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Santos y el pajarito de La Paz

El presidente de la república puso en marcha los planes de desarrollo territoriales como inicio de la segunda fase de la implementación del acuerdo de paz con las Farc.

3 de agosto de 2017

Pasaron 80 años para que un presidente colombiano aterrizara en el pueblo que lleva la paz en su nombre. Alfonso López Pumarejo había sido el único mandatario en ejercicio en pasearse por La Paz (Cesar). Lo hizo en 1937 para socializar la llamada “revolución en marcha”. Este primero de agosto Juan Manuel Santos repitió esos pasos, para poner en marcha los planes de desarrollo con enfoque territorial consagrados en el primer punto del acuerdo de paz con las Farc.

Antes de cumplir su agenda el mandatario repitió un ritual, se detuvo a mirar uno de los regalos más preciados de su colección: un bastón con un pajarito en la punta. Lo recibió hace seis años por parte de los Wayuu, que cuando se lo entregaron le dijeron: “a través de la palabra usted nos traerá paz”.

“Lo guardo en el lugar donde me visto en las mañanas. Todos los días acaricio el pajarito y eso me ha ayudado muchísimo, me ha acompañado durante todos este proceso, a construir paz” admitiría el mandatario horas más tarde desde La Paz.

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Bombas de colores y música de acordeones le dieron la bienvenida al primer mandatario. Acompañado del ministro del posconflicto, Rafael Pardo, subió a la tarima donde lo esperaban líderes de la región para comenzar la conversación que daría inicio a la implementación del primer punto de los acuerdos de la Habana en las zonas de Sierra Nevada - Pejirá y Montes de María.

El hecho de que el Estado haya estado ausente por décadas en el municipio y haga presencia justo para el comienzo implementación del acuerdo es una forma del gobierno de rectificar el mensaje de que la paz no se construye solamente desde Bogotá. “La paz no es de Juan Manuel Santos, no es del gobierno de Juan Manuel Santos, esa paz es de todos los colombianos” repitió el presidente, como si ese fuera su nuevo mantra. La frase que también pronunció el pasado 20 de julio se convertiría en el hilo conductor del diálogo que sostuvo con mandatarios y líderes de la región

Para Santos poner en marcha los planes de desarrollo son una muestra más de la desmovilización definitiva de las Farc es una fase superada, y ahora el gobierno espera que la reforma rural integral llegue a los municipios más afectados por el conflicto.

Se preveé que sean las mismas comunidades las que den a conocer sus necesidades y propongan en qué se deberían invertir los recursos. Son una manera de descentralizar las decisiones, de construir “la paz de todos”, como repitió Santos.

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A pesar de las buenas intenciones, la descentralización de la implementación constituye todo un desafío. Cuando el presidente menciona con entusiasmo que la promesa que en algún momento les hizo a los habitantes de Montes de María, de exportar los aguacates de la zona a Estados Unidos, está próxima a cumplirse con la visita de Mike Pence, los campesinos de La Paz le dicen que la reconciliación es mucho más que “venderles aguacates a los gringos”.

Al presidente Juan Manuel Santos le queda un año para cumplir estás expectativas; muy poco tiempo cuando ha sido una deuda histórica de décadas. Seguramente, como lo confesó en La Paz, cada mañana mirará el pajarito encima del bastón y recuerda que “sus hermanos mayores” confían en su poder de construir esa paz que le prometió al país.