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Si bien Tapia ha dicho que Sandra era una simple amiga instalada en la Fiscalía a la que le hacía favores, Semana.com pudo establecer que las cosas no son tan simples. | Foto: Archivo SEMANA

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Sandra, la misteriosa amiga de Emilio Tapia

Aunque pasó inadvertida, Sandra Guzmán tendría un papel protagónico en el ‘carrusel’ de la contratación.

14 de mayo de 2013

El viernes pasado en una entrevista con Blu Radio el contratista Emilio Tapia dio nuevas pistas sobre la corrupción enquistada en la administración de Samuel Moreno. Entre otras cosas, confesó por qué está colaborando con la Fiscalía. Los periodistas le pidieron explicaciones por una publicación del diario El Tiempo que revelaba la existencia de su contabilidad personal. En dicha contabilidad estaba la anotación de una mujer identificada como Sandra Guzmán, a la que presuntamente se le había girado un dinero. Al lado de su nombre aparecía el rótulo de ‘Fiscalía’.


Tapia contó que se trataba de una amiga que, ocasionalmente, se quedaba en su residencia y a la que le habría hecho favores personales. “Esa es una relación de pagos -dijo-. Yo con ella tengo una relación personal, hay cosas como que ella me pedía un favor y yo se lo hacía o momentos en que ella quería hacer negocios y me pedía el favor y yo se lo hacía. Ella trabajaba en la Fiscalía y no tenía nada que ver con temas jurídicos, sino de relaciones públicas”, agregó.

Si bien Tapia ha dicho que Sandra era una simple amiga instalada en la Fiscalía a la que le hacía favores, Semana.com pudo establecer que las cosas no son tan simples. Se trata de una mujer que se benefició de la injerencia del polémico contratista en el Distrito. 

La historia es la siguiente: Sandra Guzmán trabajó como funcionaria de la mesa directiva del Congreso, donde se encargaba de las relaciones con el sector justicia. Luego, fue estratégicamente ubicada en el despacho del fiscal general Mario Iguarán, donde actuó como asesora encargada de las relaciones con el Congreso. Su arribo allí se dio gracias a la estrecha relación con el entonces senador Javier Cáceres.

Su paso por el ente acusador no tuvo mayores traumatismos hasta cuando un informe del CTI que llegó a manos de altos funcionarios de la Fiscalía advertía que ella estaba averiguando sobre expedientes especialmente sensibles y filtrando información del organismo investigador. Así por lo menos recuerdan hoy funcionarios de esa entidad.

La asesora salió de la Fiscalía y se fue rumbo al Distrito de Bogotá. Llegó a la Empresa de Renovación Urbana, donde Tapia tenía los más variados intereses. Precisamente, él la ayudó a poner allí como directora comercial. En esa entidad fue donde el polémico contratista estructuró un contrato para la renovación del centro de Bogotá en la zona de San Victorino.

Más tarde, según conoció Semana.com, Tapia le ayudó con un nuevo nombramiento, esta vez en la Secretaría Privada del Acueducto de Bogotá, entidad de la cual, con el tiempo, habría de trascender que este contratista era amo y señor. Sandra se convirtió en la mano derecha del gerente de esa entidad, Luis Fernando Ulloa, y por eso ahora se indaga cuál era el verdadero papel de ella en esas organizaciones donde se cometieron las principales irregularidades del denominado ‘carrusel de la contratación'.

Pero ¿quién es esta mujer por la que algunos medios de comunicación están averiguando? Se trata de una esbelta mujer costeña que ronda los 40 años, de 1,85 metros de estatura y quien por años funcionó como una de las personas más cercanas al exsenador Javier Cáceres, condenado por sus vínculos con jefes paramilitares.

Es una administradora de empresas que muy pocos conocían y que por años laboró a la sombra de los poderes político y judicial. Su historia, sin embargo, quedó ilustrada en páginas de medios investigativos como la desaparecida revista Cambio, que la mencionó en un reportaje sobre irregularidades en la liquidada Empresa Territorial para la Salud (ETESA) en el 2009.

La publicación se refería a un ‘cartel’ de funcionarios que cobraba por debajo de la mesa grandes sumas de dinero a empresas de juegos de suerte y azar que no pagaban impuestos. Si bien Sandra no fue relacionada con las irregularidades, la investigación dejó entrever que sus compañeros más cercanos eran quienes cometían el ilícito. Tanto ella como sus compañeros llegaron a la entidad, dice la publicación, gracias a las relaciones que en ese momento tenía el senador Cáceres con la entonces gerente de esa empresa territorial.

Esta es la historia de la misteriosa amiga de Tapia. Una funcionaria que tendrá mucho que decir sobre su paso por las entidades del Distrito que sirvieron para que concejales, contratistas, abogados y funcionarios hicieran fiestas con el presupuesto.