inpec para que lo trasladen a un centro penitenciario. Moreno ha estado recluido en la Escuela de Carabineros de la Policía.

Así va, por ahora, la suerte de este hombre que se fogueó entre la clase dirigente y acomodada de la capital, pero que terminó ayudando a una gran estafa contra los bogotanos que lo eligieron y creyeron en él.